jueves, 7 de octubre de 2021
«Adverbio interrogativo», por Soledad MORILLO
Soledad Morillo

Por Soledad MORILLO, para SudAméricaHoy
No hay que ser un genio ni tener un doctorado en Economía o Finanzas para entender que un país con 94.7% de su población en estado de pobreza es insostenible. Y si eso ocurre en un mundo que está lidiando todavía con una pandemia grave, bueno, es de  elemental comprensión que la situación se agrava cada día.  Es cierto que ese pequeño porcentaje de la población -5.3%- que no está en pobreza no va a estar peor, pero no va estar mejor. Sin embargo, lo que sí se agravará es la situación de los que están en pobreza, porque si el país no produce, pues no genera empleo, la gente no tiene ingresos y los índices de miseria aumentan. Las cifras socioeconómicas de Venezuela no las tienen ni siquiera algunos países que están en guerra.
La frase más patética e infeliz es esa que cacarean algunos: la riqueza es mala. Pues al contrario, mala, muy mala es la pobreza. Es la peor enfermedad que puede sufrir una sociedad.
El país ya tiene claro que con este régimen es imposible salir de la pobreza, por una simple y   sencilla razón: esos que están apoltronados en Miraflores han hecho de Venezuela una gigantesca fábrica de miseria.
La pregunta ya no es qué va a pasar, sino cuándo. Y también cómo. 
Es entonces un asunto de adverbios de tiempo y modo.