domingo, 26 de julio de 2020
«Asintomáticos y bioterroristas», por Luli DELGADO

Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy

Yo me vi en la obligación de confirmar la fuente, y efectivamente, la encontré en un twitter de la cadena de TV del Estado, que especificaba que el Presidente había dado la información en cadena nacional.

¨Maduro habilita el Poliedro (icónico centro de espectáculos de Caracas), para atender pacientes asintomáticos¨.

¿Qué es un paciente asintomático? Pues me imagino que es alguien que, contaminado con el COVID, no representa síntomas.

Y ahí me surgen las dudas, ¿y por qué, si es asintomático, hay que atenderlo?

¿Cómo se diagnostica a un paciente asintomático en un país donde no hay ni siquiera gasas en los hospitales y el número de contagios supera los precarios centros de salud? ¿Qué van a hacer entonces con los sintomáticos?

¿Por qué no destinan esos recursos para proteger al personal de médicos y enfermeras que, sin contar el más básico protocolo de protección, han sido contaminados y han muerto en números alarmantes?

Pues bien, resultó ser el hilito del suéter.

A medida que seguí buscando en esta feria de horrores en la que se ha convertido Venezuela, encontré más hechos de helarle la sangre al más indiferente.

En las últimas semanas han tratado de volver a su país algunos de los miles de venezolanos que en algún momento salieron despavoridos huyendo del hambre.

Vino la pandemia y, desesperados por las penurias en países extranjeros, resolvieron volverse a su lugar de origen.

El gobierno no tardó en calificarlos de «bioterroristas», criticó su entrada ilegal (¿?) a territorio nacional, y ordenó su confinamiento en albergues improvisados, pocilgas en las que están obligados a convivir con ratas y cucarachas, durmiendo en el piso sobre colchones inmudos. En media, son diez personas por cuarto con un único baño para compartir.

La otra opción de cuarentena son hoteles que ofrecen alojamento precios que rondan los 100 dólares diarios.

No hago sino pensar en la mezcla macabra de populismo y crueldad que vive el país. Parecería que el virus ha servido en bandeja de plata la posibilidad de maltratar aun más a una población ya de por sí maltratada, que superó a Haití en su nivel de pobreza y que si no se muere del virus, corre el riesgo de morirse de hambre.

¿Estoy exagerando? Confírmelo con cualquier venezolano y verá que más bien me quedo corta…