sábado, 1 de mayo de 2021
«Como un vidrio de aumento», por Luli DELGADO

Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy

Contagios, pobreza, falta de vacunas, de hospitales. No saben qué hacer con los muertos. En fin, todo lo que todos conocemos pero en un territorio de más de tres millones de kilómetros cuadrados y una población de más de 1.300 millones y sigue la cuenta. Así está la India, la suma de todos nuestros males vistos a través de un vidrio de aumento.

De paso, como son tantos, cualquier desatino termina en cataclismo. Si no, fíjense en este ejemplo:

Cada doce años, tiene lugar en la India el Kumbh Mela, considerada la mayor concentración de peregrinos del mundo. Se celebra en cuatro lugares diferentes, uno de ellos es Sangam, situado a 190 km de Bombai, en el estado de Maharashtra. En Sangam está en la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y Saraswati, y según la mitologia hindú, fue donde se derramaron algunas gotas del Kumbh, un jarro sagrado que contenía el néctar de la inmortalidad y que produjo una guerra entre dioses y demonios.

Desde entonces, estos lugares se alternan para celebrar lo que conoce como el “baño sagrado”, que redime al peregrino de los errores cometidos en el pasado, y lava su alma de todos sus pecados. A este ritual acude gente proveniente de todas partes del país, y aunque no se tienen cifras del número de peregrinos de este año, tomemos por referencia la celebración de 2019, donde se calcula que congregó a 55 millones de personas.

Este año el gobierno no sólo lo autorizó, sino que guiado por un grupo de astrólogos, resolvió adelantarlo. La aglomeración comenzó en los medios de transporte utilizados para llegar hasta allá, y continuó en las filas de kilómetros iniciadas desde el amanecer durante los cuarenta y ocho días del evento y posteriormente en la multitud sumergida en el agua.

Como quien le da un pellizco a una pared, las autoridades, munidas de altavoces, pidieron a los peregrinos usar máscaras y mantener distancia, mientras un grupo de voluntarios los rociaba con desinfectante. Después, toda esa gente regresó a su casa en las diferentes regiones del país, y ahí sí es verdad que el virus corrió suelto.

La India, que durante meses se mantuvo con números de contagios y muertes razonables, se disparó a más de 18 millones de contagios y más de 200.000 fallecidos.

Los opositores al primer ministro Narenda Modi, aseguran que estas cifras están maquilladas y que el gobierno no se preparó para la nueva ola de infecciones que amenazaba a la población. A todas éstas, la infraestructura de salud no se da abasto, y la falta de oxígeno y centros de auxilio a los pacientes hace aún más crítica su situación. ¡Ni siquiera los crematorios son suficientes!

Las dos grandes productoras de vacunas del país, acabaron por dar preferencia a los países desarrollados, por lo que en abril apenas el 37% de la población prioritaria había recibido las dos dosis.

Ante la gravedad de esta situación países como Estados Unidos y Alemania han enviado o prometido ayuda, pero la epidemia ha potenciado todos los estragos posibles del virus.

Como hubiera comentado mi mamá: “es que nunca se está tan mal que no se pueda estar peor”…