domingo, 25 de diciembre de 2016
Fin de año con la sombra de otro «caracazo»

Por Verónica ORMACHEA

Los venezolanos viven una saga sin fin que va de mal en peor. La Revolución Bolivariana y el Socialismo del Siglo XXI han sido un fracaso. Han destruido Venezuela. El país que cuenta con las mayores reservas petroleras del mundo está quebrado. Sus habitantes ya no tienen qué comer y están con la moral en el piso.
La nueva medida del presidente Maduro ha sido sacar de circulación los billetes de 100 bolívares – el de mayor denominación y con el que se compra un caramelo – que representa el 48% del dinero en efectivo dejando a los ciudadanos sin plata. Y tampoco lo ha repuesto por otros billetes, que dice serán de mayor valor. Esta medida tiene el fin de frenar el ascenso del dólar en el mercado negro.
Ante la disposición, los venezolanos, desesperados, corrieron a los bancos a depositar sus billetes para salvar su dinero. Hubo disturbios y saqueos donde murieron tres personas, entre ellas una mujer embarazada que recibió un balazo y más de 400 personas fueron detenidas. Como siempre, Maduro responsabilizó a la oposición.


La situación de Venezuela es parecida al famoso Caracazo de 1989, cuando el presidente Carlos Andrés Pérez decretó medidas económicas que provocaron enfrentamientos y murieron cientos de personas a raíz de que el Gobierno sacó el ejercito a las calles.


La caída del precio del petróleo, que es su principal fuente de divisas, impide importar productos. Y lo poco que se importa resulta ser muy costoso. Pocos pueden comprar dólares en el mercado negro. Los pocos alimentos que consiguen resultan ser muy caros.
El gran negocio es el de los «bachaqueros», que hacen filas eternas para comprar productos que luego revenden a precios muy altos.
Su moneda, el Bolívar se devaluó en el último mes en 59% y la inflación, según el FMI, llegará hasta fin de año al 720%.
Maduro también ha decidido prorrogar el cierre de la frontera con Colombia y Brasil para evitar que “las mafias” del vecino país – según él – sigan provocando la caída del bolívar ya que los venezolanos van a comprar alimentos a las frontera.
La mayoría del pueblo pide con desesperación que Maduro deje el poder, pero éste se aferra a él de manera obsesiva sin importarle la crisis extrema que viven los venezolanos.
El gobierno y la oposición se han reunido dos veces con la intermediación de la iglesia católica y del ex presidente español Zapatero. En señal de buena voluntad para el diálogo nacional, el gobierno liberó a cuatro de los 106 presos políticos.
Pero todo ha sido un saludo a la bandera. A pesar de suscribir una Declaración Conjunta titulada “Vivir en Paz”, La Mesa de Unidad Nacional (MUD) rehúsa reunirse de nuevo con el gobierno ya que éste evita tocar los temas principales que son la liberación de los presos políticos injustamente detenidos, reactivar el revocatorio contra Maduro y adelantar la convocatoria a la elecciones nacionales.
Al menos el gobierno está considerando el abastecimiento de medicinas y de alimentos que ha colocado al país en estado de emergencia.
Sin duda, el gobierno quiere ganar tiempo para prorrogarse en el poder. En tanto la oposición exige resultados expeditos y concretos para evitar salir a las calles a protestar y evitar enfrentamientos.
Se teme que se produzca un nuevo Caracazo.