viernes, 3 de junio de 2016
Secuestros, categorías y hablar de paz con el ELN

Juan RestrepoPor Juan RESTREPO

Los secuestros en Colombia por parte del Ejército de Liberación Nacional, ELN, de la periodista Salud Hernández-Mora primero, y de Diego D’Pablos y Carlos Melo luego, que habían ido a cubrir para un canal de televisión la noticia de la desaparición de la señora Hernández-Mora, deja una vez más al descubierto que esta práctica es uno de los motores de la guerrilla en Colombia. Y sacan a la luz los graves obstáculos que en este país tiene la prensa para ejercer la profesión; y de paso, enseñan lo que le espera al gobierno colombiano en su diálogo con el ELN.

La columnista del diario El Tiempo de Bogotá y corresponsal de El Mundo de Madrid estaba trabajando en Catatumbo, una de las regiones más abandonadas por el estado colombiano, y su secuestro causó un gran revuelo por ser una profesional muy conocida por su valentía y claridad a la hora de exponer la realidad de un país acostumbrado a camuflar su doloroso día a día con un lenguaje alambicado desde los estamentos del poder.

Un ejemplo de esto último lo dieron el presidente Juan Manuel Santos y su ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, quienes teniendo información de inteligencia militar de los preparativos del ELN para secuestrar a Salud Hernández, hablaron de que “posiblemente se encuentra realizando labores periodísticas”, como dijo Santos. Luego, cuando se confirmó que estaba en manos del ELN, el ministro de Defensa habló de “retención”. La palabra secuestro ha desaparecido del lenguaje oficial para no entorpecer el “clima de negociación” con la guerrilla.

Guerrilleros-ELN.-Archivo

El clamor por la liberación de Salud Hernández puso de manifiesto también un hecho que la misma periodista es la primera en lamentar: que haya categorías entre las víctimas de esta práctica que ha entristecido y enlutado a miles de familias en Colombia. Por tratarse de una persona tan conocida, y que un desenlace trágico de sus secuestro habría significado un grave revés para el gobierno en este momento, hubo un gran despliegue militar para conseguir liberar a los tres secuestrados. En épocas anteriores, otros secuestros han supuesto la interrupción de negociaciones con la guerrilla.

Los tres periodistas fueron liberados por el ELN tras una semana de cautiverio en la selva pero para poner en contexto estas tres últimas “retenciones”, como las llamaría el gobierno colombiano, veamos brevemente unas cifras sobre este delito, fuente de financiación junto a la droga, de la guerrilla en Colombia. Según la organización País Libre, hasta 2010, la guerrilla de las FARC fue responsable de 9.447 secuestros y el ELN de 7.761. Por otra parte, el fenómeno del secuestro fue el germen de uno de los peores males del país, el paramilitarismo. Cuando en 1981 fue secuestrada Marta Nieves Ochoa, hermana de miembros del cartel de drogas de Medellín, los narcotraficantes fundaron el MAS (Muerte a Secuestradores), primer grupo paramilitar colombiano.

Al día de hoy el número de secuestrados por ambas guerrillas, por supuesto, es mayor que el arriba expuesto y hay un número indeterminado en manos de estos “servidores del pueblo”, cuyo siniestro apelativo de “liberación” en su nombre parece una broma macabra. Se sabe con certeza de siete personas secuestradas hoy en manos del ELN, alguno de ellos con varios años de cautiverio.

Cuando el pasado 30 de marzo el gobierno Santos anunció que iniciaría –igual que hace con las FARC en La Habana—unas conversaciones de paz con el ELN, uno de los portavoces de esta guerrilla de inspiración castrista al ser preguntado si continuarían secuestrando, tuvo ánimos para soltar en rueda de prensa lo que seguramente consideró una frase ingeniosa: “Es que los bancos no nos prestan plata” para financiar la revolución.

Pero ya en plan más serio desde su escondite en las montañas de Colombia el jefe del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, envió un mensaje insistiendo en que ellos no se comprometen a dejar “las retenciones”, que eso ni se ha discutido ni está en la agenda acordada de conversaciones. Y advierte, que el gobierno no puede imponer condiciones previas. Como les dijo el Provincial de los jesuitas en Colombia, Francisco de Roux, que conoce bien a esta guerrilla fundamentalista, “le están poniendo condiciones a las condiciones” antes de hablar.

Tras su liberación, Salud Hernández contó que les había dicho a los del ELN que la tuvieron secuestrada que si las negociaciones con las FARC han sido difíciles, con ellos pueden resultar imposibles por la vacuidad de su discurso y por la verborrea incontrolable de unos frentes guerrilleros que parecen ir cada uno a su aire.

“Es un grupo –dice Salud Hernández—que tiene una manera de pensar que es muy difícil de cambiar. Son de ideas preconcebidas que no tienen sustento real”. Y para explicarlo de manera muy gráfica y que todo mundo entienda, remata: “Es como hablar con Maduro. Vaya usted a negociar con Nicolás Maduro…”