sábado, 28 de octubre de 2017
Tercer «round» en Venezuela, ¿KO?


Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy
En artículos anteriores he intentado describir el perfil general de la crisis social, económica y política que viene atravesando Venezuela, desde hace ya varios años. La calamidad más reciente, en este “mar de calamidades” en el que se ha convertido nuestra cotidianidad, es una suerte de “corralito” financiero, producto de dos factores: uno, la escasez de dinero en efectivo, pues no hay papel moneda disponible ni en la calle ni en los  bancos (el máximo de retiro diario por taquilla o telecajero, permitido, apenas llega al equivalente a 2 US $); dos, el mal funcionamiento de la internet y, en consecuencia, de los puntos de venta con tarjeta, lo cual dificulta enormemente las transferencias y pagos electrónicos que podrían ser un alivio ante la ausencia de billetes.
Si tomamos en cuenta que la inflación ya supera el 1000 % en menos de un año, podemos comprender la magnitud de esta calamidad.
Por su parte, el panorama político no es mejor.

Los resultados de las recientes elecciones regionales para gobernadores, pusieron en evidencia la consolidación de una estructura electoral fraudulenta, que superó con creces las patrañas de los gobiernos anteriores, y cuyo propósito es impedir o entorpecer la expresión de la voluntad genuina de la gente a través del voto.
Esta estructura electoral fraudulenta, se ha venido construyendo desde hace tiempo, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). El proceso incluyó las siguientes acciones:
• El impedimento de la convocatoria del Referendum Revocatorio contra el Presidente, en el 2015
• La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) sin la realización de la consulta popular que establece la Constitución.
• La elección de los miembros de la ANC sin algún mecanismo de observación imparcial, testigos o auditoria, y sin el uso de tinta indeleble.
• La suspensión inconsulta de las elecciones regionales para gobernadores, las cuales estaban previstas para diciembre de 2016.
No permitir la inscripción de las organizaciones políticas contrarias al gobierno, ni permitir el uso de sus tarjetas electorales.
• El acortamiento excesivo, inconsulto y sin previo aviso de los lapsos para inscribir candidatos a gobernadores (uno o dos días)
• La imposibilidad de sustituir candidatos inscritos
• La reubicación inconsulta, y hasta el día anterior a las elecciones regionales, de cientos de Centros de Votación, afectando a cerca de 750 mil votantes. Estas reubicaciones no fueron informadas al público por el CNE
• El uso masivo, público y notorio –casi obsceno- de los recursos del Estado, de grupos violentos y de los medios públicos en apoyo a los candidatos del gobierno
• El uso –público y notorio- de mensajes oficialistas de intimidación y coerción a los funcionarios públicos, beneficiarios de Misiones oficiales y pensionados.
• La creación de organismos paralelos, con competencia y recursos financieros controlados por los gobernadores perdedores, en aquellos Estados donde ganó el candidato opositor.
• La exigencia inconstitucional de que los gobernadores electos se juramenten ante la ANC, bajo amenaza de desconocimiento, destitución o cárcel.
• La negativa de abrir el Registro Electoral Permanente (REP) lo cual impedirá que cerca de 1 millón de nuevos electores puedan inscribirse.
Ahora, el CNE nos ha informado que no va a convocar la elección de los Consejos Legislativos Regionales, cuyo mandato está vencido, y solo convocará la elección de Alcaldes para el próximo mes de diciembre 2017, con el mismo aparato electoral.
Así pues, parece que el gobierno ha cerrado la última puerta a la dinámica democrática, participativa y protagónica del pueblo venezolano.
Por su parte, el liderazgo opositor anda en desbandada y mientras tanto, la gente común sigue lidiando con las calamidades del día a día, sin que haya ningún anuncio que nos permita avizorar una mejoría en la crisis económica y social que nos agobia.
¿Habrá un “segundo aire” para la gente, más allá de un nuevo aumento del salario mínimo, o se perderá la pelea por KO?