viernes, 25 de agosto de 2017
Conquistas, reconquistas, Islam y cruzadas


La violencia es el miedo a los ideales de los demás.
Gandhi.

Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy

El terrorismo milenario fractura irresoluble entre el Occidente y Oriente, con heridas profundas y raíces históricas que el tiempo no sólo no ha curado sino que mantiene en la barbaridad cimentada en odio inhumano que ha hecho de la vida, la libertad y en suma la dignidad, conceptos amorfos y prescindibles, vamos, insignificantes como parte del tejido social.
Doscientos años (1096-1291) de intolerancias, venganza, el horror de la guerra disfrazada en Las Cruzadas campañas militares promovidas por los papas en turno y ejecutadas por la «Europa cristiana», prioritariamente por la Francia y el Heiliges Römisches Reich o Sacro Imperio Romano Germánico, este último, asentado en la parte occidental y central del continente.
Los reinos de Noruega y Suecia arrastrados por un fanatismo religioso participan en la “guerra Santa”, lo que al final trajo para Escandinavia, particularmente para Suecia su nacimiento como nación (circa 1210). El regreso de caballeros templarios a sus tierras lo hicieron acompañado de médicos, arquitectos, etc., cristianos y sarracenos, inmigrantes que aportaron conocimientos, experiencias y capitales y que serían un punto de partida en la nueva época de una Europa enriquecida.
El odio y la barbarie cobraron víctimas por igual de todos los involucrados, incluidos los propios cruzados. Los satanizados: eslavos, paganos, prusianos, judíos, mongoles, incluso católicos ortodoxos.
Los beneficios para los cruzados no sólo se tradujeron en indulgencias y perdón por los pecados cometidos; la riqueza, la fama y el poder, fueron el fin último de la violencia desmedida en nombre de causas religiosas.
Las embarcaciones provenientes de la guerra santa que encallaban en costas danesas, cargadas de riqueza, aumentaron de manera notable las arcas de la Iglesia, pillaje oficializado por La Corona de ese país.
De las nueve cruzadas documentadas al menos seis fueron victorias musulmanas, incluida la última, sin embargo los musulmanes perdieron más de lo que ganaron.
El hambre fue la constante para los soldados árabes durante todo este periodo, los seguidores del profeta Mahoma perdían terreno, los guerreros y gobernantes eran una minoría de árabes.
Las guerras civiles provocadas por la violencia y arbitrariedades de los gobernantes impedían la estabilidad de cualquier monarquía.
La cerrazón de los árabes a cualquier idea occidental fue un gran obstáculo para la integración cultural, al contrario de los occidentales que adoptaron avances en la ciencia y la cultura aportados por los musulmanes.
Durante las cruzadas los musulmanes se sintieron sitiados, asediados, afloraron los sentimientos de la absurda intolerancia, violencia irrefrenable, el progreso era inaceptable, la Xenofobia a plenitud.
El terrorismo de hoy, toca ahora a España, víctima de las incalificables acciones del terrorismo yihadista («Al yihadiyum» termino originado en el judaísmo y que se refiere a la defensa de la comunidad, también referido inicialmente en el Corán 41 veces en referencia a la defensa, que no ataque, de los no musulmanes) es también objeto de amenazas que profiere un europeo, identificado como Yassin Ahram Pérez, alias ‘al Qurtubi —’El Cordobés’—.
¿Qué es lo que Occidente ha negado o que ha ofrecido Oriente a estos jóvenes?
Los crímenes del terrorismo asestados recientemente en Barcelona y Cambrils, España, reivindicados por el estado islámico, han dejado 14 muertos y más de un centenar de heridos y se suman a los ya conocidos en el resto de Europa y que se agregan a la lista de caídos y heridos inocentes. Los métodos para sembrar el terror son tan bestiales o más a los usados en una guerra santa que de santa no tiene ni el hombre y si en cambio somete al inframundo la condición humana que originados en la alevosía, la cobardía, la ignominia y la traición a la inocencia a quien nada tiene que ver en estos ataques absurdos y criminales son repudiados por pueblos y gobiernos de manera total.
Actos atroces que han cobrado valiosas vidas todas ellas y que han destruido también, centurias de cultura y civilización ahogados en el desierto del más profundo resentimiento, obscuros sentimientos que solo conducen a la destrucción de lo humano.
Ninguna definición de «terrorismo» hasta hoy empleadas por las civilizaciones actuales alcanza a describir ni medianamente la destrucción del orden establecido, el pánico, el terror y la inseguridad a la que someten a la población en general.
El abatimiento de los terroristas exacerba los deseos de venganza y odio en contra de cualquier ser humano sin importar edad, sexo, raza, condición o nacionalidad. Es un odio genérico del hombre contra el hombre, el maldito terrorismo, es la expresión mas cobarde del desprecio por la vida incluyendo la propia. No existe justificación a tal monstruosidad.
La herida está abierta hace más de mil años, urge sanarla…