viernes, 17 de marzo de 2017
Toc, toc…Merkel golpea la puerta de Trump


Por Cecilia PONCE RIVERA

La capital estadounidense se encuentra bajo la inclemencia de una tormenta agresiva. Es un hecho que existen condiciones adversas que acechan los cielos nublados de Washington. Sin embargo, la causa que provocó  que se postergara la tan esperada reunión entre los mandatarios de la República Federal de Alemania y los EE.UU no fue el vendaval producido por el escándalo originado por el supuesto abuso de poder ejercido por el ex presidente Barack Obama. Por cierto,  acusado hasta hoy, sin pruebas, de haber ordenado la grabación de las comunicaciones de su sucesor durante la última campaña presidencial y que ha desatado lo que sería el principio de una escisión al interior del partido republicano.

Tampoco la demora fue el despido (signo de la consolidación de poder que se busca a través de la eliminación de “obstáculos” en las fiscalías federales) por parte de Trump de Preet Bharara, el fiscal estrella de Nueva York, famoso por haber perseguido a poderosos banqueros de Wall Street y haber ganado 58 casos de alto perfil-entre los que se encuentran Faisal Schazad, quien intentara un atentado terrorista en Time Square, o los casos de redes de contrabando de armas del ruso Viktor Bout contra el rumano Virgil Flaviu Georgescu, acusado de vender armamento a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-, ni el candente russian affair, reanimado últimamente por el par de reuniones sostenidas por el procurador general de EE.UU, Jeff Sessions, con el embajador ruso, Sergey Kislayak durante la contienda presidencial norteamericana en julio y septiembre del año pasado y sobre las que Sessions argumenta, no existe irregularidad alguna. La razón del retraso de la reunión fue una tormenta invernal que azotó la capital estadounidense. Se llama Stella y tiene al noroeste de los EE.UU. bajo más de 17 centímetros de nieve.
En consecuencia, el pasado martes 14 de marzo, Angela Merkel descendió del avión que la llevaría a cruzar el mar Atlántico. Sin embargo, la canciller alemana no perdió el tiempo; el jueves 16, un día antes de que la «maschine» alemana en la que viajara reanudara la ruta en dirección al país donde ya la espera Donald Trump, el vocero del Kanzleramt anunció con elegante pericia la llamada telefónica por la que los gobiernos de China y Alemania acordaron reforzar su relación para defender el libre comercio y la apertura de mercados; alianza que vale más que un tweet de Trump.
Ordenada y metódica como es, con el semblante aliviado, consecuencia de los resultados de las elecciones en Holanda, la canciller va preparada para sentarse a la mesa frente al magnate inmobiliario y el ejercito de empresarios que conforman la mayor parte de su gabinete. El rubro con el que sin duda romperá el hielo será la relación comercial entre los dos países y en su papel de portavoz de la Unión Europea (UE), hablará del hasta hoy congelado tratado de libre comercio entre UE y EE.UU o TTIP (The Transatlantic Trade and Investment Partnership).Después de todo, los negocios son el tema predilecto de su anfitrión y de esto, la disciplinada Angela Merkel, ha tomado nota. Ella también, aunque de manera discreta, se ha hecho acompañar de un ejército de representantes de consorcios alemanes.

Junto a los hombres claves de Siemens, BMW, Schaeffler, entre otros, Merkel se pronunciará en contra del proteccionismo económico de la administración del presidente estadounidense, que incluye la imposición de nuevos aranceles y políticas de trato discriminatorio para lo cual subrayará que las inversiones directas de Alemania en ese país alcanzan los 224.000 millones de dólares, los cuales se traducen en 750.000 puestos de trabajo en los Estados Unidos. Merkel soltará las cifras, una a una, a la manera teutona, serena, precisa y sistemáticamente.
La también científica, está consciente de que su equipaje va cargado de material peligro y aunque la visita busca medir la temperatura de las partes antes de que los temas sean expuestos en la cumbre de Bruselas, sabe que el puro intercambio de opiniones frente al temperamento volátil de su contraparte, de manejarse mal, podría resultar explosivo.

El conflicto bélico en Siria, las sanciones impuestas a Rusia por su anexión de la isla de Crimea, el Medio Oriente, la OTAN, regiones en conflicto como Irak, Yemen y sobre todo Libia- que está a punto de convertirse en la nueva Siria por los despliegues militares iniciados esta semana por Vladimir Putin-, sin olvidar Irán y por supuesto, quizás uno de los puntos claves del encuentro, la Turquía de Erdogan: con sus presos políticos, su referéndum en abril para modificar la constitución y el peligro que representa la ruptura de la relación entre la UE y este país, por ser miembro de la OTAN, por el número de migrantes asilados que contiene en su frontera con Europa y por los créditos otorgados por los bancos europeos (principalmente los españoles), comparten la característica de ser sustancia altamente combustible.
Instrumentalizados por Trump para definir su política exterior y justificar su defensa militar, los temas de migración e islamismo serán sin duda el argumento más importante al que Trump recurrirá para minar la posición de Merkel. La problemática de las olas migratorias, en su mayoría musulmana, continua siendo el talón de Aquiles que tiene a la Unión Europea en jaque.
De hecho, junto con el control que ejerce Bruselas sobre los países miembros, ésta fue la razón principal por la que el referéndum a favor del Brexit obtuvo mayoría de votos.

La eurofobia en una especie de engrudo producido por el descontento económico, las migraciones masivas y los ataques terroristas, se han convertido en el slogan principal y la base de la retórica que ha provocado el resurgimiento de los partidos nacionalistas separatistas en Europa (el Partido Libertad de Austria, el Frente Nacional francés, el PVV en Holanda, el partido ultraderechista flamenco, el AFD en Alemania, por nombrar algunos).
En el pasado, Angela Merkel, ha sabido sortear tormentas complicadas, sin embargo esta vez las circunstancias son diferentes. La Casa Blanca está cubierta de hielo y no sólo en sentido metafórico. El ambiente para la reunión, entre ambos mandatarios, no es frío, es helado. En Europa Jean-Claude Juncker, el triunfante Mark Rutte y el resto de los líderes europeos; y en general el mundo entero estará atento al desarrollo de esta visita. El deseo de muchos está en que la “Stella” de Europa vaya bien abrigada para las inclementes condiciones que le esperan en Washington.
Recargada en la ventanilla, mientras vuela en dirección al nuevo continente, la mujer que creció en un país tan distinto al que hoy gobierna, quizás atine a encontrar fuerza en la integridad que posee y sus pensamientos hallen significado en aquello que Omhar Pamuk, escritor turco, con tanta sinceridad y gracia describió sobre la nieve, en su novela a la que le dio el mismo nombre: “ Los copos eran más grandes y tenían más fuerza que los de nieve que le habían acompañado a lo largo de todo el viaje [] …Con la mirada clavada en el cielo, no consideraba los copos cada vez más grandes que esparcía el viento como signos de un desastre que se aproximaba sino como señales de que por fin había regresado a la felicidad y pureza de los días de su infancia”…