miércoles, 30 de abril de 2014
El reencuentro de la madre de Bachelet con su carcelero
Angela Jería en su casa con la foto de su difunto marido, el general Alberto Bachelet

Angela Jería en su casa con la foto de su difunto marido, el general Alberto Bachelet

carmenPor Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy 

Angela Jería, de 87 años, madre de la presidenta de chile, Michelle Bachelet, se abrazó a Hindorfo Burgos. Habían pasado casi 40 años desde que se conocieron. Ella estaba detenida en un sótano del Cuartel Central de la Policía de Investigaciones (PDI) rodeada de maleantes, sin comer y sin agua. Él era uno de sus carceleros, alguien diferente, el único que tuvo un gesto de humanidad con ella.

Desde 1975 la madre de Bachelet soñaba con descubrir el paradero de aquel hombre. Pasaba el tiempo y no había rastro de su vida. Esta semana, gracias a un detective privado, se produjo el reencuentro. En el mismo edificio que se vieron por primera vez, a diferente hora y en otras circunstancias, Angela e Hindorfo se reconocieron. “Él me devolvió la vida”, dijo agradecida Jería.

Augusto Pinochet en persona le ordenó al general Manuel Contreras que arrestara a la viuda del general Alberto Bachelet y a su hija Michelle. La orden se cumplió. Ambas terminaron en Cuatro Álamos y en Villa Grimaldi, emblemáticos centros clandestinos de detención y tortura de la dictadura (1973-1990).

Angela Jería y Bachelet en Villa Grimaldi, 40 años después del golpe de Pinochet

Angela Jería y Bachelet en Villa Grimaldi, 40 años después del golpe de Pinochet

Las presiones internacionales lograron que Pinochet aceptará expulsarlas de Chile. Unos días antes Angela Jería fue arrojada a los subterráneos de la PDI de Santiago. Estaba rodeada de “prostitutas, alcohólicos, algunos criminales o ladrones detenidos en las redadas de la noche», declaró hace unos días en una entrevista con el diario uruguayo El Observador. Hindorfo Burgos, por entonces un joven de 22 años, asistente policial de investigación y responsable de que los presos estuvieran entre rejas se sorprendió al verla.

«De repente –recuerda Jería- pasa uno de los gendarmes, me mira a mí y al resto y dice: ¿Usted qué hace aquí?. No sé, me trajeron», respondió la madre de Bachelet.
Acto seguido, Burgos le dijo, «Venga, usted no puede estar aquí” y se la llevó a su despacho “le dije quién era y respondió que vería lo que podía hacer».
Ella entonces era la viuda del general Alberto Bachelet, un militar de profundas convicciones y sentido de la lealtad a la democracia, muerto en 1974 de un infarto, como consecuencia del maltrato sufrido durante su detención, también ordenada por Pinochet, por resistirse al régimen.

«¿Almorzó?«, le preguntó Hindorfo Burgos a Angela Jería. «No, le contesté, no he comido nada desde ayer», respondió ella. La madre de la presidenta de Chile recuerda que “el gendarme” en su oficina tenía un escritorio. El hombre, para dividir la habitación, había colgado una sábana. «Volvió con un pedazo de pollo con unas papas. Fue la comida más rica que probé en mucho tiempo», asegura. «Poco después –continúa- me dijo: Averigüé y a usted la expulsan mañana del país. La mandan a Australia. Pero yo no la puedo dejar abajo».

Burgos decidió entonces compartir el cuarto. Nadie le garantizaba que la mujer estaría viva a la mañana siguiente si pasaba la noche en aquellos calabozos.  El carcelero le señaló el colchón que usaba para dormir y le ofreció compartirlo, “yo duermo en la cabeceray usted lo hace a los pies”, recuerda Jería.
«Acepté y me desperté a la mañana siguiente con las puntas de sus botas en mi nariz”.

En la misma entrevista recuerda, “nunca supe quién fue”. Pero todo cambió, “hace dos años. Me encontré con un ex subsecretario de Investigaciones y le dije que quería conocer a esa persona y darle las gracias, que nunca van a ser suficientes, porque él me devolvió la vida».

La intervención de un detective y su búsqueda incasable de archivos y documentos hizo posible su identificación y localización. Esta semana, el martes, Hindorfo Burgos y Angela Jería se reencontraron y se reconocieron. En el mismo lugar, al mediodía. Ella fue acompañada del director general de la PDI, Marcos Vásquez, él de su esposa. Se dieron un abrazo, almorzaron juntos y recordaron.

Entrevista en CNN de octubre del 2013 a Angela Jería. Aqui habla de su confinamiento «en un cajón», los «interrogatorios con golpes en los riñones», el encuentro con su torturador «en el ascensor» de su casa y, entre otros asuntos, el papel desempeñado por Manuel Contreras durante la dictadura.