jueves, 18 de mayo de 2017
La chilena Marcela Said debuta en Cannes con «Los perros»

Antonia-Zegers en una secuencia de «LosPerros»

Cannes. Por Ernesto PÉREZ

Fuera del Palacio del Festival, donde se concentra la
actividad de las dos reseñas oficiales, el Concurso y Una cierta mirada, del
otro lado de la Croisette, debuta el cine latinoamericano con “Los perros”
de la directora chilena Marcela Said.
Al igual que su anterior documental, “El Mocito”, dedicado a revelar
los aspectos más sombríos de la dictadura pinochetiana, también “Los
perros” se inspira en un encuentro fortuito con un ex torturador, el ex
coronel del ejército, Juan Morales, que hoy da cursos de equitación,
olvidándose de su pasado.
  “Pensé que pidiendo que me enseñara a cabalgar habría podido entrar en
confianza con él y lograr que me contara de su pasado”, declara la directora
que terminó por lograr que Morales se dejara entrevistar ante la cámara.
“Yo sabía que estaba abordando un tema candente y por eso precisaba de
tiempo para escribir un guión que no tuviera fallas – agregó Said – pero
la filmación fue rápida, con cámara en mano y luz natural y evitando la
repetición de escenas, ayudada por mi experiencia de documentalista que me
enseñó a captar al vuelo el momento y la situación justos”.

SECCIÓN OFICIAL

Decepciona en la segunda jornada del Festival de Cannes el
último film de Todd Haynes, que hace dos años había emocionado aquí mismo
con “Carol”, mientras sobrecoge Andrei Zviagintsev que después de
“Leviatán”, de tres años atrás, se confirma como el gran crítico de la
sociedad rusa actual.
“Wonderstruck” cuenta dos historias paralelas de dos niños que se
lanzan a la búsqueda de un progenitor ausente con una diferencia temporal de
50 años y una misma ambientación geográfica, la Nueva York de 1927 y de
1977.
Dos historias, una en blanco y negro y otra en colores, que terminarán
convergiendo en un final poco creíble que no salva ni la misma Julianne
Moore, de vuelta a las órdenes del director que la lanzó con “Far From
Heaven” en 2002.
“Nelyubov” (Desamor), en cambio, cautivó inmediatamente a un público
de profesionales a pesar de su sombría temática, la falta de amor de una
pareja a punto de divorciarse que trata de desembarazarse de un  hijo de 12
años que no encuentra cabida en la vida futura de ambos contendientes.
Zviagintsev y su habitual colaborador, Oleg Neguin, trazan un
escalofriante  retrato de la pequeña burguesía moscovita, toda dedicada a
gozar de los beneficios de un tantas veces postergado bienestar económico, al
punto de eliminar todo sentimiento que no tienda a la satisfacción inmediata
de todos sus deseos.

Escena de “Wonderstruck”

Parte de la culpa del fracaso del film de Haynes reside en el escaso
carisma de los pequeños protagonistas, Millicent Simmonds y Oakes Fegley,
incapaces de soportar el peso de la narración mientras Julianne Moore y
Michelle Williams poco pueden hacer para suplir esta falta con personajes
desdibujados y epísódicos.
Tampoco auxilia la fotografía del veterano Ed Lachman ni la música de
Carter Burwell, llamado a suplir con notas la sordera de los pequeños
protagonistas, y el final, confiado a una voz en off, termina por quitar todo
interés a este traspiés de uno de los mejores directores independientes de
Hollywood.
Boris y Zhenia están a punto de separarse y mientras concretan la venta
del departamento en el que vivían deciden a quien descargar la tenencia del
hijo de 12 años que escucha todo detrás de la puerta.
  Cuando el chico se va de la casa, la pareja parece volver a recomponerse
por la angustia provocada por la desaparición, pero será un sentimiento
pasajero. Después de haber aceptado que el hijo ya no volverá, uno
más de los miles que la sociedad se traga para nunca más devolverlo, cada
cual volverá a encerrarse en su propio egoísmo.
Zviagintsev, León de Oro en Venecia por su ópera prima “El retorno”
en 2003, continúa su pausado examen de la sociedad rusa del presente siglo
presentando cada tres o cuatro años con un retrato en el que no falta ninguna
referencia a la realidad, como ese boletín sobre la guerra en Ucrania que los
protagonistas escuchan con indiferencia, como si la noticia viniera de otro
planeta.