martes, 15 de mayo de 2018
“El motoarrebatador” y “Cómprame un revólver”, Cannes se rinde con Latinoamérica


Por Ernesto PÉREZ, para SudaméricaHoy

El cine latinoamericano, ausente del concurso oficial, se
hace fuerte en las reseñas paralelas del 71º. Festival de Cannes con una serie de títulos que constatan la excelente salud de las cinematografías del subcontinente.
Es argentino el mejor film de los últimos días, “El motoarrebatador”, segundo largometraje de Agustín Toscano que saca su cámara del abusado contexto de la capital para llevarla a su provincia natal de Tucumán, en el
corazón mismo del país, para contar la historia de un hombre que encuentra
una nueva razón de vida ayudando a la anciana que ha derribado con su moto
para robarle la cartera.
Pero también tiene sus valores un film mexicano, “Cómprame un
revólver” de Julio Hernández Cordón, que imagina un México en un
imprecisado futuro dominado por las bandas de narcotráficos sin mujeres ni
niños, unas secuestradas como objetos sexuales y otros para usarlos como mano
de obra.
Ambos films figuran en la reseña paralela no oficial “Quincena de
Realizadores” que organiza la sociedad de cineastas franceses y que celebra
este año su medio siglo de existencia, nacida en 1969 para presentar en
Cannes lo más nuevo que se hacía en el cine de todo el mundo.
Toscano ya había estado en Cannes en 2013 presentando su ópera prima en
colaboración con Ezequiel Radusky en la Semana de la Crítica, otro semillero
para cineastas latinoamericanos (aquí fueron descubiertos y premiados los
mexicanos Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, lanzándolos al
ruedo internacional) mientras para Hernández Cordón se trata de un debut en
la Croisette, ya que sus cuatro largometrajes precedentes se habían repartido
entre Locarno y Rotterdam.
Miguel Angel (un excelente Sergio Prina) se gana la vida conduciendo una
moto para un arrebatador, su único medio de subsistencia para mantener a su
ex mujer y madre de su hijo de 4 años. Cuando una anciana robada se resiste a
soltar su cartera y es arrastrada por la calle, quedando gravemente herida, el
hombre se arrepienta de su gesto, ayudando a su víctima a recuperarse,
haciéndose pasar por su inquilino, aprovechándose de la amnesia temporal de
la mujer.

Será una difícil relación pero terminará cambiándole la vida después
de purgar su pena en la cárcel donde van a visitarlo la mujer y su hijo.
Valiéndose de un guión original propio, conciso y preciso, y un elenco
de actores del lugar, en gran parte si no todos, no profesionales, Toscano
confecciona un film que va directo al corazón del espectador.
Inspirado en un hecho similar ocurrido a su madre, Toscano tardó cuatro
años en concretar su proyecto y eligió como fondo de su película algunos
suburbios de la capital, hundidos en la miseria y en la basura, pero con en
torno la majestuosidad de las colinas sembradas de limoneros que le valieron a
la provincia el mote de “jardín de la república”.
“Cómprame un revólver” es la parábola de un futuro no del todo
descabellado, dominado por las bandas de narcotráficos en perenne lucha entre
ellas y también contra la población.
Una niña que esconde su género para no terminar siendo esclava sexual (la
misma hija del director, Matilde Hernández) sigue los pasos de su padre
drogadicto, convencida que la suerte que acompaña a éste se le pegará.
Y todo parece darle la razón, al salir ilesa de un enfrentamiento entre
bandas, recuperando el brazo amputado de un compañerito y poniéndose al
frente de otros amiguitos con el objetivo de liberar a su padre de las garras
de los narcotraficantes.
Buena parte de la bondad de la película reposa en los hombros de Matilde
Hernández y de un elenco de no profesionales así como de un guión del mismo
director que no ahorra sorpresas al espectador.

El realizador mexicano de «Cómprame un revolver con el elenco del filme