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Discurso de Gabriel Boric
Nitu Pérez, una periodista venezolana que caminaba por la avenida Urdaneta de Caracas, vio una cola de gente, cosa que en estos tiempos no es algo extraño en esa capital. Aún así doña Nitu, que con su actitud demuestra poseer entre otros, el único bien inalienable del buen periodista, preguntó al primer parroquiano que tuvo a mano: “Epa amigo, ¿qué venden aquí?”. La curiosidad rindió su fruto, pero la respuesta de su entrevistado la obligó a repetir la cuestión a otros potenciales clientes de aquel particularísimo expendio en la popular avenida caraqueña. La incredulidad, otra virtud del oficio, no daba para menos. “Por veinte bolos te pasan el desodorante de bolita por el sobaco”, fue la respuesta que obtuvo de aquella clientela.
La periodista publicó el fruto de su trabajo de campo en el portal La Patilla bajo el título “Colas para una untada de desodorante”. Entrevistada por una emisora colombiana, la señora Pérez afirmó que “desodorante en spray no hay hace muchísimo tiempo en Venezuela. En bolita se ve eventualmente”. Y agregó que, cuando hacía un diligencia en la avenida Urdaneta, había encontrado “una cola bastante importante” aliviando el olor de las axilas por veinte bolívares la untada.
La escasez de productos de primera necesidad en Venezuela se ha convertido en un arma arrojadiza del régimen de Nicolás Maduro contra la oposición. Cuando algún opositor denuncia las colas, las estanterías de tiendas y almacenes vacíos, la falta de medicinas y alimentos, inmediatamente es estigmatizado como “marioneta del imperialismo”. Queriendo tapar el sol con un dedo, Maduro y sus corifeos niegan una realidad tan palmaria y, por lo que se ve, han acudido al sistema cubano de instalaciones de atrezzo para visitantes ilustres.
En una reciente visita del ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro a Caracas, éste publicó en su cuenta en una red social tres fotografías con las estanterías a rebosar de productos alimenticios y de primera necesidad, acompañadas por un texto en donde el flamante candidato de la izquierda a la presidencia de Colombia se maravillaba de la abundancia de productos que había en el mercado venezolano.
Pero como el régimen de Maduro no da puntada sin dedal la afirmación de Petro le vino al pelo a la canciller Delcy Rodríguez, quien dijo ante el Consejo de la Organización de Estados Americanos, OEA, que la crisis por la que atraviesa el país es un invento del imperio (Estados Unidos) y los medios de comunicación, destinado a debilitar el régimen del presidente Nicolás Maduro. Y como prueba de esa bonanza mostró una de las imágenes del ex alcalde Petro en la red social de un supermercado rebosante de víveres y artículos de primera necesidad.
Con el vuelco que ha supuesto la mayoría opositora en la Asamblea venezolana y las denuncias de la oposición ante la OEA, el régimen de Maduro no ha tenido más remedio que salir del paraguas de UNASUR, creado por Chávez con dinero de los venezolanos a mayor gloria del régimen, a defenderse en el denostado organismo multilateral con sede en Washington.
De hecho, en un intento quizá para que Venezuela acepte una misión de la OEA que acompañaría el proceso de revocación del presidente que está impulsando la oposición, hace unas semanas, el secretario de la OEA, Luis Almagro, sugirió utilizar la Carta Democrática de la organización como vehículo para promover un debate de todos los países de la región sobre Venezuela, sirviéndose del artículo 20 de la Carta, que autoriza al secretario general o a un Estado miembro a pedir la convocatoria del Consejo Permanente en caso de que en otro Estado haya “una alteración del orden constitucional que afecte gravemente el orden democrático”.
En 1960, un periodista sueco que paseaba por Moscú, sintió curiosidad al ver una nueva cola de entre las muchas que agobiaban entonces a la población soviética. Se puso en la fila para descubrir al final de la misma, un salón en donde se exhibían los restos del avión espía norteamericano U2 que hasta entonces se desconocían, lo que supuso para el corresponsal nórdico sacar a la luz uno de los episodios más clamorosos de la Guerra Fría.
Medio siglo más tarde una periodista venezolana, paseando por una avenida caraqueña ante una nueva cola, de las muchas que agobian hoy a los venezolanos, descubrió que sus paisanos estaban allí enseñando la axila para que les untasen desodorante. Su descubrimiento no pasó de algunas modestas referencias en medios de la región. Y es que hasta en eso resulta cutre y casposo el socialismo del siglo XXI, no da ni para exclusivas periodísticas que den la vuelta al mundo.