viernes, 16 de abril de 2021
«La solead del héroe», por Alex FERGUSSON

Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy

Recientemente asistí por curiosidad, a una Rueda de Prensa del Sr. Juan Guaidó, en un espacio público cerca de mi casa. La experiencia me produjo un torbellino de percepciones que, al momento de escribir, todavía estoy procesando.

Más allá de los señalamientos acerca de: a) La deplorable, casi trágica, situación del sistema de salud del país: hospitales y centros de atención colapsados, escasez de personal calificado, falta de recursos instrumentales, de equipamiento, de medicamentos e insumos; b) La tragedia de la ausencia de un Plan de Vacunación y de criterios claros acerca de cómo y a quién se han aplicado las quinientas mil vacunas que el gobierno dice haber adquirido, además del asunto de los retrasos en la adquisición de las vacunas que se requieren; c) El notable incremento en el número de contagios y muertes diarias y, finalmente, del sufrimiento de centenares de miles de compatriotas sin los recursos que les permitan enfrentar, con alguna probabilidad de éxito, la crisis económica y socio-política que padecemos desde hace ya varios años, lo primero que me conmovió fue la percepción de impotencia frente a la situación que el discurso del señor Guaidó mostró.

Se puso en evidencia, ante mis ojos, la soledad de un héroe que, pese a ello, sigue batallando “…más allá de toda esperanza”, como diría Tolkien. Y allí está la piedra angular del aspecto político de la crisis venezolana.

Por supuesto, y con relación al gobierno mismo, no queda duda que, parafraseando al sociólogo y amigo Rigoberto Lanz, “… No estamos lidiando con pensamiento político sino con mazamorra ideológica. No enfrentamos un proyecto de país alternativo sino la furia babosa de odio y frustraciones personales. No se trata de interactuar políticamente con formaciones antagonistas, gente que piensa distinto, sino lidiar con patologías psicopolíticas irrecuperables”; eso ya lo sabemos.

El asunto que me preocupa es haberme dado cuenta de la magnitud del daño que una dirigencia opositora incompetente le ha hecho a las posibilidades de triunfar en la grandiosa lucha por recuperar al país, hoy sumido en la barbarie.

¿Y entonces me pregunto, por qué Guaidó sigue luchando? ¿Por qué los intereses políticos y personales de los supuestos líderes de la oposición siguen privando sobre el bien mayor que es el bienestar de la gente?

No me cabe duda de que una de las principales razones por las que el gobierno sigue allí, avanzando en su propósito de mantenerse en el poder “a paso de vencedores”, es porque no existe un liderazgo fuerte, claro, unido en la diversidad política e ideológica de sus componentes, capaz de despertar, canalizar y potenciar el ansia libertaria del pueblo opositor.

Mientras eso no ocurra, seguiremos navegando, un poco a la deriva, en este mar de calamidades en el cual vivimos.