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Discurso de Gabriel Boric
Venezuela ha demostrado tener más resistencia que un diamante pero hasta los diamantes se rompen. Nicolás Maduro ha dado sobradas muestras de su incapacidad como gobernante pero ahí aguanta y… resiste. Mucho se ha escrito sobre el naufragio anunciado del país y sus responsables pero todo es papel mojado para un Gobierno y un Presidente que, para desgracia de los venezolanos, están haciendo historia.
Maduro debería aceptar un exilio dorado en Brasil o Cuba y marcharse cuanto antes por muchas razones. Para empezar -y para terminar- citaremos siete.
–Primero, porque los muertos que su Gobierno mató no merecían estarlo y porque los vivos no gozan de buena salud. La miseria y el hambre a la que está sometido el pueblo venezolano (más del 70 por ciento es pobre) es responsabilidad suya. No tener qué comer es doloroso y carecer de papel higiénico humillante.
-Segundo, porque la OEA, por fin, no tolera más presos políticos y violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Luis Almagro, el secretario general con un par ha perdido el miedo de su antecesor y pide a gritos democracia. El ex ministro de José Mujica es impermeable a los insultos y su trayectoria como reconocido político de izquierda, le ha quitado la coartada a Maduro, Evo Morales y Rafael Correa, los supervivientes del “eje bolivariano”. Bachelet tendrá que vivir con sus silencios cómplices.
-Tercero, porque los venezolanos tienen derecho a vivir en paz. La violencia del Estado y en la calle resulta insoportable. La “grieta” que padeció Argentina con el kirchnerismo es un chiste comparada con la polarización de la sociedad venezolana. El chavismo uso a su gente de chivatos y delatores de los que no son afines al régimen y eso deja huella. Será difícil la reconciliación pero, por fortuna, inevitable. El tiempo ayudará aunque los fanáticos al principio siembren el camino de trampas.
-Cuarto, porque hasta Cuba mira con desprecio a un Maduro que ha dejado de serle útil. Mientras Raúl Castro y lo que queda de Fidel se arriman a Estados Unidos y abonan el terreno para que el mundo se abra a Cuba o Cuba se abra al mundo (según se mire, parafraseando al Juan Pablo II), Venezuela se aísla en un Caribe donde no faltan tiburones para meterle el diente y digerir mal lo que se puede cocinar bien.
-Quinto, porque si Maduro no pone tierra de por medio corre el riesgo de que se la echen a palas en el cementerio. Los suyos o los otros. Venezuela es un polvorín y las chispas no cesan de saltar dentro y fuera del Gobierno. Al heredero de Hugo Chávez le falta política, liderazgo y formación para frenar un asalto al poder, inevitable, sino acepta el referéndum revocatorio antes de fin de año.
-Sexto, porque su salida es la única salida que tiene con futuro. Cualquier otra opción tendrá fecha de caducidad y después de ésta no le protegerá nadie y terminará, en el mejor de los casos, en el banquillo. Salvo que quiere formar parte de las estadísticas y sumarse a los 17.700 personas asesinadas solo el pasado año
-Séptimo, porque el mundo es otro, porque alguna neurona le debe funcionar, porque la gente quiere trabajar y cobrar cinco días a la semana, porque su familia –incluidos los sobrinitos narcos– deberían preferir un exilio dorado fuera de Venezuela que una jaula con barrotes de hierro en el Caribe. En definitiva, porque Venezuela no se lo merece, porque no es suya sino de los venezolanos y si no es una dictadura se le parece demasiado.