viernes, 10 de febrero de 2017
«América latina, el Papa y Trump»

 

El Papa con Milagro Sala, líder de la Tupac Amaru, hoy presa y acusada hasta de delitosde sangre

Buenos Aires. SAH

Loris Zanatta, historiador de la Universidad de Bolonia, disecciona en una columna del diario Clarín,  la entrevista que realizó el Papá Francisco con  El País de España. Quizás, sería más riguroso decir que, lo que hace este intelectual,  de prestigio mundial, es meter el bisturí en el pensamiento y el corazón del Pontífice. Su columna  en Clarín no tiene. desperdicio. Por esta razón, reproducimos buena parte de la misma.

-«Después de haberla leída, admito haberme equivocado cuando, hace unos días, saludé ciertas novedades en el discurso del Papa. Lo que he encontrado, de hecho, es el Bergoglio de los viejos tiempos: nacional popular, antiliberal hasta la médula. A muchos les gustará; a mi no…»

«El Papa -conitnúa Zanatta- levanta el espectro de Hitler, nada menos, de los “salvadores” que acechan a Europa. ¿Cómo no compartir su temor? Detesto a los “redentores”! Pero me resulta llamativo que los denuncie en Europa y no en América Latina. Después de todo, las democracias europeas están resistiendo la onda de choque del populismo y espero que seguirán haciéndolo. En cambio recuerdo el silencio del Papa a Cuba, redimida por los Castro; el envío del Nuncio a la inauguración de los cónyuges Ortega, salvadores de Nicaragua; su reticencia frente a la dictadura de Nicolás Maduro, el más inverosímil de los salvadores. Me detengo, pero podría seguir. Hay populismo y populismo, en suma: son evangélicos en América Latina y son satánicos en el Norte desarrollado. Sin embargo, tienen en común el desprecio por la libertad y el pluralismo. ¿Por qué algunos serían mejores que otros?

Luego están las palabras del Papa sobre América Latina. “El problema – dijo – es que Latinoamérica está sufriendo un fuerte embate de liberalismo económico”; un sistema que “mata de hambre”. “Liberalismo económico” es una fórmula vaga, y no sé lo que el Papa tiene en mente; sospecho se trate de la economía de mercado pura y simple, como si no hubiera diferencias en su funcionamiento y resultados en Dinamarca o Grecia, en Chile o Guatemala. En realidad, además, no estaría tan seguro que los modelos económicos de la región sean hoy en día tan liberales; algunos más y otros menos, pero todos ellos son modelos mixtos, pragmáticos más que ideológicos; de un pragmatismo que le convendría también al Papa, cuando enfrenta temas tan complejos de nuestro pobre orden terrenal.

Sin embargo, lo que impresiona de tales palabras es la incongruencia con los hechos, con la historia. ¿Acaso las economías liberales no cuentan ningún éxito contra la pobreza? ¿Acaso lo han tenido más las economías basadas en principios no liberales? ¿Ellas no matan de hambre? ¿El drama de Venezuela, la miseria de Cuba, el legado de los Kirchner: no enseñan nada? Al excomulgar el liberalismo económico, el Papa usa los mismos argumentos apocalípticos de los populistas que invocan un Salvador. El señor Hitler evocado por el Papa, era un virulento enemigo del liberalismo en nombre del volk, el pueblo. Cuánta confusión. Pero Francisco no duda: el mal radica en el liberalismo, con el cual no hay conciliación posible; es extraño a su cultura y demoníaco. Más que un Papa revolucionario, como dicen que es, me parece un coherente heredero del tradicional antiliberalismo hispano.

La bendición del Papa a Nicolás Maduro

Parecería mucho, pero hay más, porque el Papa establece un vínculo entre la “economía liberal” y las migraciones. La emigración, observa, “no es solo de África en Lampedusa (…) es también desde Panamá a la frontera de México con EE.UU.”. Y por qué la gente emigra? Problema complejo, respuesta simple: “porqué los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo”. ¿Será así? La mayoría de los migrantes varados en Panamá son cubanos: el Papa podría haberlo aclarado. Huyen de un país donde el liberalismo es prohibido. ¿Acaso no se emigra de sistemas antiliberales? ¿Desde Caracas? ¿Desde Quito? ¿No hay migrantes bolivianos en Buenos Aires? ¿Y dónde se dirigen las personas que emigran? Por lo que sé van a EE.UU. o Europa, hacia los “sistemas liberales”, que aunque estén en crisis y tengan defectos, crean más trabajo y oportunidades de los sistemas no liberales. Son temas complicados y las personas suelen escapar de la pobreza en búsqueda de la prosperidad: deberían ser tratados con mayor precaución, evitando análisis simplistas.

Queda un último paso: “el cipayo, dice el Papa, es aquel que vende la patria a la potencia extranjera que le pueda dar más beneficio. Y en nuestra historia argentina (…) siempre hay alguna postura políticacipaya”. Frente a esa costumbre, “Latinoamérica tiene que rearmarse con formaciones de políticos que realmente den la fuerza de los pueblos”. Son palabras que suenan a manifiesto político nacional popular. Esperaba que esta representación de la realidad latinoamericana, este antiguo y simplista clivaje maniqueo entre el pueblo virtuoso y el oligarca vendepatria que tantas luchas y odios ha causado, fuera ya cosa del pasado. ¿No es acaso el núcleo ideal del populismo latinoamericano, el que de Perón llegó a Chávez pasando por Castro? Ya pasó mil veces: invocando el pueblo contra los cipayos, el populismo suele monopolizar el poder, colonizar las instituciones, deslegitimar al adversario, pisotear el Estado de Derecho, transformar la dialéctica política. Sin, por otra parte, brindar trabajo, ni dignidad, ni prosperidad. Claro: ¿Qué legitimidad podrá tener ese adversario si se lo considera un cipayo, un enemigo del pueblo y de la Nación? ¿Será un relato adecuado al siglo XXI? Amarga leer frases buenas para una tertulia peronista en la boca de un Papa.

Hay mucha ideología en esta entrevista el Papa, que parece erigirse en guía moral del campo nacional popular en América Latina. Ideológico es quien a los hechos antepone sus creencias. Es lo que sucede a Francisco cuando habla de política o economía, temas sobre los que tiene certezas morales, pero conocimientos limitados. No es casualidad que un conocido vaticanista haya invocado una ayuda para el Papa sobre estos asuntos», observa Loris Zanatta antes de poner punto y final con esta frase: «Una cosa es cierta: América Latina está atrapada entre el populismo papal y el de Trump, opuestos y al mismo tiempo tan similares. ¿En qué? Su extrañeza al espíritu liberal».

El Papa Francisco en La Habana con el difunto  Fidel Castro