martes, 8 de junio de 2021
«Argentina, contexto político», por Roberto STARKE/Kike BORBA

CONTEXTO POLÍTICO

Por Roberto STARKE / Kike Borba (STARKELABS)

«El presidente Alberto Fernández apuesta su futuro a una masiva vacunación de la población. Los tiempos electorales se aceleran y Fernández sabe que la reactivación económica se aleja cada vez más. La suba de los precios de los alimentos, su incidencia en el aumento de la pobreza y el alejamiento de la recuperación del salario real le señalan que la economía no acompañará al Gobierno en las elecciones de noviembre.»

Una Vacuna contra la caída de la imagen

El proceso de vacunación se ha convertido entonces en un tema esencial para el Gobierno. De ahí la desesperación de la administración de Alberto Fernández para que entren al país la mayor cantidad de vacunas en las próximas semanas.

En este apuro el Gobierno ha cometido una serie de errores, especialmente en la comunicación, con mensajes confusos y a veces contradictorios de funcionarios como la ministra de Salud Carla Vizzotti o el jefe de Gabinete Santiago Cafiero. Esto contribuye a aumentar las dudas de la gente sobre la capacidad del Gobierno para llevar adelante este proceso.

El punto discursivo más débil del Gobierno se evidencia en las contradicciones sobre la vacuna de Pfizer. La oposición se apoderó del tema, lo instaló en la agenda pública e insiste en la mala praxis del gobierno, que se mantiene a la defensiva.

Las encuestas muestran que Alberto Fernández perdió entre 3 y 6 puntos de adhesión en las últimas semanas, en segmentos de la población que en otros momentos lo acompañaban firmemente.

A la gente no le importan los aspectos técnicos que rodean las gestiones por la vacuna de Pfizer. Asustada por el avance del virus, responsabiliza al Gobierno del fracaso de esas gestiones y por la lentitud con que las demás vacunas llegan al país. Sin duda, esto generó las condiciones para que la oposición sacara rédito del problema.

Los funcionarios del Gobierno son conscientes de la situación y, en su apresuramiento por dar respuestas, se enredaron en sus propias declaraciones. El titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, fue el que una vez más tuvo la mayor capacidad de reacción política y decidió trasladar la discusión a una reunión en el Congreso, para alejarla lo más posible de los medios periodísticos.

Massa convocó a los laboratorios para que expliquen por qué hubo atrasos en los envíos. Probablemente, los directivos no se embarquen en una polémica que puede perjudicar su propio negocio: darán explicaciones generales y más bien formales de lo que está pasando.

No obstante, la discusión por las vacunas comienza a mostrar señales de cierto agotamiento. Además, perderá interés en la medida que el Gobierno logre traer al país más vacunas en las próximas semanas y le dé mayor regularidad al proceso de vacunación. La oposición intentará mantener la polémica, pero sólo tendrá éxito si el Gobierno sigue cometiendo errores.

Tensión de poder en la coalición de gobierno

La presión poco atinada de La Cámpora para avanzar sobre ciertas direcciones de la Superintendencia de Seguros de Salud, que les permitía acceder a varias cajas de alrededor de 37.000 millones de pesos, llevó al presidente a reunirse con la Confederación General del Trabajo (CGT). Alberto Fernández decidió que esas posiciones quedaran en manos de los gremios.

Se trata de un nuevo ejemplo de exceso de presión de parte de La Cámpora, que termina en retroceso. Lo mismo sucede en la Provincia de Buenos Aires con el avance del titular del bloque oficialista en Diputados, Máximo Kirchner, sobre la presidencia del Partido Justicialista (PJ) bonaerense, tema que ya hemos comentado en reportes anteriores.

También muestra que el presidente está decidido a no descuidar a ciertos aliados. Su explicación a los jóvenes de La Cámpora fue que hoy, hostigar a los gremios cuando están negociando las paritarias podría ser un dolor de cabeza para el gobierno.

Hay otras áreas donde AF y el Gobierno sufren fuertes presiones por parte de un sector de La Cámpora y el “Cristinismo” , por ejemplo, la Hidrovía. Se trata de un tema estratégico donde hay actores internacionales de primer nivel con intereses contrapuestos: nada menos que Estados Unidos y China.

Massa, en este caso aliado a AF, resiste el embate de los kirchneristas y sigue con su plan de extender los servicios de la Hidrovía por un año y llamar a una licitación internacional. Aunque es aliado estratégico de Máximo Kirchner en la Provincia de Buenos Aires, aquí Massa juega un rol más equidistante y, por lo tanto, más cercano al presidente.

Probablemente Massa tenga diversos compromisos asumidos con el gobierno norteamericano en la delicada relación de Estados Unidos con China en Argentina, entre los cuales se cuenta no ceder a manos de los chinos esa área estratégica y que el futuro de la Hidrovía se defina a través de una adjudicación transparente y competitiva.

Massa es un operador importante para el gobierno norteamericano, especialmente por su posición dentro de la alianza oficialista. Esto es el resultado de sus fluidos contactos con sectores financieros y políticos de Washington. Y los kirchneristas por ahora lo necesitan cubriendo ese rol.

La encrucijada internacional: Israel, Venezuela y Estados Unidos

En el plano internacional, Alberto Fernández tuvo que enfrentar la fuerte queja de Israel por el apoyo del gobierno argentino a la investigación de crímenes de guerra en el marco del conflicto con la organización terrorista Hamás

El embajador argentino en Israel, Sergio Uribarri, fue llamado en consulta. Pero lo más destacado fue la reacción de la embajadora de Israel en la Argentina, Galit Ronen, que dio varios reportajes en los principales medios periodísticos. “No entiendo cómo un país que sufrió dos atentados terroristas votó a favor de esa resolución”, dijo contundentemente.

Sin duda, al Gobierno le falta claridad en su política exterior y esto lo hace incurrir en serias contradicciones. Sucede que gran parte de esta estrategia no la maneja el canciller Felipe Solá.

Alberto Fernández está buscando convertirse en una suerte de mediador en la pelea entre la oposición y los partidarios del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, para llegar a algún tipo de preacuerdo electoral. El objetivo es lograr mayor claridad en las reglas de juego para las próximas elecciones de ese país.

La tarea no va a ser fácil. Varios personajes de talla internacional como Noruega, el Estado del Vaticano o el español José Luis Rodríguez Zapatero lo intentaron en diversas oportunidades y todos fracasaron. Pero, más que llegar a un acuerdo, el propósito de AF es avanzar en construir confianza con la administración de Joe Biden.

En el Departamento de Estado de los Estados Unidos están preocupados con la cuestión Venezuela. No ven una salida fácil, dado que hay una especie de bloqueo entre la oposición y el “madurismo”. Pero Fernandez intenta lograr abrir algún tipo de camino intermedio. Sabe que el solo esfuerzo le deparará con la administración Biden algún grado de simpatía, un recurso que sin duda necesita.

Los dos ministros de economía

La negociación con el Club de París se prolonga y el ministro de Economía, Martín Guzmán, busca ganar tiempo e intentará lograr una dispensa denominada waiver con respecto al pago 2.400 millones de dólares que no fue realizado el pasado lunes.

Guzmán está tratando de cerrar las heridas que le infligieron los kirchneristas en las últimas semanas. La reunión que mantuvo con Kicillof fue para limar asperezas con quien es el principal consultor económico de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y, por lo tanto, una suerte de ministro de Economía en las sombras.

Guzmán intentó convencer a Kicillof sobre la necesidad de atender algunos requerimientos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Club de París, a los efectos de lograr cierto grado de estabilidad económica y no sufrir las presiones de los organismos internacionales de crédito.

Tiempo de campaña

La apuesta electoral de Alberto Fernández está casi acotada a la Provincia de Buenos Aires. Ahí se definirá su futuro, que no parece promisorio. Si gana el oficialismo, el triunfo será adjudicado probablemente al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Y si pierde, el presidente será señalado como responsable de la derrota.

Fernández ya se ha convencido de que es un presidente de transición y que su mandato termina en diciembre de 2023. No obstante, mantiene resto para definir sus relaciones con algunos de los protagonistas clave en los próximos años: los gobernadores y el sindicalismo, es decir el peronismo tradicional. También habrá que observar cómo maneja sus relaciones con los kirchneristas, donde buscará seguir haciendo equilibrio.

También se aceleran los tiempos electorales para la oposición. El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, no tiene candidato en la Provincia de Buenos Aires, dado que la ex gobernadora, María Eugenia Vidal, no quiere competir. Sólo le queda el actual vice jefe de gobierno, Diego Santilli, para ocupar esa posición, contando con el apoyo de la cofundadora de Cambiemos, Elisa Carrió. Larreta debe resistir las críticas de algunos dirigentes bonaerenses del PRO, que no quieren un hombre de la Ciudad como candidato en la Provincia de Buenos Aires.

El debate de la oposición con el oficialismo por las vacunas está llegando a una suerte de techo. Si es así, lo que queda es la economía y encontrar candidatos competitivos, fundamentalmente en el distrito bonaerense. La educación es un tema del que ya Larreta se apropió, porque el oficialismo lo perdió en una actitud facciosa con la discusión sobre la presencialidad de las clases.

Horacio Rodriguez Larreta afianza su alianza con Vidal, y también con Carrió. En cambio, se amplían las diferencias con el ex presidente Mauricio Macri. Patricia Bullrich, la candidata de Macri en la Ciudad, está dispuesta a competir en una interna frente a Vidal para definir quién ocupará el primer puesto en la lista de diputados de este distrito.

En las últimas horas, Rodríguez Larreta ha decidido dar batalla y quizás comenzar a construir su liderazgo definitivo como jefe de la oposición. “Si hay que competir, lo haremos. Las internas son muy saludables”, dijo.

Larreta no sólo cuenta con datos que le permiten ser optimista con respecto a la candidatura de Vidal en la Ciudad, sino que cree que su padrinazgo la hará más fuerte como candidata en este distrito. La brecha interna en la oposición se profundiza, lo que es inevitable en toda competencia política y la relación con Macri no es una excepción.