lunes, 14 de junio de 2021
«Argentina, contexto político», por Roberto STARKE/Kike BORBA
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Por Roberto STARKE / Kike Borba (STARKELABS)

La campaña electoral está lanzada. Oposición y oficialismo ahora se abocan a las próximas elecciones de noviembre. El oficialismo está preocupado por la situación económica y sensibilizado por disgusto generalizado de la clase media con el gobierno. En tanto, en la oposición hay inquietud porque sus candidatos aún no están definidos y el liderazgo de ese espacio está todavía hoy en discusión.

La posibilidad de algún cambio estructural en la economía, que ya era remota, se posterga hasta después de noviembre. Muy probablemente, las decisiones que tome el Gobierno no sean sobre la macroeconomía sino solamente para fomentar el consumo. El oficialismo confía en que si la gente tiene más plata disponible en el bolsillo, tendrá mejores resultados electorales en noviembre.

A partir de la llegada de una cantidad importante de vacunas contra el covid, el Gobierno mantiene la confianza de que este tema va a ir saliendo de la agenda electoral, y que quizás pueda revertir su mala imagen en relación a la gestión y distribución de las vacunas.

La convocatoria del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, para que los laboratorios den explicaciones al Congreso sobre la entrega de vacunas no tuvo el resultado esperaba el oficialismo. El testimonio de Pfizer le dio pie a la oposición para que arremetiera contra el Gobierno en referencia a la aparente discriminación contra los denominados laboratorios multinacionales.

No hay una idea clara en torno a cómo este tema va a incidir en la agenda electoral y en la opinión de la gente. El Gobierno dice que por ahora no va a cambiar la ley, lo que dejó mal parados a los voceros oficiales. Por ejemplo, el presidente de la Comisión de Salud de Diputados, Pablo Yedlin, no terminó de aclarar con precisión por qué motivo no se quiere eliminar del texto de la ley la palabra “negligencia”, cuestionada por Pfizer. A esto se suma que la credibilidad del gobierno vuelve a ponerse en duda después de que el gobierno norteamericano dejara afuera de la lista de destinatarios de vacunas a la Argentina porque son marcas que todavía el gobierno no ha reconocido.

Mientras tanto, a Massa le cuesta lograr la prometida sanción de la “ley de la pandemia”, que la oposición califica de “superpoderes” para el Ejecutivo. Esto obligó al presidente Alberto Fernández (AF) a dictar un nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que se conoció el viernes 14, en torno a la flexibilización de las restricciones que se impusieron para las próximas semanas.

Massa consiguió que el proyecto fuera aprobado en las comisiones, de modo que estuviese listo para llegar al recinto, pero ni siquiera puede garantizar los votos necesarios para lograr su tratamiento. Además de Juntos por el Cambio, el bloque que responde al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, el sector que tiene como referente al ex ministro de Economía Roberto Lavagna, la izquierda y algunos monobloques se niegan a acompañar la aprobación de esta ley.

No obstante, si el oficialismo logra avanzar con una campaña vacunatoria relativamente eficiente, muy probablemente empiece a decaer la preocupación de la gente. Y quizás, como lo muestran algunas encuestas, pueda mejorar la imagen del Gobierno: cuando la gente se vacuna comienza a mejorar su opinión de AF y su gestión.

Pero con el proceso vacunatorio solo no alcanza. El Gobierno viene observando otros países donde, pese a que la vacunación está avanzada, los oficialismos perdieron las elecciones. Está claro que la cuestión central es la economía. Para resolverlo, resulta necesario que la gente cuente con plata en sus bolsillos, especialmente los sectores medios y medios bajos, que hoy le están dando la espalda al Gobierno según las propias encuestas oficiales.

Eso explica la actitud oficial de “dar luz verde” a las negociaciones por salarios en el marco de las reuniones paritarias, que hoy avanzan a su criterio. Al principio, había ocasionado algún ruido la paritaria del gremio de los Camioneros liderado por Hugo Moyano, con un pedido de aumento del 45%. Pero a los pocos días, Sergio Massa, en conjunto con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK), decidieron darle el 40% tanto a los empleados del Congreso como a los mismos legisladores. Y a esto se sumó Luana Volnovich, titular del PAMI (Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados), que le acaba de otorgar a sus empleados el 43% de aumento.

Estas decisiones no pasan por las manos del ministro de Economía, Martín Guzmán, por lo que su figura continúa debilitándose frente a los organismos internacionales de crédito con los cuales estamos negociando.

Guzmán está abocado exclusivamente a avanzar en un principio de acuerdo con el Club de París, al vencer la prórroga de 60 días, para que se dictamine un perdón o waiver por la deuda que había que abonar. Esto permitirá ganar tiempo hasta después de las elecciones, pero también implica cumplir con ciertas condiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El acuerdo con el Fondo también estaría avanzando, aunque nunca se sabe cómo podría reaccionar el ala dura de la coalición oficial. Quizás con alguna declaración de último momento, pueda llegar a descolocar al ministro una vez más en su carácter de negociador de estos temas.

A pocos meses de las elecciones de medio término, tanto el Gobierno como la oposición tienen problemas para designar candidatos en los distritos más importantes. En la provincia de Buenos Aires, el oficialismo no cuenta con un candidato atractivo y por eso suenan varios nombres. La organización ultrakirchnerista La Cámpora postula a Volnovich, una conspicua militante de ese sector. Por su parte, Massa se inclina por Daniel Arroyo, el actual ministro de Desarrollo Social.

Por otro lado, algunos sectores kirchneristas insisten en que la figura ideal es el actual embajador en Brasil, Daniel Scioli, un hombre moderado que puede atraer el voto de los sectores medios que buscan candidatos menos radicalizados.

Más allá de que se logre algún grado de reconstitución del salario, el oficialismo advierte que revertir el mal humor social no va a ser sencillo. AF sigue siendo una figura que va a tener algún grado de participación en la campaña, al igual que el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Los dos son muy conocidos, aunque hoy tienen un alto nivel de rechazo.

Por supuesto que el oficialismo también está confiando en la marca “Frente de Todos”, que tiene algún grado de penetración en muchos sectores. En la medida en que mejore el proceso de vacunación, haya algún alivio económico o por lo menos que la gente tenga más dinero para gastar, y que los candidatos del oficialismo se ubiquen más al centro, el Gobierno confía en obtener buenos resultados, particularmente en la provincia de Buenos Aires.

La situación no es mucho mejor en la oposición. Más allá de las internas, todavía no está claro quiénes van a ser los candidatos aunque el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aire, Horacio Rodríguez Larreta (HRL), intenta administrar la interna, por ahora con poco éxito. Es que la construcción de un liderazgo exige algo más que dialogo con todas las partes interesadas e intentar armar listas contentando a todos los sectores involucrados.

La oposición cuenta todavía con el interrogante de si la ex gobernadora María Eugenia Vidal va a ser candidata y dónde. Al parecer, la decisión ya está tomada y se volcaría al distrito de la ciudad de Buenos Aires, lo que deja un poco huérfana a la oposición en la provincia, pero abre una controversia con Patricia Bullrich que aspira a presidir la lista de diputados en CABA.

En el caso de que Vidal no acceda a ser candidata en la PBA, existe la posibilidad de que HRL imponga al actual vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires. Pero esa estrategia tiene algunos inconvenientes, dado que su grado de conocimiento proviene de la ciudad y genera resistencias en algunos intendentes de Juntos por el Cambio (JxC).

No obstante, en una reunión que se llevó a cabo hace unos días, HRL intentó ordenar la interna y le requirió a gran parte de la cúpula de JxC acordaran no hacer públicas sus discusiones. Estas peleas mostraban desorden interno, que no ayuda a esta fuerza opositora a enfocarse en las elecciones de noviembre.

También existen dudas respecto de la estrategia del ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el llamado “peronismo disidente” en la provincia. En el sector interno de JxC representado por el ex candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto y Joaquín de la Torre plantean que el “peronismo republicano” o disidente debería salir de la coalición opositora y hacer una alianza con Randazzo.

Lo cierto es que Randazzo está avanzando en algunas definiciones, conversa con algunos dirigentes de la provincia de Buenos Aires que han quedado a la deriva y ha iniciado incluso negociaciones con el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray que, como recordaremos, tuvo una discusión muy fuerte con el titular del Bloque de Diputados oficialista, Máximo Kirchner, por la presidencia del Partido Justicialista (PJ) bonaerense.

Los resultados de Misiones, donde el partido oficialista de esa provincia se terminó imponiendo por más del 40% de los votos y JxC salió segundo a bastante distancia, prueban que el fenómeno local va a prevalecer en gran parte de las provincias.

Por lo tanto, para la oposición quedan pocos distritos importantes para ganar en forma decisiva. Sin duda, la ciudad de Buenos Aires es uno y HRL tiene algún grado de responsabilidad, porque necesita superar su marca anterior que fue muy alta, por encima del 60%. Pero fundamentalmente la cuestión está en las provincias del centro: Mendoza, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, donde JxC puede hacer un buen papel si presenta candidatos adecuados y un discurso atractivo para muchos de sus sectores.

Como dijimos, AF puede llegar a ser una figura interesante para la campaña electoral en los próximos meses. Sin embargo ha generado algunas dudas, incluso en sus mismas filas. El reciente episodio durante la visita del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en donde terminó muy mal parado con una frase desafortunada que dijo en la conferencia prensa, hizo dudar a m uchos kirchneristas que en estos momentos están diseñando la campaña electoral. Su referencia a que “los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva y los argentinos, de los barcos” hizo sonar todas las alarmas.

No hay que descartar que el costo de sus declaraciones, por el grado de repercusión que tuvieron, no haya caído bien en muchos sectores cercanos al Gobierno que se sintieron frustrados. Además de dejarlo descolocado frente a México y Brasil, esas palabras también pusieron en duda su grado de convencimiento con la ideología de que los pueblos originarios son parte decisiva de la coalición de Gobierno.

El discurso de AF cuenta con algunos baches profundos, producto de su espontaneidad y de la falta de alineamiento con las directrices que le puedan dar los encargados de la comunicación.

Los resultados de las mediciones de imagen del presidente en los sectores medios no son buenos. Alberto Fernández tiene problemas al buscar protagonismo, y esto muchas veces resulta muy costoso para él y para el Gobierno en general.

La felicitación que le envió posteriormente al potencial nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, antes de ser proclamado oficialmente en su país, también generó ruido. Pero todo esto no nos debe hacer olvidar que AF está convencido de que su alineamiento debe ser con figuras como los ex presidentes de Brasil, Lula Da Silva, o de Bolivia, Evo Morales, personas que militan en los regímenes de la izquierda latinoamericana, que pertenecen al llamado Grupo de Puebla.

En las próximas semanas habrá que seguir mirando de cerca el impacto en la opinión pública de los errores no forzados del presidente, la evolución de la vacunación, y la marcha de la economía. Ante una mayor presión, todos los políticos tienden a cometer más errores, pero AF está superándose a sí mismo. La oposición mira expectante e intenta sacar rédito.