lunes, 28 de junio de 2021
«Argentina, contexto político», por Roberto STARKE/Kike BORBA

Por Roberto STARKE / Kike Borba (STARKELABS)

Las campañas políticas comienzan a dominar el escenario electoral y a concentrar casi toda la atención política sobre sus protagonistas, tanto de la oposición como del oficialismo. Ambos sectores intentan encontrar liderazgos y discursos adecuados para ir a la búsqueda de segmentos sociales vacantes.

El oficialismo sabe que no puede esconder al presidente Alberto Fernández (AF). Por eso, pese a estar devaluado, AF va a tener algún protagonismo. Sin embargo, es la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) quien va a jugar un papel determinante en la campaña electoral del Gobierno. Habrá también una activa participación del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof (AK).

La aparición de CFK días atrás en La Plata tuvo como objetivos darle certeza a la militancia kirchnerista sobre su participación en la campaña y ordenar la gestión del Gobierno, que ella piensa que es decididamente mala. Precisamente, se ocupó de “bajar línea” a esa militancia con un discurso que, si bien tuvo algunas connotaciones interesantes, dejó también muchas dudas.

Abordó temas sensibles como la reestructuración del sistema de salud. Esto provocó malestar, tanto en el sindicalismo como en el empresariado del sector. Los sindicatos ya tienen serias dudas sobre la marcha del Gobierno y las posibilidades de lograr su apoyo, y temen por las obras sociales. Saben que es una caja de recaudación muy codiciada por los kirchneristas.

En tanto, los empresarios salieron a criticar fuertemente el anuncio. Claudio Belocopitt, que preside la Unión de Entidades de Salud que agrupa tanto la medicina prepaga como las obras sociales, denunció que el Gobierno va por la estatización del sistema de salud. Belocopitt es consciente del pánico que esto genera.

Esto hizo que el Gobierno retrocediera. Tanto el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, como la misma ministra de Salud, Carla Vizzotti, debieron salir a aclarar que no se trataba de una estatización y que el proyecto no estaba en carpeta para ser tratado.

El oficialismo no tiene claro su discurso. Hay consenso en que tienen que moderarlo, pero al mismo tiempo deben mantener una base importante que los siga y los apoye. Esos votantes con posiciones más extremas necesitan de la presencia proactiva de CFK y AK.

Esto mismo se ve reflejado en la indefinición con respecto a las dos mujeres que se perfilan para presidir la lista de candidatos en la Provincia de Buenos Aires. Una es Victoria Tolosa Paz, de estrecha relación con AF, hoy al frente del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. La otra es Fernanda Raverta, la directora Ejecutiva de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES), apoyada por el kirchnerismo.

En algún momento hubo versiones de que el propio Cafiero podría ser candidato. Pero el presidente prefiere mantenerlo como jefe de Gabinete. AF es consciente de que si pierde esa posición, CFK la va a ocupar con uno de los dirigentes de su círculo. Por eso, decidió blindarlo nombrando a Cafiero como “jefe de campaña”. Y, al mismo tiempo, salió a proclamar la necesidad de que todos los ministros defiendan la gestión de Gobierno.

La oposición no está en una situación mucho más cómoda, ya que necesita definir sus candidatos en medio de una puja interna que no terminan de resolver. Hubo una reunión entre el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta (HRL), y el ex presidente Mauricio Macri (MM). También se reunieron los principales referentes de la coalición opositora. No parecen haber llegado todavía a una conclusión. Dieron la sensación de estar todos a favor de la unidad, pero nadie termina de definir que costos impondrá dicha unidad.

La oposición no es una organización compacta, sino una coalición de intereses heterogéneos. Existe un partido histórico, la Unión Cívica Radical (UCR), que hasta hace poco tiempo carecía de candidatos competitivos. Ahora lo tiene al neurocientífico Facundo Manes, que representa un problema para el PRO (Propuesta Republicana) en la Provincia de Buenos Aires. A esto se suma la Coalición Cívica (CC), que sigue teniendo en Elisa “Lilita” Carrió una referente casi inamovible, y que concentra gran parte de la atención de los medios y de la opinión pública en general. Lilita se ocupa permanentemente de mantener su vigencia y no deja que el PRO avance sobre su influencia.

Precisamente, en el PRO conviven dos figuras importantes. Una es Macri, que quiere seguir vigente pese a su alta imagen negativa. Y el otro es Rodríguez Larreta, que ya está alentando su proyecto de ser candidato a presidente en el 2023, también confirmado por Macri públicamente. Sin duda, HRL debe enfrentar aún una serie de inconvenientes para saber si en el 2021 sus candidatos pueden llegar a tener un protagonismo más activo.

También están los caudillos provinciales, como por ejemplo en Córdoba, Mendoza, Jujuy y Corrientes. Gran parte de los gobernadores buscan primero el éxito local con sus propias candidaturas y seguidores. Recién después observan y se preocupan del orden nacional.

Finalmente, están los independientes: José Luis Espert, Ricardo López Murphy y algunas otras figuras, que ocasionan algún tipo de ruido dado que también quieren entrar en las listas.

También el vicepresidente del Senado, Martín Lousteau, necesita protagonismo y se ha ocupado de hacerse postular por el gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, como un potencial candidato en la Ciudad. Esta es otra complicación para HRL, ya que se suma a una larga lista de aspirantes que no le permiten lograr la consistencia necesaria en la coalición opositora.

El Gobierno también está en problemas. Los ejes de la campaña electoral serán las vacunas y la economía. Avanzar con la vacunación es una cuestión vital. Mientras que desacelerar la inflación y potenciar los ingresos de la población es quizás una de las recetas que el Gobierno tiene para las próximas elecciones. Además del “efecto aguinaldo” en julio, se requiere reactivar la economía y, al mismo tiempo, mantener la cotización del dólar bajo control. Aunque el dólar libre parece estar escapándose en estos últimos días.

El Gobierno apuesta a volcar recursos importantes al mercado, y que en los meses de septiembre, octubre y noviembre la gente sienta que la economía se está reactivando. A esto debemos añadirle el gasto social, que el gobierno le presta mucha atención y en el que piensa volcar 1000 millones de pesos en programas como la tarjeta Alimentar que conduce La Cámpora y el programa Potenciar Trabajo, en manos del Movimiento Evita.

En las últimas semanas, el frente externo se ha manifestado como un tema sensible. Para el Gobierno, existe un factor ideológico importante en la definición de la política exterior que está por encima de los intereses del país. Esto, que parece una contradicción, en realidad responde a la idea de que la política interna manda sobre la política externa y muchas veces la condiciona.

Las idas y vueltas en torno al tema Nicaragua en los últimos días es una prueba cabal de esto. La idea del Gobierno es evitar una pelea con los Estados Unidos y por eso siguió a México en las decisiones de los últimos días. La primera fue no acompañar el documento de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) contra las violaciones en ese país. Pero la otra fue retirar los embajadores de Nicaragua. Esta ha sido una estrategia acordada con México, que tiene intereses diferentes a la Argentina, en función de no tener actitudes solitarias.

El Gobierno no quiere distanciarse de los Estados Unidos porque necesita su apoyo, no solamente en términos financieros sino también políticos y estratégicos. EE.UU. tiene una gran preocupación por la región, donde observa mucha disconformidad con las elites gobernantes, aumento del crimen organizado, debilitamiento del Estado, aumento de la presión por parte de la opinión pública para aumentar gastos, un discurso cada vez más nacionalista, y finalmente la influencia creciente de China y Rusia.

El Gobierno conoce las preocupaciones de EE.UU. y mantiene canales abiertos con su gobierno. El titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en su viaje de la semana pasada estuvo tratando de amortiguar muchas de las decisiones que toma el oficialismo. Massa trató de explicar que no se trata de un alineamiento antinorteamericano sino que la intención es mantener una actitud mediadora en la región que le permita al presidente Fernández y a la Argentina ser un interlocutor legítimo frente a los gobiernos de la izquierda latinoamericana, como son los casos de Venezuela y Nicaragua.

El reciente episodio en torno a la cuestión de la Hidrovía es bastante significativo para mostrar que la coalición oficialista no tiene la homogeneidad que muchos le adjudican, ya que hay sectores internos que discrepan seriamente. Además, se trata de un elemento vital de lo que se llama la geoestrategia regional de la Argentina, donde EE.UU. tiene intereses creados.

El grupo ultrakirchnerista “25 de Mayo”, que ya había surgido casualmente el pasado 25 de mayo con un documento muy duro con respecto a las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca de la necesidad de no ceder en las negociaciones, volvió a hacer su aparición con otro texto donde invitan a llevar adelante la estatización de la Hidrovía, con el argumento del control de la soberanía del río Paraná.

El Gobierno ya se había adelantado a este tipo de reacciones por parte del ala dura de la coalición, con la conformación de una Comisión Bicameral en el ámbito del Congreso Nacional para el seguimiento del tema. No obstante, sectores de La Cámpora salieron a calificar a los dirigentes del grupo 25 de Mayo como “balas perdidas”.

Esto prueba que las divisiones dentro del propio Gobierno en este tema son pronunciadas, y que la promesa que Massa hizo en EE.UU. de que va a haber una licitación transparente a nivel internacional muy probablemente se lleve adelante en la medida que el Gobierno no siga teniendo estas divisiones internas.

Estados Unidos ha insistido en la necesidad de que la Hidrovía no caiga en manos de la influencia de China, y esto es un punto esencial de su agenda regional. Se lo ha advertido en diversas oportunidades a Massa, con claridad: sobre este tema debe haber un solo discurso, y mantenerse.

En las próximas semanas seguiremos viendo negociaciones y alineamientos dentro de las dos coaliciones para definir la oferta electoral en noviembre. Ambos bandos miran de cerca la situación económica y la evolución de la pandemia, que son las claves del humor social.