Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy

Argentina sufre la recta final de las elecciones con la angustia propia de los que se juegan el futuro inmediato y el posterior. Las PASO del mes de agosto, ese invento kirchnerista de falsas primarias obligatorias, se convertirán en una virtual primera vuelta. Los argentinos podrán darse el lujo de votar a cualquiera de los candidatos dispersos que se presentan a la máxima Magistratura, a sabiendas de que alcanzarla es una utopía. Las dos fórmulas que están a pasos de la meta son las que son: Alberto Fernández con Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri con Miguel Ángel Pichetto. 

Los primeros, en teoría, llevan ventaja según los sondeos. Su victoria, de concretarse, sería, posiblemente, por un puñado de votos pero les ayudaría  a fortalecer su posición de favoritos. En simultáneo, previsiblemente, se produciría algo parecido a un oxímoron ya que el espanto disperso hacia el kirchnerismo, cerraría filas en torno a Macri y Pichetto.

El reloj electoral está en marcha y la hora de la verdad se acerca. Pensar que los argentinos son capaces de repetir, por cuarta vez, el error de votar a un Kirchner es, a mi entender, subestimar un país que no se merece sufrir tanto.