EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Adolfo ATHOS AGUIAR, para SudAméricaHoy
Hace un par de años, comparaba los intentos de política judicial del Gobierno Argentino, con los de manejar una piara, atrayendo al padrillo mañero. Otras veces, marcaba algunos notorios signos de fracaso en esa política, que provocaban reacciones equivocadas de los operadores judiciales, que a su vez profundizaban las mañas de la fauna judicial.
Es lamentable insistir con parámetros zoológicos y dichos camperos. Es una limitación argumental, pero es lo que sale. Y, eventualmente, sirve.
La resolución de la Corte Suprema, capturando una causa penal por corrupción, para examinar cuestiones procesales, pinta el cuadro de un pato rengo, deambulando perdido entre un grupo de chanchos rengos.
La sensación de pato rengo de Mauricio Macri es, ahora y por ahora, inevitable. Sus gestos de impotencia son cada vez más claros y evidentes.
En Argentina, y en otros países sudamericanos, se usa la expresión “hacerse el chancho rengo”, para quien se hace el distraído para evitar una responsabilidad.
Casualmente, entre miles de causas, a la Corte Suprema le ha parecido necesario requerir la más emblemática de corrupción del kirchnerismo, o al menos la elegida por el Gobierno para usarla electoralmente, para revisar sus previos pasos procesales y el cumplimiento de las garantías a la defensa. De más está decir que no lo hace muy seguido.
Probablemente, privará al gobierno de su ansiada imagen de la ex presidente sentada en el banquillo de los acusados, mientras enfrenta una elección presidencial incómoda. Mauricio Macri no tiene nada más que ofrecerle a los Jueces que intentó seducir. Como también se ha puesto en evidencia con el dictamen del Procurador Fiscal en la causa del Consejo de la Magistratura, Macri hizo a la Corte su regalo final. Nada le queda en el comedero para cebarla.
No está claro si el gobierno tuvo que ceder algo más, por ejemplo -reclamos sobre presupuestarios- para obtener ligero alivio, a través de un extraño comunicado, por el que la Corte que sólo “aclara” que su intervención no suspende el inicio del proceso.
Son muy entendibles las resoluciones de la Corte Suprema. Es sabido que chancho limpio nunca engorda.