viernes, 23 de enero de 2015
Escuchas, espías, mentiras y un muerto que conmueve al mundo
AMIA

Fachada de la sede de la AMIA con los nombres de las víctimas del atentado

Carmen pequeñaBuenos Aires. Por Carmen DE CARLOS

El mundo sigue atónito lo que sucede en Argentina. El desprestigio de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, de su Gobierno y como consecuencia del país, parece no tener fin. La muerte del fiscal federal Alberto Nisman, tanto si se pego un tiro como si se lo pegaron, ha destapado lo peor del poder y arrojado una imagen desgarradora de Argentina.

Cartel Cristina

Detalle de la manifestación del lunes frente a la Casa Rosada

Nisman apareció muerto el domingo, la víspera de que acudiera al patíbulo que prometía organizarle el oficialismo en el Congreso por imputar a Cristina Fernández, a su Canciller, Héctor Timerman y a otro grupo de colaboradores, como encubridores de los presuntos terroristas que hicieron saltar por los aires el edificio de la calle Pasteur donde quedaron sepultados 85 cuerpos y más de trescientas personas resultaron heridas. “Iremos con los tapones de punta”, advirtió la diputada ultra K, Diana Conti. Traducido a lenguaje legible significa que irían en pie de guerra.

El “cristinismo” ya tenía convocada una concentración para recibir a Nisman como consideraba que se merecía. Su muerte aguó esa fiesta. Igual, algunos leales celebraron la buena nueva de su fallecimiento. El que lo hizo con mayor descaro y levantó suspicacias fue Alex Freire, presidente del Archivo de la Memoria de la Diversidad Sexual. Este personaje, -acusado de robo en EE UU- amaneció el domingo en Twitter con un mensaje premonitorio para Luis D´Elía, imputado por Nisman: -Buen día negrito querido, para Nisman también? El lunes, horas después del hallazgo del cadáver de Nisman, Freire escribe: Si la tocan a Cristina #telodijimos

bandera nisman argentina

Un grupo de manifestantes en la Plaza de Mayo

Funcionarios y diputados kirchneristas instalaron raudos la idea del suicidio que ahora niegan mientras su presidenta seguía muda. Cristina Fernández de Kirchner no había pronunciado palabra, ni siquiera para defenderse cuando Nisman presentó, el miércoles anterior, la denuncia más grave que puede recibir un jefe de Estado en ejercicio en una democracia: ser cabecilla de un plan de encubrimiento a terroristas responsables del ataque a la Amia, equivalente para Argentina a la caída de las torres gemelas en Estados Unidos o a los de Atocha de España.

Fuera de las fronteras de Argentina, Gobiernos, instituciones internacionales, asociaciones de fiscales, magistrados y medio mundo lamentaban la muerte del fiscal especial. Le daban la trascendencia que tiene. En territorio argentino, la gente estallaba de rabia, rescataron las cacerolas y marcharon en muchas ciudades con gritos de protesta y en demanda de justicia.

Por la noche la presidenta reaccionó y se descolgó con una carta en la red social Facebook. En ésta dejaba a Nisman como un suicida y padre irresponsable que abandonó a su hija tres horas en el aeropuerto de Madrid para salir disparado a denunciarla. Además, entonaba la teoría de la conspiración para explicar su imputación y en su hipótesis, colocaba al periódico Clarín como instigador. Dicho de otro modo, decía que a Nisman le mataron para perjudicarla a ella.

La misiva tenía más recuerdos de su vida que del acontecimiento que el mundo miraba sin que ella apreciara la magnitud del suceso. La presidenta, como Timerman, sus ministros, el resto del Ejecutivo y, salvo excepción, un solo legislador oficialista, evitó expresar sus condolencias a la familia del fiscal. Frivolidad en el medio elegido para dirigirse al país y frivolidad elevada al cubo en un texto impropio de un jefe de Estado que difícilmente saldrá bien parado de esta crisis institucional.

Ajena al sentir de los argentinos Cristina Fernández se fue a dormir. 24 horas más tarde un sondeo le informaría que el 70 por ciento de la población no creía en el suicidio y la mitad estaba convencida de que ella y su gente estaban detrás de la muerte del fiscal. El problema engordaba como una bola de nieve y, como los GPS de los vehículos, la presidenta recalculó y escribió otra carta (hasta en inglés). También en FB pero en esta ocasión con un link a su blog.

Alberto Nisman

Sobre el pie de foto…

Ahora Nisman ya no era un suicida, era un pobre hombre engañado por un espía muy malo que se llama Antonio, alias Jaime, Stiusso y su asesinato forma parte de otra conspiración para acabar con ella. La denuncia de ese infeliz, como dejaba al fiscal que designó el ex presidente Néstro Kirchner y que ella mantuvo en su puesto durante sus dos Gobiernos consecutivos, también era una mentira y el asesino… hasta tenía nombre y así lo identifica, a su manera: “en cualquier lugar del mundo, si alguien aparece muerto por un arma que está registrada a nombre de otra persona y esa misma persona resulta ser la última que estuvo con él en vida, le entregó el arma en el mismo lugar del hecho, su casa, y es un íntimo colaborador suyo especialista en informática que trabaja también en la causa AMIA desde el año 2007, resulta cuanto menos raro. Muy raro. Por eso es más que conveniente que se le otorgue mucha protección al Sr. Diego Ángel Lagomarsino”, apuntó.

cristina kirchner

La amenza como defensa

En ese “recalculando”, los diputados K que habían salido a defender a “la jefa” –como si Nisman, en efecto, fuera un daño colateral- se quedaron sin libreto pero el escenario, en lugar de mejorar, empeoraba. Más manifestaciones, en este caso, de la colectividad judía y el mundo abriendo los noticieros un día y otro con Argentina.

Al Gobierno le quedan menos de nueve meses y el fantasma de su incapacidad y de una despedida trágica toma cuerpo. El peronismo, como suele suceder, salió el jueves en auxilio de “la jefa”, algo parecido a una mini liga de gobernadores, diputados con tablas para poner cara de, “sí me importa la muerte de Nisman” y un comunicado de lo que se denomina Consejo Nacional del Partido Justicialista insistió: “Apoyamos enfáticamente a nuestra presidenta”, exigen “el cese del uso de la mentira, la calumnia y la difamación como herramienta política al servicio de oscuros intereses” y, como no, hablan de “desestabilización”, de “caranchos que atacan al gobierno” (aves de rapiña) o de “la mugre” que barniza la demanda contra la Presidenta. En simultáneo, Buenos Aires se adornaba con carteles amenazantes: Ni lo intentes, Cristina somos todos.

La colectividad judía no acudió, por primera vez desde que se organiza, al acto en Cancillería por el día internacional del Holocausto. Las primeras escuchas de Luis D´Elía recibiendo instrucciones del contacto iraní en Argentina se repiten en la televisión y la radio. Argentina sigue consternada mientras el cuerpo de Nisman continúa en el refrigerador, su familia esperando para enterrarle y el mundo, estupefacto, observando.

Escuchas no desmentidas por los interesados