domingo, 2 de enero de 2022
«Brindis de optimismo», por Marta NERCELLAS

Por Marta NERCELLAS, para SudAméricaHoy

 Al arrancar la última hoja del almanaque vencido quisimos hacer un brindis de optimismo.  Pero a contramano de las fechas festivas, el aliento que llegaba desde las entrañas del poder, nos indicó que no era posible. Siguen cocinando patrañas y engañándonos con espejos de colores.

Las manos entrelazadas de “oficialistas “y “opositores” cantaban su villancico de paz y amor. Sólo era necesario repartir migajas de poder para suturar la grieta. Cuando se trata de defender los privilegios de los que gobiernan -sin importar el signo político- es fácil ponerse de acuerdo.  La ideología desaparece ante la luz que encandila iluminando el sillón que les permite perpetuarse en el poder.  Los discursos sólo difieren en las formas, pero nos duelen más los que ponen en crisis la esperanza de cambio.

 El país ya no está al borde del abismo, está cayendo por la ladera y lo hace con ímpetu. Los huesos rotos de la república no reciben un entablillado curador, sino excusas para que otro pague la culpa de la caída.

No importa si el aumento o la creación de nuevos impuestos pisa la producción y asfixian a los productores. Si las prohibiciones, cepos, cancelación y regulaciones sólo anticipan que seguirán las malas nuevas. La anomia boba es la única regla que se respeta. El aumento de la burocracia y los gastos estatales permiten dar conchabo a los amigos y son pecados políticos que no son amonestados por un pueblo agobiado por tanto desatino.

Además ¿Cómo vamos a pedir que tengan escrúpulos si están luchando para la liberación de la humanidad? Las leyes, la propiedad, la libertad son interpretados con la lente de lo políticamente correcto. Podremos diferenciar algunos nombres singulares pero imposible hacerlo en relación con una etiqueta partidaria.

El ”Frente de Todos” habrá perdido las elecciones, pero no sus ambiciones. Disimulan su propia corrupción señalando la corrupción de los adversarios. Se diferencian del resto de los políticos porque ellos “trabajan“ las 24 horas de los 365 días del año para desmembrar los valores republicanos. Ni feriados, ni vacaciones, ni casamientos de hijos les impiden cumplir con el plan que se trazaron:  todos debemos depender del Estado para poder manipular nuestra libertad y la impunidad para los delitos cometidos debe complementarse con una justicia receptiva para asegurar impunidad para los delitos por cometer.  Perdieron las elecciones pero ganan la batalla colonizando los organismos de control, deshilachando  instituciones, vaciando de significado a la ética.

 En los últimos debates quedó sobre la mesa el huevo de la serpiente: el Consejo de la Magistratura. Un organismo que debe seleccionar o separar de sus cargos a los jueces.  La política lo cooptó generando un jurado que premia la obediencia a las ordenes del ejecutivo y extiende su espada amenazadora sobre las cabezas de aquellos magistrados que pretenden preservar su independencia. Lo importante ya no es valorar la prueba acumulada para dictar una sentencia sino descifrar correctamente qué esperan de ellos quienes ejercen el poder.

Las palabras pierden contenido y ya no significan lo que expresan. Intentamos, para tener signos de intercambio, adjudicarle significado a las imágenes. Pero también van por ellas. Los bolsos repletos de dólares arrojados por un funcionario público dentro de un convento, o los que se encontraron amontonados en la caja fuerte de una joven que nunca trabajó, o los millones que contaban los hijos del poder entre bromas y whisky, no son pruebas de la corrupción, aunque no puedan justificar su origen. Esas imágenes son invasiones a la intimidades de los autores del law fare. Nos roban hasta el lenguaje simbólico.

En tres ocasiones y por delitos diferentes que solo tienen en común el nombre de los imputados, los jueces que debían realizar el juicio oral para valorar las pruebas reunida en muchos años de investigación decidieron cancelar el debate, y, revisando lo revisado decena de veces por diferentes jueces, fiscales y camaristas, ordenaron el irregular cierre de las causas.

 Sobreseyeron a quienes planteaban por enésima vez las mismas defensas rechazadas en otras instancias – ignorando la preclusión procesal que la jurisprudencia ha consolidado-. Utilizaron argumentos de fondo y de forma que en cada párrafo demuestran la necesidad del debate.  Dos votos intentaron consagran la impunidad que reclamaban a gritos e insultos los procesados poderosos.  No intentaron disimular su premura, el segundo voto que integró la cuestionada mayoría dependía de una subrogancia que expiraba poniendo en crisis el aire libertario que querían imponer.

El debate permite ver las pruebas, valorar su contundencia y decidir si alcanzan para construir el grado de certeza que requiere una condena. Acusación y defensa confrontan sus razones y los ciudadanos pueden saber si existe justificación para que se trasladen diariamente más de 500 Km para dormir en el hotel de la titular del ejecutivo los obreros de la obra que ella concedió. ¿Son “retornos” a los políticos benefactores o tendrán alguna razón que justifique ese desplazamiento y que puedan ser explicados si no se cancelan las audiencias??

 Nos dicen que no existió “autolavado” porque cuando comenzó a ejecutarse éste no era delito. La coincidencia entre quienes realizaron los actos de corrupción y quienes lavaron el dinero neutralizaba la pena en el 2008. Los ilícitos perpetrados entre el 2011 – año en el que ese quehacer se convirtió en delito- y el 2015- año en el que perdieron las elecciones- los ponen bajo el paraguas de impunidad de la ley previa. Pero no les alcanzó con ese desatino, sino que excusaron también a los hijos de Cristina que no intervinieron en los delitos precedentes porque no eran funcionarios públicos. Pretendieron evitar el debate con afirmaciones que acreditan que lo hecho no sólo era inmorales, sino que era delito.   

 Ignoran el reglamento del Senado y las leyes que limitan sus poderes. Hablan de justicia, mirando cuánto recauda la gorra que ahoga la gallina que gestó el huevo que arrebataron. Las elecciones dependen de la matemática no de la ética, y, como dijera Néstor, hacer política requiere dinero.   El dinero público y el privado es fungible.  Usan el que sea necesario. La cohesión de la tropa de propios y ajenos se logra con el mismo anzuelo: monedas extras y dosis homeopáticas de poder.

Unos robaron vacunas, tomaron decisiones que parecen negociados y no  un plan sanitario, vendieron miedo para inhabilitar nuestra resistencia, sumaron impericia, ideología y capricho para armar un combo que sumó muertos y fundió empresas. Otros silenciaron, acompañaron y cedieron por un trozo de pan.

Los desequilibrios aumentan, los pseudo mapuches intentan acreditar sus orígenes con violencia, las autoridades los apañan y no defienden ni las tierras públicas ni las privadas. Los ataques incendiarios se multiplican, la golpiza a los pobladores e interminables cortes de ruta ponen en crisis hasta la soberanía de algunas regiones.

 Los jinetes atropellan a los que bloquean su paso. Los ciudadanos disparan contra quienes los agreden. Se arrojan bombas incendiarias contra Clarín. El dinero generado por el negocio de la droga se acumula al del juego y otras actividades ilícitas para financiar la política.  La violencia es aceptada como forma de diálogo y la extorsión legitima la negociación.   El Estado presente defiende las cajas de la política e ignora a los habitantes simulando protegerlos.

Las cárceles fueron convertidas en centro de operaciones de la mafia y en locutorio desde el que se imparten las órdenes a los sicarios que matan y siembran el terror, más allá de los territorios donde se negocia la droga.  Ir a cenar con la familia puede significar colocarla en la línea de fuego de los homicidas.

Sentimos el ruido del aire que se fuga del salvavidas al que nos asimos y ahora sí, tenemos miedo.

Cepos económicos, cepo a la memoria y a los archivos fílmicos que contienen declaraciones totalmente contradictorias de quienes nos gobiernan. Las palabras prohibir, regular, limitar, lawfare,  y la culpa la tiene cualquiera menos yo, son las únicas que permanecen inmutables.

Para que no muera la acción colocan en coma inducido los escrúpulos y como la ignorancia es atrevida, cargan la tinta de las lapiceras poderosas para que pueda firmar leyes que condenan a muerte a la república.

Dejó de ser cierto que estemos hechos de palabras como afirmaba Octavio Paz, porque las palabras carecen de contenido.  Derrota es victoria. Liderazgo es perversión.  Víctimas es victimarios.

 No me preocupa  sólo lo que ocurre con quienes nos gobiernan, me desesperan los que los vitorean masticando pobreza y humillación creciente mientras entregan hasta su libertad de pensamiento.

Votamos con decisión a quien confesó que le causaba éxtasis abrazar una caja fuerte. No nos preocupa que nos gobiernen quienes no terminaron su formación secundaria. Aceptamos que se cierren las escuelas o que en ellas se adoctrine a nuestros hijos, que se intente una amnistía judicial sin que se nos expliquen las pornográficas escenas de corrupción, que nuestros legisladores utilicen la inmunidad parlamentaria como mecanismo de impunidad y no como  garantía constitucional de la democracia. Lo sabemos, lo recordamos y brindamos, con optimismo lejano, por el 2022.