miércoles, 10 de junio de 2015
Caso Nisman, un crimen en la escena del crimen


marta-nercellas11Por Marta NERCELLAS, para SudAméricaHoy

En estos días un informe periodístico nos “recordó” un hecho gravísimo que, después de hacer temblar con su contundencia la estructura del poder, ya sólo podía leerse en las páginas amarillentas de los diarios viejos. Hablamos del caso Nisman.

No tengo dudas sobre el importante rol de los medios en la democracia y sobre lo que significa su silencio o su sesgamiento. A veces, cuando los periodistas debaten, sin la más mínima información –y muchas veces sin respeto entre los contendientes, porque devienen en combatientes, en guerreros que luchan muchas veces sólo por tener más segundos de aire- igual repito: gracias por existir aunque en ese instante me enoje. En ese balance imaginario entre daño posible y logros obtenidos, éstos superan largamente a los que generan reproche.

Cuando veía el video del procedimiento realizado luego del hallazgo del cuerpo sin vida del Fiscal Alberto Nisman, impotencia, enojo, tristeza se mezclaban con la sensación de que hemos naturalizado la impericia; la falta de respuestas; la frecuente impunidad que es corolario de los crímenes más terribles. Aunque sea una manera habitual de examinar la escena del crimen la que reflejaban las imágenes que veíamos, no hace falta ser experto para rotularla de, al menos, negligente. No por habitual deja de ser lamentablemente desastrosa.

La investigación criminal debe ser una actividad técnico-profesional que tenga como objetivo reconstruir conceptualmente un hecho reputado como delito. Establecer lo verdaderamente ocurrido e intentar determinar quiénes fueron sus autores, requiere convertir los indicios y evidencias colectadas y estudiadas, en pruebas.

La inmediatez que requiere la inspección de la escena del crimen no debe confundirse con precipitación. La gravedad del hecho obliga a silenciar el ruido de los latidos del corazón agobiado, para dejar que la mente sea la que dirija cada paso, cada movimiento, cada decisión.

Las primeras hipótesis son determinantes sobretodo en el caso de tener que investigar una muerte violenta. Entre el desorden de sangre y angustia la primera hipótesis debe ser homicidio,  porque ésta es la que nos obligará a ser más cuidadosos. Ese estudio pormenorizado de cada elemento hallado en el lugar sólo puede ser ejecutado en ese momento. La segunda revisión ya encontrará modificaciones, desvíos voluntarios o no pero que pueden influir en la corrección de las conclusiones.

Existe un conjunto de ciencias, de disciplinas científicas, de artes y de oficios, cuyas tecnologías y métodos deben ser aplicados directamente sobre los indicios y/o evidencias, para descubrir o verificar científicamente la comisión de un hecho que puede ser delito; pero, para que estos análisis puedan ayudar a calificar lo ocurrido, lo determinante y esencial habrá de ser la forma en la que se actuó en el lugar del hecho.

Si esta primera fase de la investigación no fue profesional y se cometieron errores -con intencionalidad o simplemente por impericia- todo lo que se intente luego carecerá de certeza.

Manipulación de la pistola de la que salió la bala que mató al fiscal

Imagen de la pistola de la que salió la bala que mató al fiscal

¿Lo sabían los primeros funcionarios que llegaron al edificio de Le Parc? ¿Lo conocía el Secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Bernia, cuando ingresó indebidamente al departamento del Fiscal? ¿No sospechó que las primeras dudas recaería sobre el gobierno que él, sin tener razones para hacerlo, allí representaba?

La Escena del Crimen debe delimitarse en la forma más amplia posible, el lugar donde presuntamente se cometió el crimen y las zonas circundantes por donde pudo haber pasado el autor/res e incluso la víctima, deben ser preservadas. Los lugares distantes albergan las huellas del descuido del criminal, allí deben buscarse los rastros con más entusiasmo que junto al cadáver.

El aislamiento y protección de la Escena del Crimen, la búsqueda, ubicación, recojo y traslado de toda muestra de interés criminalístico al Laboratorio para su examen y análisis, debe realizarse preservando la Cadena de Custodia. Eso es esencial para predecir si vamos a encontrar respuestas certeras a los interrogantes que nacen ante la muerte. Esas preguntas se multiplican cuando ese muerto es un Fiscal que investigaba la causa más terriblemente importante del País: el atentado terrorista a la sede de la AMIA pero que, por añadidura, había denunciado cuatro días antes a la Presidente de la Nación e iba a declarar pocas horas después, señalando las pruebas que tenía para aseverar hechos que hacía trepidar las Instituciones de la Nación. Ante esto sólo debían  aumentarse los cuidados siempre obligatorios.

El ingreso del menor número posible de personas adoptando las precauciones del caso no se cumplió. Pero además entre quienes entraron estaban personas que no pueden ser calificadas como neutrales, compañeros de la custodia que no había cumplido con su rol de cuidado, funcionarios que responden a quien Nisman había imputado, personal que arrastraba en su desidia evidencias contaminando la escena. ¿Es difícil pensar que si se colocan las balas manchadas de sangre en el bidet, el luminol daría un falso positivo?

Explicaciones absurdas aumentan la sospecha. Decir que se limpió torpemente el arma en el lugar para ver el número de registro por temor a que la cambien, como si desconocieran que podían embolsarla, cerrarla herméticamente y hacer firmar ese sobre a los presentes para ejecutar aquel recaudo, es sencillamente tomarnos por imbéciles.

Viviana fein, fiscal al frente de la investigación

Viviana fein, fiscal al frente de la investigación

La representante del Ministerio Público reconoce haber llegado al lugar muchas horas después de la muerte y mucho tiempo después del hallazgo del cuerpo sin vida de Nisman. Todo lo ocurrido antes es un misterio aún para quien debe dirigir la investigación. No puede afirmarse cuántas personas estuvieron en el departamento desde qué falleció, sólo se puede asegurar que fueron más de las debidas, que dieron vueltas por el escenario que debió ser aséptico, demasiados individuos que desconocemos por qué estaban allí.

El diálogo entre el Secretario de Seguridad de la Nación y la Fiscal e inclusive sus “aclaraciones”, demuestran claramente que aquel funcionario estaba intentado “dibujar” una puesta en escena. ¿Quién puede creerle a un médico como Berni que tanto tiempo después de estar en el lugar tuviera premura por saber si el Fiscal aún agonizaba? Si no fuera por respeto a los sentimientos de todos los que lamentan su muerte, diría que armaron una sátira. Quienes y por qué, deberían contestarlo los que estuvieron allí perturbando sin motivo y hablando todo el tiempo por teléfono que, aunque no sepamos a quién ni por qué, si aseguramos que congestionaban innecesariamente una central que también debía ser objeto de análisis.

Ni eficacia, ni seguridad ni rapidez, ni selección inmediata de los elementos necesarios para la investigación (fueron apareciendo escalonadamente en cada nueva inspección del lugar),  ni cuidado al recogerlos: a la falta de guantes, barbijos y cofias se suman guantes contaminados con sangre, moviendo evidencias. Todo como si la verdad de lo ocurrido no le importara a nadie. Como si la respuesta -debida, exigida o conveniente- ya estuviera en letras de imprenta.

El secretario de Seguridad, Sergio Berni

El secretario de Seguridad, Sergio Berni

Luego la pelea entre peritos. Todos parecen haber comenzado su análisis por la conclusión y desde ella buscar las evidencias que le permitan sostener una hipótesis con la que ya ingresaron al debate. Tampoco parece que la verdad los angustie.

Cuando estudiamos nos enseñaron que: «El tiempo que pasa, es la verdad que huye«. Acá no hizo falta el paso del tiempo, la verdad huyó en el mismo escenario del crimen. Aún sin poder asegurar (aunque sí sospechar) que el lugar fue manipulado antes del ingreso de quienes anoticiaron la muerte, lo ocurrido después señala como colaboraron en esa huida de la verdad quienes pisotearon el sitio, dejaron ingresar a quienes nada tenían que hacer allí dentro, quienes se olvidaron de las más elementales reglas del cuidado de las evidencias. Las ventanas del departamento estaban cerradas pero por cada rendija de la construcción se escapaban las evidencias. Si se había suicidado, ¿Por qué tanto empeño en enmascarar las evidencias?

La gravedad que ilustraban las imágenes del video que intentó eternizar el registro de la casa donde murió el Fiscal, no se puede relativizar afirmando que siempre se actúa así. Aumenta el agravio. El video compendia lo que no debe hacerse en la escena de un crimen, demuestra además que no se entendía lo que esa muerte significaba.

Era un Magnicidio cualquiera fuera la forma en la que encontró el final de sus días el Fiscal. Sin embargo pese a tanta torpeza, había logrado encerrar la pesquisa en el cajón del olvido. Tuvo que ser un sopapo mediático el que nos hiciera despertar. Un Fiscal dijo: “Fue un crimen en la escena del crimen», crudeza que nos obliga a preguntarnos ¿Fue impericia?

Fotografía trucada que recibió la ex esposa de Nisman

Fotografía trucada que recibió la ex esposa de Nisman