viernes, 22 de julio de 2016
Demasiados timoneles
Reunión de Gabinete de Mauricio Macri. Foto. Presidencia

Reunión de Gabinete de Mauricio Macri. Foto. Presidencia

sudamericahoy-columnistas-carmen-de-carlos-bioPor Carmen DE CARLOS

Argentina se debate entre el espanto del régimen anterior y la angustia del actual. Los ciudadanos, con tantos escándalos, van camino de asumir, como algo natural, el saqueo del Estado. Pocos se sorprenden ya de la magnitud del botín y del modo de amasarlo.

En el camino los argentinos se rascan el bolsillo y empiezan a encontrar poco. La inflación, salvo milagro, terminará este año cerca del 40 por ciento. La clase media siente el ahogo y el castigo más duro. Los planes de contingencia conocidos como subsidios tiene en primera línea a los sectores más desfavorecidos. El resto, hace equilibrios y resiste el embate.

El joven Gobierno de Mauricio Macri, siete meses después de instalarse, encuentra en la población paciencia y serenidad. El “cacerolazo” o «ruidazo» organizado por el kirchnerismo residual (el único hasta ahora) y sectores descontentos, fue un aviso para navegantes pero, de ningún modo, una señal de rebelión a bordo. La gente sabe de dónde viene y en ese proceso la corrupción del kircherismo, con la que se desayuna a diario, favorece al Gobierno.

Cacerolazo de mediados de julio

Cacerolazo de mediados de julio en Buenos Aires

El agotamiento social aún no se ha producido pero algo cambia en Argentina o llegará pronto. La economía doméstica –con la otra- necesita un respiro y para lograrlo el Ejecutivo tiene que resolver con urgencia los problemas. Gobernar, a fin de cuentas, es eso, resolver problemas y no generar nuevos.

Las tarifas de los servicios públicos forman parte de la herencia maldita del kirchnerismo. Hacer de su sinceramiento una transición asumible para la ciudadanía es responsabilidad del Ejecutivo. En el cómo está la cuestión.

Mauricio Macri entre Rogelio Frigerio y Gustavo Lopetegui. Foto. Presidencia

Mauricio Macri entre Rogelio Frigerio y Gustavo Lopetegui. Foto. Presidencia

El presidente Macri recibe de manera constante CEO de muchos países. China, Estados Unidos, España… Prácticamente, cualquiera que proponga traer un puñado de dólares a Argentina tiene las puertas de la Casa Rosada abierta. Si esto es cierto, también lo es que las grandes inversiones no van a aterrizar ahora. Esperan, quieren ver el escenario a fin de año y hacer sus previsiones para el próximo que hay elecciones legislativas de medio término. Esa balanza es la que inclinará la posibilidad de un plan de Gobierno a ocho años vista o un mandato efímero.

En el último escenario los CEO que hoy prometen millones volarán como golondrinas a otro puerto. Para evitarlo, quizás, el presidente debería reflexionar si acertó con ese esquema de media docena de economistas con Cartera y pensamiento propio (Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Alfonso Prat Gay, Rogelio Frigerio, Federico Sturzenegger, Carlos Melconian … )

Para Argentina -y para cualquier país del planeta- es recomendable presentar un  «modelo» claro, concreto y único. No hacer aguas con la economía y en las urnas en el 2017, es el verdadero desafío de Macri. Para lograrlo, quizás, el Gabinete económico debería tener un solo timonel. En su mano estar elegirlo. Candidatos, como se ve, le sobran.