domingo, 3 de enero de 2016
Desbarajuste de la herencia

 

La presidenta de Argentina en una de sus intervenciones en cadena nacional

La presidenta de Argentina en una de sus intervenciones en cadena nacional del pasado año

marta-nercellasPor Marta NERCELLAS, paraSudAméricaHoy

Resulta difícil bosquejar un pronóstico, cuando el diagnóstico aún no fue definido. Con buen criterio, en la búsqueda de valorizar el significado de la palabra y devolver a la verdad el lugar nuclear que nunca debió haber perdido, las nuevas autoridades políticas argentinas no han detallado la “herencia” recibida. Ellos, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito privado, no pueden aceptarla con beneficio de inventario. Hay lo que hay, falta lo que falta y eso es lo que deben administrar. Para saber desde donde parten y sólo para eso, han ordenado auditorías y, hasta que éstas no estén finalizadas no será posible escuchar con precisión cuál es el estado institucional, económico e incluso de recursos humanos que tenemos.

Pero para comenzar a actuar no se puede esperar. Cada hora, cada minuto hay que definir estrategias y políticas.

Parece que tal y como intuimos el desmadre ha sido importante: las áreas de control han sido demolidas; las reservas dilapidadas; cada oficina pública convertida en una agencia de trabajo, en el que no se exigía capacitación ni tarea, sólo era imprescindible “pertenecer”; las leyes dictadas a fuerza de prepotencia y autoritarismo, tenían como único fundamento la orden de quien había alquilado la voluntad de esa mayoría circunstancial; si además, quienes deben intentar arreglar esa situación carecen del número de legisladores necesarios para reformar lo que entienden que hay que modificar y le faltan los recursos imprescindibles ¿Cómo deben o pueden operar en esa realidad?.

Acostumbrados a que la ley sólo debe cumplirse cuando se adecue a su deseo, quienes hoy se han convertido en oposición, se olvidan que es delito de sedición lo que organizadamente realizan desde la hora cero de la asunción de las nuevas autoridades. Pero, además, cuestionan el accionar oficial que, con aciertos y errores, intenta timonear el averiado barco en medio de la penumbra.

macri

Surgen entonces muchos interrogantes: ¿Los Decretos de Necesidad y Urgencia que viene dictando el Gobierno de Mauricio Macri, agreden las disposiciones constitucionales? ¿El titular del Poder Ejecutivo tiene la obligación de convocar a sesiones extraordinarias al Congreso cuando debe definir situaciones esenciales para la vida institucional del país o es una facultad que puede desechar y utilizar las facultades que la propia Ley Fundamental le otorga?

No quiero comparar con la falta de respeto institucional de la que hicieron gala quienes hoy se horrorizan por esta práctica. Creo que quienes maltrataron nuestra democracia deben responder por ello, personal y económicamente. No debemos pagar en silencio los desaguisados hechos sin exigir con vehemencia que respondan con sus bienes y con su libertad si cometieron delito. Pero, son dos juicios diferentes, uno tiene la vista puesta en el pasado y el otro en el futuro.

¿Hay que ser, a esta altura de la historia, dogmático o pragmático? ¿Existen razones de fuerza mayor que justifiquen algunas actuaciones en el borde de lo que las leyes exigen?

Creo que no es una respuesta que pueda darse en forma generalizada. Que hay cosas que deben ser resueltas, por el daño que causan, sin demora. A nadie se le ocurriría esperar la orden de un Juez para arrancarle de las manos y reducir aun violentamente a quien tiene un puñal con el que está hiriendo a nuestro prójimo. Esas causas exculpatorias deben ser esgrimidas si, tal y como parece en algunos casos al menos, el daño que están causando las “trampas” sembradas por la anterior administración siguen perforando la piel de la Nación y dejando heridas que están sangrando.

Algunos se envalentonan diciendo que se debe actuar en espejo con lo hecho por el gobierno anterior. Entiendo que éste es un grave error, para intentar restablecer la institucionalidad nada es más dañino que no respetar las reglas; es cierto que es difícil luchar con quienes no respetan mínimamente las normas establecidas blandiendo el digesto legal. Hay un punto de equilibrio, difícil de alcanzar pero imprescindible: requiere olvidarse de las desmesuras, de la venganza, de la prepotencia y de la imitación al igual que de la ingenuidad, todo con idéntica vehemencia

No hay estructuras firmes de las que agarrarse. Un país para diagnosticar, para proyectar, para definir políticas, para conocer cuánto debe y cuánto le deben pero, especialmente, para saber cómo está su gente y qué debe hacer en ayuda de los más vulnerables, debe tener estadísticas confiables.

Bevacqua y Salvatore

Graciela Bevacqua con Salvatore

La anterior Administración cuando las estadísticas no reflejaron su relato, las dinamitó. No sólo destruyó los números, las proporciones, los sistemas que se utilizaban para los cálculos; para soñar que la destrucción sería definitiva, “aniquiló” a los técnicos y sembró al organismo de patotas (bandas) que sólo sabían de agresiones y amenazas. Su función no era ayudar en la tarea estadística sino repetir la mentira oficial.

¿Cómo reconstruir ese organismo? Las computadoras viejas y destruidas exteriorizan desidia pero pueden ser reemplazadas, sólo es un tema de decisión y presupuesto; la falta de antecedentes, porque se “evaporaron” todas las constancias tras la salida de las anteriores autoridades, pueden irse reconstruyendo con paciencia y tiempo; a los técnicos puede intentar reclutárselos nuevamente y ayudarlos a que puedan olvidar las agresiones recibidas. No sólo el maltrato sino concretos empellones para que caigan por las escaleras o las amenazas, anónimas y no tanto, a toda su familia; pero qué hacer con los “agentes” incorporados a planta que en el mejor de los casos fueron autores de los “dibujos” que respondían a la voluntad gubernamental y en el peor, son quienes ejecutaron las agresiones y las amenazas. ¿Se puede exigir a los técnicos “recuperados” que trabajen haciendo que no ven a sus agresores?

En cada área pasan cosas semejantes. En algunos Ministerios las personas que figuran como dependientes no entran físicamente en el edificio asignado. En algunas áreas el funcionario a cargo, con supuesta estabilidad legal, acredita holgadamente que ha sido colocado en ese sitial para impedir que el organismo cumpla con el objetivo para el que fue creado.

Medidas precautelares de Jueces que carecen de Jurisdicción pretenden frenar decisiones administrativas y ahora, quienes acusaban a la Justicia de ser destituyente e integrar un partido político de oposición, recurren a los Jueces que supieron designar vulnerando las normas de los concursos y de la buena fe, para judicializar las medidas políticas que intentan (con acierto o no) poner orden en el caos recibido.

Tan obvia es la elección del Magistrado para lograr el fin que se pretende, que hacen caso omiso a la necesidad de que sea un Juez Nacional el que decida respecto de acciones de autoridades nacionales, para ellos un Juez local, de La Plata o de La Pampa, puede interpretar a su antojo lo que significa ser un país federal.

Martín Sabbatella

Martín Sabbatella

Se burlaron de la Ley de Medios y del fallo de la Corte activando sólo los artículos encaminados a lograr el desmembramiento del medio que, ahora, les causaba enojo. Desmembramiento que fue el objetivo de la decisión legislativa. Se olvidaron de la exigencia de imparcialidad de quien debía dirigir el organismo regulador, calificando para la tarea a quien demostró mayor genuflexión al poder reinante. Autorizaron transferencias de licencias que la ley prohibía; trataron de monopolizar las voces gritando luchar por la pluralidad y por la destrucción de los medios hegemónicos. En rigor no estaban en contra de la hegemonía sino de que ellos no fueran quienes la monopolizaban. Pero ahora se quejan porque un Decreto de Necesidad y Urgencia intenta desarmar ese ministerio de propaganda partidaria.

Claman por la denuncia de “Traición a la patria” realizada contra quien fuera el Canciller, afirmando que ese delito no está en el Código Penal sino en la Constitución. Son ignorantes o mienten. El Capítulo I del Título IX del Libro II del Código Penal Argentino se denomina justamente “Traición “y allí se define como tal, justamente una acción como la que se le imputa a Timerman. Debía obediencia a la Nación al menos por su empleo y pese a ello prestó ayuda a sus enemigos. La prueba deberá acreditar o descartar la hipótesis, pero lo que se señala es que cuando firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán, en forma clandestina, intentó ayudar a los iraníes a eludir la acción de la justicia argentina que los acusa de ser autores del atentado perpetrado contra la sede de la Mutual Israelita (AMIA) en 1994.

Califican de antiK al Juez en el que recayó el sorteo (Claudio Bonadío) por haber tenido la “osadía” de investigar a los funcionarios del anterior gobierno cuando aún ejercían sus cargos. Obviamente debía ser una audacia imperdonable ya que cada vez que pudieron, los Camaristas que invariablemente favorecieron con sus decisiones a aquel poder, lo separaron de las investigaciones.

La modorra estival no puede instalarse en las oficinas oficiales. Muchos son los temas a resolver y muchos los interrogantes acerca del cómo. El año que terminó comenzó con una muerte, la de Alberto Nisman, que sacudió profundamente todos los estamentos sociales y de la que no recibimos las respuestas imprescindibles. La Justicia permitió que quien debía ser al menos cuestionado por ella fuera quien dirigiera la recolección de prueba en la escena del crimen. Aquellos pisoteos iniciales a los rastros que hubieran permitido reconstruir lo ocurrido no pudieron ser borrados con la tarea posterior. Comenzó mal y terminó de igual manera, con la fuga desde una cárcel de máxima seguridad de tres asesinos que confesaron estar vinculados con el anterior Jefe de Gabinete de gobierno, Aníbal Fernández.

Desolador. Nada parece estar en orden. Un festival de nombramientos, ascensos, pases a planta permanente, transferencia de recursos todo rodeado de un sinnúmero de trapisondas administrativas. Las computadoras oficiales ante el pánico por el cambio de administración “perdieron” toda su información. Quien estaba sospechado de gravísimos crímenes designado como principal candidato a una gobernación. El traspaso de la banda y el bastón presidencial convertido en un sainete ridículo a causa de que quien debía entregarlo no asumió – todavía hoy- que había perdido las elecciones. Marchas y concentraciones para oponerse a un gobierno que no comenzó a gobernar y que, aunque les parezca mentira, fue elegido en elecciones democráticas. La enumeración puede seguir hasta el infinito pero la pregunta es una sola: ¿Cómo se puede arreglar tanto desbarajuste?