viernes, 16 de enero de 2015
Dudas, certezas y la realidad del atentado a la Amia


marta-nercellasBuenos Aires. Por Marta NERCELLAS,para SudAméricaHoy

El 26 de marzo del año 2011 el diario PERFIL nos decía en su portada: “El Gobierno negocia un pacto secreto con Irán para ‘olvidar’ los atentados”. El periodista que firmaba ese artículo, Pepe Eliaschev , recibió toda clase de agravios por esa revelación. De hombre del Mossad a Seudoperiodista. Ofensas e insultos de propios y ajenos. El Canciller, que por esos días programaba un viaje a Israel, negó no sólo a los medios sino al propio gobierno Israelí, la existencia de esas reuniones que tendían a lograr el acuerdo que, lamentablemente, dos años después efectivamente se firmó.

El propio fiscal especial de la causa AMIA lo citó para que aportara pruebas sobre las afirmaciones de su artículo. Ese mismo Fiscal es el que hoy afirma que existió un plan criminal dirigido por la propia Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner para encubrir a los autores del atentado y que el primer paso “registrado” de la maniobra criminal, fue dos años antes en aquella reunión en Alepo, Siria, que denunciara Eliaschev. Esa reunión se realizó cuando Timerman se alejó de la comisión oficial para articular el acuerdo clandestino e ilegal que pretendió asegurar la impunidad de los terroristas prófugos. Sin regateo de costos, se intentó librar de reproche a quienes mataron a nuestros hermanos.

La crisis energética –auto gestionada por el derroche oficial- hacía imprescindible el petróleo persa para poder continuar con el mentiroso relato de una imaginaria “década ganada”. Les daríamos granos en pago, pero la moneda fuerte con la que se abonaba era la sangre de las víctimas del atentado a la AMIA. Nunca hubo explicaciones sobre el viaje secreto de Héctor Timerman a Siria, donde se reunió con el dictador Bashar Al Assad el mismo día que el déspota recibió al colega iraní de Timerman. Nunca se contestó la imputación de Eliaschev. Entonces, como ahora, se agravia al que denuncia, pero no se contestan las acusaciones. Como nos tienen acostumbrados, se insulta al que no se puede comprar o doblegar. timerman

“La Argentina no está más interesada en resolver los dos atentados” afirmaba clandestinamente el Canciller, asumiendo que la voluntad de la “jefa” (como ellos mismos denominan a la Presidente en sus conversaciones grabadas) es la de la Argentina como Nación. Ahora deciden negociar. Necesitan petróleo, venden granos y sin importar que se trata de brazos asesinos, escuchan interesados la propuesta del prófugo Rabbani para entregarle armas a un gobierno que patrocina el terrorismo.  

No son actores menores los que ejecutan el macabro plan. La propia Presidente es quien dirige, decide y elige los partícipes y los momentos, conforme afirma la denuncia de la Fiscalía Especial y que podíamos deletrear en los indicios que fueron dejando. En la Asamblea de Naciones Unidas es ella quien nos comunica su copernicano giro (en rigor desconozco si fue un giro o una exteriorización de convicciones previas) Ahora no reclama más, es momento de sentarse a negociar con los iraníes . No fue un cambio de política exterior lo que informaba. La denuncia nos dice que decidió ejecutar un plan criminal y se respalda para afirmarlo en las palabras pronunciadas por los partícipes de la maniobra, conforme consta en las escuchas que acompaña al pedido de indagatorias y embargos.

El Memorando nos hablaba de una “Comisión de la verdad”. Dijimos desde entonces que era inconstitucional; que ponía en crisis una investigación desarrollada durante años; que se le otorgaban facultades que avasallaban la independencia de los Jueces que intervinieron en el caso. Ahora nos dicen que por añadidura, esa “verdad “ era la previamente consensuada con uno de los prófugos y con el gobierno que no sólo no colaboró con la investigación, sino que ocultó y protegió a quienes eran señalados como culpables de la voladura.

No es nuevo. Debemos reconocer que hay coherencia en las políticas del oficialismo. Las mentiras, el doble discurso, la hipocresía, negociaciones clandestinas, cláusulas secretas, diplomacia paralela, son el núcleo mismo del relato que no es ni siquiera la caricatura de la realidad. Ésta conserva los rasgos principales del modelo original.

El memorando rechazaba y negaba todo lo investigado tras las 85 muertes del 18 de julio de 1994. Se habló del “modelo de Lockerbie” y de realizar un juicio en un tercer país, de buscar salidas alternativas “para encontrar lo único que buscamos, que es justicia y verdad”. Pero el Memorando firmado proponía un camino de impunidad, de eterna extensión de plazos. La única certeza era la comunicación a interpol del acuerdo. ¿Qué razón podía tener este proceder nos preguntábamos, más que intentar levantar las solicitudes internacionales de detención? Deseábamos no tener razón cuando exponíamos estas dudas.

Esas alertas rojas (orden de detención prioritarias que dificultan el traslado trasnacional de los prófugos que éstas señalan) no fueron defendidas por nuestros funcionarios. Fue Interpol la que entendió que sólo un Juez podía levantarlas y que ese acuerdo -además incompleto y no aprobado por Irán- no las conmovía. Después de esta negativa sorpresiva del cuerpo policial internacional, Irán retiró el acuerdo de su agenda parlamentaria.

Acostumbrados a manejar a su antojo las voluntades no previeron que Interpol no hocicaría a sus exigencias. Las alertas rojas no cayeron en forma automática como habían pergeñado. La maniobra delictiva sufrió un surco por debajo de su línea de flotación. El “ruso” ( por Timerman) no había cumplido con parte de lo que prometió, según afirmaban los “socios” en estas reuniones y entonces desistieron de continuar con el plan. Irán no aprobó el acuerdo firmado. Argentina no se resignaba a perder su objetivo. Siguieron sosteniendo lo insostenible. Le hicieron decir al diario de mayor tirada en Irán que Teherán había aprobado el Memorando. Pero los persas sabían de estas negociaciones, conforme lo afirma la agencia Telam (es decir la agencia oficial de noticias de Argentina). Absurdo. Y esto no lo dice la denuncia, lo leímos todos.

La justicia como “descartable”, las víctimas de un atentado criminal como “descartables” cuando objetivos de geopolítica lo aconsejan… Es muy difícil de aceptar. Por eso las dudas ante la denuncia, la angustia y el ferviente deseo de que no sea verdad. Pero lo cierto es que las dudas que despertó el Memorando, la clandestinidad de las reuniones con el País agresor, los cambios en las actitudes de nuestros funcionarios, encajan además en el rompecabezas que parece haberse armado con la denuncia presentada.

Mientras leemos que la Presidente, su Canciller, un Diputado, un ex Juez, personas del servicio de Inteligencia pergeñaron con los agresores un plan para lograr la impunidad de quienes nos atacaron, en un acto que no puede calificarse sino como de guerra, que se unieron para, como dice el fiscal, “fabricar la inocencia de Irán”, deseamos fervientemente que sea mentira. Mientras lo imploramos, los indicios que fuimos deletreando en estos años, no nos permiten albergar demasiadas esperanzasen ese sentido.