viernes, 8 de enero de 2016
El maestro argentino Alejo Pérez toma la batuta en una Roma «inspiradora»

Gonzalo Sánchez
Roma, 8 ene (EFE).- El argentino Alejo Pérez dirige desde el domingo a la orquesta de la Ópera de Roma, una ciudad que, a su entender, es «una fuente de inspiración para todo artista» en la que confluyen sus múltiples «pasados» y su presente.
Pérez (Buenos Aires, 1974) ofrecerá el próximo domingo un concierto para el público romano y, a partir del 22 de enero, dirigirá además una nueva producción de «La Cenerentola» (La Cenicienta) de Gioachino Rossini.
El director, recordado en Roma por su interpretación de «La Nariz» de Shostakóvich en 2013, regresa ahora a la capital italiana que, en su opinión, representa «una fuente de inspiración» para todo artista.
«Es una fuente de ideas, de contacto con los pasados, porque es una ciudad en la cual conviven varios pasados y también un presente. Sigue siendo una metrópoli con una vida cultural artística y cultural fenomenal», señaló en una entrevista con Efe.
Este viernes, rodeado por operarios y técnicos, se afanaba en depurar los últimos ensayos de cara al concierto del domingo, que consistirá en un repaso a la evolución de la música clásica a lo largo de los últimos tres siglos.
Se tratará, según explicó, de «una paleta estética muy amplia» compuesta por el «lenguaje individual» de Beethoven en su tercer concierto para piano, el «desbordante lirismo» de la quinta sinfonía de Sergei Prokofiev y la electrónica «Metástasis» de Iannis Xenakis.
Perez consideró esta última partitura como «un elemento a nivel acústico muy rico» que «va desde lo etéreo hasta lo denso casi cacofónico».
«Es una obra que tiene mucho que ver con la concepción de la música electrónica de los años cincuenta. Refleja toda esta inquietud en esa década por la música electrónica», subrayó.
Como novedad, los organizadores del Teatro de la Ópera de Roma han decidido ampliar el escenario robándole espacio a la platea con la intención de que los espectadores estén más cerca de los músicos.
«Es una iniciativa que tiene sin duda dos razones: una es el tamaño de la orquesta. Por otro lado en la acústica hay una cierta ganancia. A falta de cámara acústica, sin duda, la orquesta se percibe mucho mejor de esta manera», explicó Pérez.
En este sentido consideró «estratégicamente sabia» y «esencial» la idea de mezclar e «inteligentemente ensamblar» repertorios de épocas diferentes.
Por otro lado, a partir del día 22 de enero y hasta el 19 de febrero, el maestro bonaerense dirigirá en ocho ocasiones «La Cenerentola» dos siglos después de la adaptación de Rossini, basada en la fábula del francés Charles Perrault.
«A mi entender es su obra maestra. Rebosante de vitalidad. (…) Hay una abundancia de melodías exquisitas, una tras otra. Después tiene esta cosa tan italiana del ritmo y de la vocalidad, el amor por las voces», valoró.
El maestro argentino sintió su vocación «desde pequeño» y siempre la asoció con «el ideal del hombre renacentista», el que lo domina «un poco todo» en contraposición con el especialista.
«Entiendo que el músico total, el músico íntegro, debe tener experiencia en todos los terrenos: como instrumentista, compositor, orquestador, director, pedagogo y sin duda como estudioso», opinó.
Pérez cumplirá el próximo mayo los 42 años y ha dirigido en Alemania, Lituania, Polonia, Italia o España, donde fue director invitado del Teatro Real entre 2010 y 2011.
Confesó con una sonrisa que este ritmo frenético hace que desconozca lo que es tener tiempo libre pero, al mismo tiempo, lo considera intrínseco a una profesión «atípica para el normal hombre de oficina».
Para Alejo Pérez, que se confiesa «hambriento de repertorio», dirigir una orquesta es, en primera instancia, «una profesión muy solitaria y forzosamente individual».
Define su trabajo como propio de un ser «invisible» encargado de custodiar y defender la obra de «la otra parte del proceso», la del compositor, también enrocado en una situación de invisibilidad para el público.
«Uno tiene que esgrimirse en defensa y en custodio de este bello legado», apuntó, antes de reconocer que se trata de un oficio que «con mucho nivel de trabajo, muchos años y muchas horas interminables detrás, es capaz de darle a uno muchísimo placer».
Se despidió con palabras sobre la música en Argentina, un país «netamente ecléctico» donde, según recalcó, «la vida musical es fenomenal y cuenta con un nivel de curiosidad y de apertura quizás hasta mayor de lo que uno suele encontrar en Europa».