martes, 24 de marzo de 2015
El problema no es quién es (o era) Nisman
la presidenta de Argentina

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner

marta-nercellas11Por Marta NERCELLAS, para SudAméricaHoy

El terrorismo no sólo mata. El terrorismo atemoriza, divide, quiebra la solidaridad entre las personas, dibuja un entramado en el cual la impunidad es el hilo que diagrama el diseño. Las bombas silencian los diálogos y cambian las palabras por sangre.

El estruendo que provocan grita por qué, quiénes fueron, cómo lograremos que respondan por su crimen y evitaremos que sigan ensordeciendo las conciencias con el miedo que provocan.

Las esquirlas se siguen adentrando en la piel social cuando esas preguntas no encuentran respuestas y laceran las almas. Cuando aquellos que tienen la obligación de contestarnos y de darnos seguridad, parecen ofrecerle oxígeno al agresor con sus incomprensibles vaivenes.

En Agosto del 2010 nuestro Canciller, Héctor Timerman, -en la conferencia de prensa que diera junto a la Secretaría de Estado de EEUU Hillary Clinton-, sostuvo con vehemencia que Ahmadinejad protegía a los terroristas.

En septiembre del mismo año nuestra Presidente, Cristina Fernandez de Kirchner, acusó al gobierno iraní de encubrir a los culpables. Pocos meses después se produjo el mayor giro en nuestra política exterior del que se tenga recuerdo, Timerman y Ali Akbar Salehi – canciller Iraní- comenzaron sus reuniones secretas (en rigor clandestinas) que conluyeron con la firma del “Memorando de Entendimiento” .

En enero del 2013 Argentina firmó un arreglo que no puede justificar. Lo hizo con quien no tenía poder para hacerlo cumplir. Para mayor escarnio y gravedad, quien rubricó a nuestro lado, ese incomprensible documento, estaba identificado como el verdugo de nuestras víctimas.

Timerman y Ali Akbar Salehi

Timerman y Ali Akbar Salehi

Los funcionarios de un país que tiene al terror como una herramienta más de su política internacional, eran los generosos interlocutores que solidariamente nos iban a ayudar a descubrir la “verdad” de los asesinatos sufridos.

Creo que algo tienen para   explicar quienes se sentaron a esa mesa. Su torpe astucia no puede seguir generando falsos debates.

Deben finalizar los adjetivos para quien denuncia y comenzar a deletrear sustantivos y verbos que nos hagan entender el por qué de esa conciliación que el ofensor no había siquiera pedido.

En mayo del 2013 Alberto Nisman (el Fiscal que investigaba el atentado contra la sede de la AMIA) presentó judicialmente una serie de pruebas e indicios que señalaban que los terroristas que pretendieron volar los tanques de combustibles del aeropuerto John F. Kennedy en el 2007, tenía vínculo con las personas imputadas en nuestro país por los atentados terroristas. Uniendo los elementos secuestrados en aquella investigación y los reunidos por nosotros, Nisman podía afirmar que desde la década de los ochenta, Teherán había “sembrado” unidades de inteligencia y células dormidas en Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad Tobago y Surinam para exportar la revolución islámica, siendo la Embajada de Irán en Caracas el facilitador de esas redes.  

Nisma, chávez, irán

Nisman, Ahmadinejad y Chávez

El incomprensible pacto que nuestro país había firmado con Irán, fue   retirado por Teherán del Parlamento al que se lo había enviado a poco de su rúbrica. Pero ni ese desaire, ni estas evidencias modificaron la tozudez de quienes han hecho un dogma del nunca regresar sobre sus pasos.

Atacaron primero la Embajada de Israel en Buenos Aires y con irracional insensibilidad creímos que la extraterritorialidad que el Derecho Internacional le concede a las sedes diplomáticas, nos permitía sentir que no nos había ocurrido a nosotros. La indiferencia no fue sólo de la Justicia que tardó en aceptar que debía investigar, también fue de cada individuo, de los ciudadanos.

Los escombros de la Embajada de Israel en Buenos Aires

Escombros de la Embajada de Israel en Buenos Aires

Derribaron luego a la AMIA y recién allí despertamos. Era un acto de guerra y era contra nuestro país. No podíamos seguir haciéndonos los distraídos. Nuestros muertos y nuestra soberanía se unían en el reclamo.

Con parsimoniosa lentitud se fueron reconstruyendo la mecánica de los hechos y señalando a sus autores e ideólogos. Importantes funcionarios del gobierno de Irán eran acusados por múltiples indicios. Es mentira que no hay respuestas en el expediente judicial. Lo que no hay es responsables sometidos a la acción de la Justicia.

Poco antes de morir Nisman presentó una denuncia. Imputaba en ella que habría existido una decisión criminal adoptada en la cabeza del Poder Ejecutivo para encubrir y dotar de impunidad a los iraníes que nuestra investigación señalaba como responsables de la masacre y respecto de los cuales INTERPOL había emitido “circulares rojas”.

Las dudas que describía nos resultaban familiares. Eran las que se nos habían presentado aquel verano del 2013 cuando conocimos ese convenio que el Ejecutivo calificó de “acuerdo histórico”. Cada párrafo de aquella denuncia alineaba nuestras dudas, descalzaba de sus falsos fundamentos las mentiras con las que se pretendió justificar el acuerdo.

La presidente con su canciller, Héctor Timerman

La presidenta y Héctor Timerman

El agresor que nunca se había dignado a contestar nuestras rogatorias ahora estaba sentado a nuestro lado para “ayudarnos” en la búsqueda de la verdad. Ese Irán que exigía que antes de contestar nada de lo que le preguntábamos, nos comprometiéramos a despejar de dudas los nombres de los que considerábamos sospechosos, de repente aparecía como la luz que nos guiaría a la verdad de lo sucedido. Cada artículo del Pacto parecía una trampa.

No había plazos, no existían razones para el cambio intempestivo de conductas ni las del agresor ni de las de los agredidos. Nisman en su denuncia nos dijo que en ese acuerdo no se garantizaba ley ni procedimiento sólo impunidad y nos advirtió que se intentaría deslegitimar la investigación realizada y desautorizar a los funcionarios que intervinieron en ella.

Fotografía trucada que recibió la ex esposa de Nisman

Fotografía trucada que recibió la ex esposa de Nisman

Cuatro días después Nisman aparecía muerto en forma violenta sin que sus muchos custodios puedan explicar cómo sucedió.

Al leer los agravios que se dirigen contra la memoria del fiscal muerto, nos acordamos de su advertencia. No hablaba en vano. No sólo se intenta sembrar sombras sobre la investigación sino que se lo despedaza a él como si se pretendiera, con esa desvalorización de su persona,  degradar la denuncia que dejó escrita. Embarrando al denunciante pretenden enlodar la denuncia y que no puedan leerse ni acreditarse sus claras aseveraciones: no fue un acuerdo, fue un delito.

El problema no es quién es (o era) Nisman, el enigma que debería convocar nuestros desvelos es quién mató a Nisman, por qué lo mataron y cuánto de verdad o falsedad encierra la denuncia que realizó poco antes de morir.

Están cambiando el eje del debate. Sus virtudes o sus defectos no tienen como sanción la pena de muerte y esa fue la que le aplicaron. No importa cuán bueno o malo era quien hizo la denuncia, sí importa determinar si lo que en ella se afirma es verdad. Es tan grave lo que denuncia que no puede cerrarse esa investigación sin recorrerse todos los caminos procesales. No puede descalificársela sin realizarse toda la prueba posible, sin tener la certeza que lo que en ella se afirma no ocurrió.

Las argucias técnicas para cerrar la investigación no cerraran los interrogantes. El agraviar a Nisman ( sin importar si esas descalificaciones son ciertas o mendaces) no devuelve la confianza de quienes ya dudaron cuando conocieron el incomprensible contenido del pacto, cuando vacilaron ante el intempestivo giro de timón de las autoridades argentinas. Esa seguridad es indispensable para reconstruir la institucionalidad que se encuentra también herida de muerte.

El abandono por parte de los ayatollahs del trámite para lograr su aprobación -otra vergüenza para el gobierno argentino que ordenó a sus legisladores un tratamiento exprés que denigró principios republicanos- no borra el delito, si éste como se detalla en la denuncia ocurrió. La declaración de inconstitucionalidad pedida por las instituciones querellantes, tampoco conmueve la ilegalidad que sellaron al firmarlo.

Sesión del Congreso argentino donde se aprobó el Memorándum con Irán

El Congreso argentino cota el Memorándum con Irán

Las reuniones clandestinas, el desconocimiento de nuestra jurisdicción y el imbricado procedimiento que permitiría eternizarse en el camino para adormecer la causa son indicio suficiente para que no pueda resolverse dogmáticamente que se cierre la investigación.

Si se valorara la verdad y la confianza como bienes republicanos, los sospechados deberían exigir que se investigue, que se les permita acreditar que actuaron conforme a derecho.

Intentar abortar la pesquisa, deslegitimar al denunciante pretendiendo ahora que es un venal y un perverso, cuando durante diez años no hicieron siquiera una observación de su actuación, no contribuye a empalidecer las dudas que nacieron mucho antes de la denuncia de Nisman.

En el 2005, cuando Néstor Kirchner le entregaba a Nisman las carpetas en las que supuestamente estaban los archivos secretos de la investigación del atentado, le pidió que trabajara con ahínco porque: “… La sociedad confía en usted” . Los funcionarios del mismo gobierno que lo designó utilizan ahora los peores calificativos para describirlo. Afiches abonados con dineros anónimos pretenden agraviarlo en cuanta forma sea posible.

El ex presidente Néstor Kirhner

El ex presidente Néstor Kirchner

¿Cuándo trasmutó? ¿Después de su muerte? ¿Al realizar la denuncia contra la Presidente y su Canciller? ¿Cuándo adhirió a la solicitud de inconstitucionalidad del incomprensible Memorando? ¿Cuándo deja un funcionario de ser confiable para quienes ejercen el poder? En este caso parece que fue simultáneamente con el momento en el que descorrió la alfombra con la que intentaban tapar la basura que habían escondido debajo de ella.

Un “oportuno” incendio en la mismísima Casa Rosada borra la constancia del ingreso de incómodos personajes a la torre donde se administra el poder. Un agujero en la cabeza del fiscal permite que por él se escape la vida del “inoportuno” denunciante. Los astros se acomodan para vaciar de contenido las graves acusaciones. Que nuestro silencio no actúe como incendio o agujero que permita que esa cadena de casualidades, nos deje sin respuestas.