Por Carmen DE CARLOS

Es el personaje, uno más, que hace subir los colores a los argentinos. Era  juez federal hasta hace unas semanas, pero no cualquiera. Era el hombre que amenazó a un camarero y éste dejó de aparecer con vida. Era el pequeño magistrado que cerraba las causas de la corrupción del poder en tiempo récord. El mismo que pedía botellas de champán por pares, mostraba sus joyas de Bulgari en el prostíbulo «gay» Spartacus y luego dijo que no sabía lo que era. El prostíbulo, no él. Fue el que decoró su despacho como un santuario de vírgenes y Cristos, un chico que se hizo hombre viviendo con mamá y se sintió liberado a la muerte de ésta o eso dice. Fue… una cruz para muchos. Pero sobre todo es y será, la sombra o el rostro más oscuro de lo que puede ser la justicia de un país. Pasen, conozcan y vean con sus propios ojos la verdadera historia de Norberto Oyarbide, el juez que no fue y el bailarín que quiso ser.

Su verdadera historia antes de que el Gobierno de Mauricio Macri le enseño la puerta de salida (la de atrás)

Al ritmo de los los taxistas

Con la música, las lágrimas y el recuerdo de su mamá, a la tele..

El humor que salva a las argentinas

El humor que salva a los hombres