lunes, 28 de octubre de 2013
La rebelión de los barones

Mario Oscar CarricartPor Mario Oscar CARRICART, para SudAmericaHoy (SAH)

No pasaron 24 horas del triunfo del frente renovador en la Provincia de Buenos Aires y ya es posible sacar algunas conclusiones, que arrojen algo de luz a lo sucedido en el cuarto oscuro.

Sergio Massa comprendió perfectamente que la única manera de ganarle al peronismo kirchnerista era atacando en el corazón mismo del poder, aquel que Néstor Kirchner supo ganarse operando directamente sobre ellos: “Los Barones del Conurbano”.

La lectura que hoy hacen todos los medios nacionales es que el electorado castigó al gobierno nacional dándole al Frente Renovador un amplio margen en la Provincia de Buenos Aires (el distrito más importante del país) casi un 12 % sobre el FPV. Esta forma de ver los resultados de los comicios no deja de tener un sesgo de oportunismo e intencionalidad política.

Quizás una segunda lectura un poco más objetiva sea que el resultado del día de ayer en la Provincia de Buenos Aires es consecuencia de la rebelión de los Intendentes del conurbano, los cuales algunos en forma explícita como Giustozzi y De la Torre y otros en forma disimulada, volcaron su apoyo a Sergio Massa.

No resulta llamativo que en Ezeiza, donde el actual Ministro de Seguridad Bonaerense iba como primer candidato a concejal en forma testimonial y en La Matanza (distrito más poblado del país) donde  Fernando Espinoza también iba como candidato testimonial a concejal, haya habido un significativo corte de boleta a favor del Frente Renovador.

Cuando Néstor Kirchner quiso sacarse de encima a Eduardo Duhalde, comprendió que la única forma de hacerlo era operando sobre el corazón mismo desde donde el ex presidente y principal sponsor del arribo K al gobierno obtenía su poder, los intendentes o como se les dice dentro del peronismo “los barones del conurbano”.  Y la operación no consistía en girar grandes sumas de dinero a las intendencias, sino escucharlos, caminando el conurbano, gastando horas de teléfono, haciéndolos sentir participes del poder peronista.

Este fue el principal error del actual Gobierno, creyeron que a los intendentes se los arreglaba con dinero, por eso De Vido asumió el rol de nexo con ellos, ninguneando a Scioli,  con promesas de obra pública, creyendo que los tenía de esa forma en la palma de la mano y no hizo más que producir la mayor desbandada de intendentes en muchos años.

La presidenta prefirió a los chicos de La Cámpora, a Zannini a Kicillof  sobre los intendentes, Ishi, Espinoza, Granados, Giustozzi y otros jefes comunales que se sintieron desplazados y sacaron a relucir el lógico instinto de supervivencia peronista. Massa supo canalizar el reacomodamiento.

Scioli, limitado en sus movimientos, amenazado con el giro de fondos, jugó sus cartas como pudo. Por un lado mostró lealtad (lealtad obligada, pero lealtad al fin) y se alineo al gobierno, encabezando la campaña en la provincia, y por otro lado dejo también que se produzca esta rebelión. Sabía que la única forma que el Gobierno, La Campora, Zannini y demás dirigentes que no apoyan su candidatura, aprendan la lección era mordiendo el polvo de la derrota.

El gobernador conoce perfectamente el pensamiento e idiosincrasia peronista y sabe donde debe trabajar para vaciar a Massa de poder en su carrera presidencial. Intentará dejarle un solo camino posible, la carrera hacia la gobernación de la Provincia porque para la presidencia de la nación el quiere ser el único que corra con la pechera de un peronismo unido.

Para esto seguramente deba trabajar en estos dos años que le quedan para encolumnar tras de sí a los intendentes que ayer en las urnas le dijeron basta a la hegemonía K.