domingo, 2 de abril de 2017
Las marchas pro Macri y contra Santos


Por Carmen DE CARLOS
Su seña de identidad es otra. Las formas –y el fondo- son diferentes. Los argentinos que votaron a Mauricio Macri no están identificados con manifestaciones de bombo y platillo. Lo suyo, más bien, tendía a las cacerolas durante la década Kirchner. Pero el sábado, esos mismos argentinos, le dieron a probar a sindicatos, piqueteros y al núcleo del kirchnerismo que trabaja sin descanso para que Argentina reviente, un poco de su propia medicina: Una marcha en toda regla.
Miles de argentinos se manifestaron, en su día de descanso, por la democracia. Las imágenes mostraban que no había autobuses acarreados. Tampoco “choripán” ni enormes y costosas pancartas ponderando un líder o denostando a otro. La gente que salió a ocupar, en paz, las calles fue a cara descubierta, por su cuenta y riesgo, por “la democracia”.

Muchos de ellos no están felices con Mauricio Macri pero la idea del regreso del kichnerismo les provoca un rechazo que se convierte en algo parecido al cariño. En cierta medida, esa masa ordenada que agitaba banderines y carteles caseros, respondía al latiguillo conocido: No les une el amor sino el espanto.
Paz, justicia (para ver en el banquillo a Cristina Fernández y los suyos), más democracia, clases (por la huelga salvaje de maestros) y la respuesta al “Volveremos” de semanas de piquetes y concentraciones con “No volverán”, resumieron una tarde calurosa en el sentido real y figurado.


El Gobierno argentino no había convocado la marcha pero tampoco la repudió. En rigor, bajo cuerda, animaba a los suyos a “tomar la calle”, según la jerga peronista/piquetero de otro siglo. La jugada le salió bien. Macri y su Gobierno festejaron con moderación. Los manifestantes con enorme entusiasmo.

COLOMBIA


En Colombia el Gobierno de Juan Manuel Santos no tuvo tregua. Ni la tragedia de Mocoa, con más de doscientos muertos, detuvo la convocatoria contra Santos. en todo el país y parte del extranjero (Miami, Madrid y Nueva York) Una veintena de ciudades fueron escenario de protestas contra el Gobierno, las Farc y una Administración que no convierte en boyante la economía familiar. En el “totum revolumt” acusaron al presidente y Premio Nobel de la Paz, de querer ser una copia del régimen bolivariano
“Bandidos, el pueblo está ofendido”, “Votamos para que nos representara no para que nos destruyera”, coreaban en diferentes capitales. “Es una marcha contra el desgobierno, contra un Gobierno que le ha dado la espalda a la ciudadanía y se ha arrodillado ante el terrorismo, que prefiere subirles los impuestos a los colombianos y le pone un salario de 1.800,000 pesos a los terroristas, que dice que va a desarmar a las Farc pero que a la vez los vincula a la Unidad Nacional de Protección y que no sabemos ni cuantas armas les va a entregar”, confiaba una colombiana al diario El Tiempo. Alvaro Uribe se subió al carro del descontento en Medellín pero en otras capitales también recibió críticas y reproches.
Colombia no termina de digerir el proceso de paz y prueba de ellos es que en estas movilizaciones estuvieron presentes pastores de diferentes iglesias, militares en retiro, ex jueces, ex procuradores y gente de orígenes diversos. El conflicto continúa pero, al menos, ya no están en guerra.

foto. Ricardo Pristupluk