sábado, 6 de agosto de 2016
Las prohibiciones de Hebe


sudamericahoy-columnistas-carmen-de-carlos-bioPor Carmen DE CARLOS

La primera vez que entrevisté a Hebe de Bonafini me llamó “fascista”. Me acababa de contar que no admitía en la Asociación Madres de Plaza de Mayo, a mujeres que aceptaran una “reparación económica” por la desaparición de sus hijos. Otro de los requisitos, -me explicaba-, que impedían pertenecer a la agrupación que ella aún preside, era tener bordado en el mítico pañuelo blanco, el nombre de las hijas o hijos que la dictadura (1976-83) había torturado y arrojado al mar, quemado en los hornos de la Esma o enterrado en algún lugar desconocido. Para ella, según decía, no había que identificarlos porque uno eran todos y al hacerlo, la causa perdía sentido. Por eso, lo prohibía.

Por entonces, corría 1996, Sergio Schoklender, juzgado por el asesinato de sus padres con su hermano Pablo, había cumplido su condena y vivía bajo su ala protectora. “Es mi hijo”, me dijo. “Si los hijos de Videla, Massera y Agosti hubieran hecho lo que Sergio, en Argentina habría 30.000 personas más”, sentenció cuando observé que esa situación de virtual adopción era, cuando menos, llamativa dada su historia personal.

Pocos sabían en aquellos años que “las madres” se habían separado y mucho menos las razones de aquella ruptura. Las de la Línea Fundadora, expulsadas por Hebe, me contaron para ABC una versión algo diferente a la suya. “Un día llegamos y había cambiado la cerradura. Se quedó con la firma de las cuentas corrientes, la sede y las ayudas” o subvenciones que recibía de diferentes partes del mundo. El resto, la censura por el nombre en los pañuelos que simulan un pañal o la compensación económica que, por ley, el Estado debía entregarles, era cierto. Hebe lo había prohibido, como también prohibió –sin éxito- la exhumación de los restos de detenidos desaparecidos que fueron descubriéndose en fosas y otros lugares de Argentina y de algún país vecino, como Uruguay.

Veinte años más tarde, Hebe Pastor, viuda de Bonafini, de 87 años, está envuelta en un descomunal desfalco a las arcas públicas. Creó, con el kirchnerismo y Shoklender, “Sueños compartidos”, una organización destinada a la construcción de viviendas con dinero público. El resultado fue la gran estafa. Más de 200 millones, que hoy equivalen a mil, desaparecieron. Con ese dinero 10.000 argentinos podrían tener hoy casa y techo donde cobijarse. Su “hijo”, que aprovechó los años de prisión para estudiar Psicología y Derecho, está procesado por la causa (se movía en avión y vivía a todo tren) pero ella aún no. Al destaparse el entramado de la constructora “Sueños compartidos”, la madre que no lo es, repudió a Shoklender, un sujeto siniestro, dialécticamente brillante y con un ojo clave para reconocer o mirarse en el espejo de personalidades que algunos identificarían como psicópatas.

Marcelo Martínez De Giorgi, el juez al frente de la causa, como otros muchos, pareció despertarse de su circunstancial letargo cuando el kirchnerismo perdió las elecciones con su candidato, Daniel Scioli y su compañero de fórmula, Carlos Zannini en la cabecera de “la boleta”. Esto es, hace apenas un puñado de meses. Los últimos días el magistrado citó a “indagatoria” (imputada) a Bonafini para que se explique ya que era la Presidenta de la constructora y hay documentación, con su firma, que la compromete. Además, le advirtió que o iba por las buenas o la llevarían por la fuerza pública. Ella le desafió públicamente y decidió no ir. En su lugar, le mandó una carta diciendo lo mucho, según ella, que luchó por los derechos humanos y lo poco o nada que cree en la justicia.

El juez, en un acto difícil de entender, eligió la tarde del jueves, día de la histórica ronda de las familias de los desaparecidos en Plaza de Mayo, para tratar (sin éxito) de arrestarla. El resultado era previsible: circo mediático, los kirchneristas resucitados, el regreso de la militancia “K” y de La Cámpora como guardia pretoriana y ella, Hebe, “feliz” (sic). Pletórica, la imputada se fue al balneario de Mar del Plata, prometió que declararía el lunes y aquí paz y después gloria, la suya. Así son las cosas en Argentina con un personaje como el descrito y un juez como el mencionado.

¿Por qué me llamó fascista? Porque entonces, como ahora, yo pensaba que cada madre debe ser libre para decidir si quiere bordar en su pañuelo el nombre de su hijo. También, porque no entendía que dijera que cobrar una reparación histórica fuera sinónimo de “vender la sangre de tus hijos”, como ella afirmaba. Por último, por no entender cuál era el problema en querer exhumar los restos de los desaparecidos para localizar los del tuyo y poder enterrarlo. En definitiva, porque preguntárselo, estaba prohibido.


El general Milani, acusado de violaciones a los derechos humanos en la dictadura, con Hebe de Bonafini. En ese caso, su silencio hizo ruído

El general César Milani, acusado de violaciones a los derechos humanos en la dictadura, con Hebe de Bonafini. En ese caso, el silencio de la presienta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo hizo ruído

Hebe Pastor de Bonafini

Hebe Pastor de Bonafini se quita  el pañuelo donde  ella prohibe bordar el nombre de los hijos

hebe con parrili

Con Oscar Parrilli, el ex jefe de los servicios de Inteligencia del Gobierno de Cristina Fernández

Hebe_de_bonafini con cristina

Con la ex presidenta, Cristina Fernández, viuda de Kirchner.