lunes, 26 de octubre de 2015
El terremoto electoral

macri
Carmen pequeñaPor Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy

Lo hizo sin pretenderlo y sin saber que podía. Mauricio Macri aspiraba a provocar, con modestia, una segunda vuelta contra Daniel Scioli, el candidato que las encuestadoras, el Gobierno y el poder que opera entre bambalinas, presentaban como invencible.

Scioli era para Argentina, hasta hace apenas unas horas, el virtual sucesor de Cristina Fernández de Kirchner. Le faltaba un puntito o menos. Incluso, a micrófono cerrado, los dueños de los sondeos aseguraban que superaba la frontera del 40 por ciento y le sacaría una ventaja de diez puntos a Macri, la diferencia que necesitaba para poder proclamarse presidente electo. No fue así. Todo se fue al traste. Scioli obtuvo casi el 37 por ciento y Macri roza el 35 por ciento.

¿Mintieron los sondeos o mintió la gente? Posiblemente la ausencia de sinceridad ocurrió en ambos lados. El bochorno de las consultoras no tiene límite, tampoco la ausencia de verguenza de un Gobierno que retuvo, deliberadamente, el escrutinio hasta la medianoche. ¿Por qué? Porque en sus cálculos dilatar los datos signfica aplazar la realidad, reventar la fiesta y disimular la derrota. De nuevo, como en estos doce años, confundieron el Estado con el partido. Por fortuna, en esta ocasión, no pudieron decir que fue lo que no fue en las urnas, la oposición armó su propio ejército de fiscales y mecanismos de seguridad. Se acabaron las imágenes de urnas arrojadas en riachuelos o incendiadas, telegramas falsificados y otras «picardías» .

En la provincia de Buenos Aires una candidata de rostro virginal, María Eugenia Vidal, también conocía, sorprendentemente, la cara de la victoria. «Hicimos posible lo imposible», repetía como en un guión de cine. Lo hizo frente a Aníbal Fernández, jefe de Gabinete de Cristina Fernández, un hombre deslenguado, con la ofensa permanente en los labios y, para horror de la población y del Papa, vinculado al narcotráfico. Ese hombre, como las listas de legisladores, como la fórmula de Scioli y Zannini, fueron seleccionados por la presidenta. La derrota, en buena medida, es suya. La segunda parte o el final de esta historia electoral se conocerá en tres semanas, cuando se celebre el ballotage. Hasta entonces, habrá que esperar.