lunes, 29 de agosto de 2016
Patrón y modelo argentino


Adolfo Athos AguiarPor Adolfo ATHOS AGUIAR

El último fin de semana de agosto se realizó una despoblada “vigilia de la resistencia” en la Plaza de Mayo. Máximo Kirchner -Promesa y Esperanza de su Dinastía- culminó el acto espetando: «Este modelo económico es vacío, es gélido y frío como la mirada del presidente”. No le falta razón en el aserto y seguramente, tiene contenidos para juzgarlo. Su Mamita y su Papito fueron grandes batidores del parche de un modelo vacío y sin formulación. Lapsus simbólico asociar la gelidez del modelo a la mirada del presidente, si la imprecisión del de sus padres se debía al estrabismo de Néstor.
Dos meses antes de su muerte Perón anunció al Congreso un, “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” que fijaba sus metas en “la liberación en lo político, en lo económico, en lo socio-cultural, en lo científico-tecnológico, en la lucha por los recursos y la preservación ecológica, en lo institucional, en el papel de los partidos políticos, de los jóvenes, de los trabajadores, de los empresarios, de los intelectuales, de las Fuerzas Armadas, de la Iglesia, de la mujer”. Publicado dos años más tarde, quedó en el misterio como pensaba lograr semejantes metas.
Un modelo, sea económico, político o científico, es una proyección simulada de un universo de variables, no imaginarias ni mera expresión de deseos que en un equilibrio de interdependencia, habrá de conducirse a un fin deseado o previsto. Mamá y Papá Kirchner invocaban recurrentemente el modelo nacional y popular de inclusión y redistribución. En doce años no se lo explicaron a nadie, ni se tomaron el trabajo de dibujarlo o escribirlo. Algunos técnicos nacionales y populares intentaron analizarlo o formularlo vanamente. En algunos casos rozaron el patetismo.
Para el difunto y venerado Aldo Ferrer “el modelo que se inicia con los gobiernos de los Kirchner posee ejes conceptuales que son los correctos desde el punto de vista del desarrollo y de la situación actual del orden mundial. El tema, después, es la ejecución de la transformación, y en nuestro país existen riesgos de desvíos que amenazan los logros que se van teniendo”.

Para Pablo Tigani “En Argentina -desde 2003- no existe un ¨modelo económico¨ en los términos que se podría referir un modelo monetarista, keynesiano, marxista, ni de economía mixta. Quiero postular que lo que prevalece en la economía argentina hace diez años no es un modelo, sino una significación económica y social con identidad propia. Advierto desde lo económico una variedad de instrumentos que componen la dirección de una «construcción social».

Con más sinceridad para Alfredo Zaiat “la política económica del kirchnerismo no es un modelo. Es un proyecto político con objetivos económicos muy claros, que es bastante distinto a la definición de modelo, porque va lanzando iniciativas y definiendo medidas frente a urgencias con el horizonte de cumplirlos. Para no quedar enredados en debates circulares sobre modelos, ya después de más de nueve años de gobierno, sería más sencillo hablar de proyecto político de la economía kirchnerista. La economía estaría subordinada a la política, lo opuesto a la dinámica dominante de las experiencias de gobiernos anteriores”. El modelo era una mera declamación, que no pretendía obtener el fin básico de explicar cómo operaba la sociedad, ni predecir comportamientos o determinar efectos. Como les gustaba decir “no fue magia”, sino simple pensamiento mágico, que perdura hasta hoy.
Es desagradable un tipo opinando sobre hambre, pobreza y trabajo, si sus padres lo han hecho incalculablemente rico mediante el latrocinio que generó esos mismos pobres. No obstante cabe preguntarse si no le asiste razón y si el gobierno Macri superará los buenos deseos.
Al margen de obvias diferencias, Máximo Kirchner y Mauricio Macri son herederos –económicos y culturales- de fortunas amasadas al amparo del Estado y miembros de un segmento social en el que la ley es un obstáculo fácilmente removible, cuando no una herramienta simplemente perversa. Los grupos sociales de referencia de uno y otro no son sustancialmente diferentes, ni razonan ni se motivan diferentemente.

Opina Sergio Berenzstein que ”Macri es todavía un enigma en términos sociológicos, aparece muy pragmático. Una especie de sincretismo de tradiciones. Hay algo de desarrollismo, de pensamientos keynesianos y ciertas cuotas de peronismo light. Y, por supuesto, el discurso institucionalista que en Argentina se vinculó sobre todo al radicalismo en esa última etapa pero que tiene otras raíces, digamos, en la historia argentina”. Eduardo Levy Yeyati, quien resiste vanamente su identificación como gurú del pro, cree que Macri exageró su capacidad de contagiar entusiasmo en sus semejantes.
En ese capitalismo prebendario en que los argentinos nos movemos y sostiene tanto a Kirchner como a Macri, el riesgo empresario y la solidaridad patriótica son conceptos improbables. Queda abierto el margen entre un cambio cultural no expresado, o una simple promesa demagógica de que nadie va a perder nada (particularmente ningún privilegio). En este último sentido parece centrarse la pública preocupación del “círculo rojo” (que se apropia de la pertenencia del presidente, y pretende condicionar el rumbo) y de los sempiternos contratistas de obra pública (que esperan que no cambie nada más que haber ahuyentado al ex ministro De Vido).
Queda en Macri y sus todavía no consolidados equipos superar la vara puesta por Máximo Kirchner.