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Discurso de Gabriel Boric
Por Clara RIVEROS, para SudAméricaHoy
La libertad se trata de ser libre y América Latina se empeña en dejar de serlo. La región atraviesa las horas más amargas de la última década en lo que a libertad de prensa se refiere. Así lo reveló el más reciente informe de Freedom House, que dejó en evidencia las serias dificultades que enfrentan los periodistas.
Sí 2014 no fue un buen año para la prensa, 2015 no permite hacerse muchas expectativas. El atentando a Charlie Hebdo en París, así como las ejecuciones del ISIS a periodistas de diferentes nacionalidades han horrorizado al mundo pero también despejaron dudas respecto a la intolerancia diseminada que hace del periodismo una profesión y un oficio de alto riesgo. Se trata de una guerra en contra de la libertad que combina diferentes formas de lucha e implica a múltiples actores, que en sus versiones más radicales, optaron por los ríos de sangre contra la amenaza extrema que supone la tinta, nótese la asimetría.
Como bien señala Freedom House, en una medición que va de 1 a 199 (siendo el número 1 (Noruega) un país libre y el 199 (Corea del Norte) el caso más extremo de los que no son libres), la censura, encaminada a una pretendida corrección política, es ineficaz y contraproducente para prevenir el extremismo. La poca utilidad que supone, en modo alguno justifica la violación de la libertad, entiéndanse la libertad de expresión y la libertad de prensa como valores fundamentales para la democracia.
El estudio revisa la parte política, jurídica y también económica para definir qué grado de libertad de prensa hay en los países. Los amplios, muy variados y, cada vez más, crecientes métodos para amenazar la libertad de prensa en el mundo son un grave retroceso para las sociedades y constituyen un gran desafío para la defensa de los valores que permiten hablar de democracia, nada menos.
En América Latina solo tres países son «libres», Santa Lucia (13), Costa Rica (18) y Uruguay (40), lo que equivale a un 2% de la población en un ambiente de medios libres. En esta región, los medios y periodistas deben enfrentar la violencia y la intimidación tanto de las autoridades gubernamentales como de elementos criminales.
Algunos de los países “parcialmente libres” reflejan considerables retrocesos. En Brasil (90) medios y periodistas deben enfrentar amenazas, censura judicial, sanciones e impunidad. Cuatro periodistas fueron asesinados en 2014 y otros fueron atacados durante el cubrimiento de las movilizaciones y protestas contra el gobierno Rousseff.
En Perú (92) se produjo un aumento de las amenazas y la violencia contra periodistas. Asimismo, la impunidad en crímenes del pasado y la falta de voluntad política para encarar el problema complican el entorno. Tal vez, el caso más alarmante de los países parcialmente libres sea Argentina (107), en ese país se registraron fuertes tensiones durante 2014. Es de señalar que, la hostilidad del gobierno hacia la prensa crítica ha ido en aumento desde que la presidente Cristina Fernández de Kirchner asumió el poder.
México (139), Ecuador (140), Honduras (152), Venezuela (178) y Cuba (193) son los países que recibieron los peores puntajes para la región. No permiten el ejercicio de la libre expresión, ni la prensa libre. Es decir, no son países libres. Cuba es el peor de todos, ultrajó y detuvo periodistas durante 2014. La censura oficial es la característica definitiva y permanente de ese régimen.
México es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser periodista, mientras que la situación no es mejor en Honduras, donde las condiciones de seguridad amenazan el ejercicio periodístico y la censura oficial por un lado, y la autocensura de los medios y su apoyo al Gobierno, por el otro, asfixian al periodismo crítico, afectando ostensiblemente la diversidad de los medios.
En Ecuador se combinó la hostilidad política gubernamental con el acoso legal, gracias a la Ley de Comunicación vigente desde 2013, que con sus organismos de aplicación se ha esmerado en restringir las libertades y hace de ese país un escenario sumamente difícil para el ejercicio periodístico. Los medios tienen cada vez mayor propensión a la autocensura, so pena de multas y sanciones desproporcionadas.
También se ha dado el cierre de algunos medios y la modificación de la línea editorial en otros, como consecuencia hay una drástica reducción en el pluralismo informativo. Rafael Correa, como es costumbre, desestimó el informe y consideró que Freedom House carece de «solvencia moral». Sin embargo, su discurso altisonante no va a resolver la problemática, solo otorga más elementos que dan razón al estudio, además de dejar en evidencia su marcado autoritarismo.
En Venezuela la situación empeoró debido al aumento en el número de amenazas y de ataques contra la prensa nacional y extranjera, por lo que el cubrimiento informativo ha resultado sumamente difícil.
A lo anterior se suma la falta de transparencia respecto a los procesos de venta y adquisición de medios de comunicación así como los problemas que enfrentan los diarios con la situación económica generada por la administración del PSUV. Los venezolanos no solo tienen la inflación más alta del mundo, también dificultades para obtener divisas y comprar papel. El hostigamiento político, las restricciones económicas y la persecución judicial han llevado a muchos medios a cerrar y a despedir trabajadores, mientras el chavismo continuó con la adquisición de medios para la consolidación de su hegemonía comunicacional.
No terminaba de asimilarse el informe de Freedom House, y como si se precisara una nueva dosis de realidad, el chavismo asestó otro golpe ‘legal’ a la prensa libre, una orden judicial emitida por el juez Alí José de la Rosa Álvarez, «ordenó la incautación del grupo editorial 6to Poder, llevándolo al “cierre forzoso”. Funcionarios de la Oficina Nacional contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo, amparados en una medida judicial, incautaron bienes y obligaron al cierre de la empresa editorial. El Ministerio Público ordenó, adicionalmente, la congelación de las cuentas bancarias del Grupo 6to Poder y de su propietario, por “no poder justificar los altos montos de dinero que maneja, los cuales no declaró” al Fisco, según informó la Fiscalía.
La empresa expresó a través de un comunicado que «los funcionarios procedieron al desalojo del personal que allí se encontraba, ejecutando una medida de incautación de bienes lo que obligó al cierre forzoso de la empresa, dejando sin empleo a más de 70 trabajadores directos».
Leocenis García, dueño de 6to Pode se encuentra detenido desde el 22 de marzo, acusado de legitimación de capitales y de otros delitos por los que ya había sido detenido hace más de un año, en ese momento logró una medida para ser juzgado en libertad.
De otra parte, Teodoro Petkoff, periodista de 83 años y director del diario Tal Cual, agradeció esta semana desde Caracas el premio Ortega y Gasset que le fue concedido por su trayectoria profesional. No pudo viajar a España para recibirlo personalmente, una orden judicial le impide abandonar el país. Petkoff espera un juicio por un presunto delito contra el honor de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, quien lo denunció el año pasado a él y a la junta directiva de su periódico.
Venezuela presenta un escenario lamentable para el periodismo, un país que ha dejado de ser libre y sigue a pasos agigantados el ejemplo de otros que tampoco lo son pero son grandes amigos del régimen chavista: Rusia (181), China (186), Irán (191), Cuba (193) y Corea del Norte (199), que es último o primero, según se lea. No falta mucho.