viernes, 27 de febrero de 2015
El juez Rafecas y el delirio de Nisman
Rafecas

Daniel Rafecas, el juez que que desestimó la querella de Nisman/Pollicita contra Cristina Fernández de Kirchner

 

Carmen pequeñaPor Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy
El fiscal general Alberto Nisman era un mal jurista, un delirante, un hombre con la cabeza llena de fantasías que veía conspiraciones en sueños y las confundía con la realidad.
Nisman debía estar obsesionado con la presidenta de Argentina y una banda de personajes menores para inventarse una fábula como la que plasmó en su querella contra la Jefa del Estado, al dibujar un “panorama de por sí desolador” (las comillas pertenecen al juez Daniel Rafecas).
El tipo, que encima aparece muerto en su cuarto de baño de un balazo y ni siquiera se sabe si fue un suicidio u algo peor (ganas de complicar la vida a los que todavía respiran), no debía tener la cabeza sobre los hombros cuando se le ocurrió incluir  a un canciller judío, como Héctor Timerman, en esa traición contra Argentina entera y los familiares de las víctimas de la AMIA (85 muertos y heridos sin límite por dentro y por fuera de sus cuerpos).

la presidenta de Argentina

la presidenta de Argentina

A Nisman, en definitiva, se le aflojó un tornillo y esa maquina jurídica –mejor o peor engrasada- que funcionó sin queja hasta el 18 de enero (día previo a explicar, voluntariamente, su tesis en el Congreso y fecha de su muerte) fue tan torpe que todo lo que escribió para advertir el pacto (presunto) del Gobierno argentino de CFK con Irán, a cambio de favores comerciales y otros secretos que demandaba investigar, lo único para lo que sirve es para defender la tesis contraria.
Dicho con las palabras de Rafecas para probar que “los sucesos ocurrieron exactamente al revés” de lo que sostenía el malogrado fiscal.
De la resolución de Rafecas se desprende que la Presidenta argentina está cerca de la santidad, que Timerman es un judío buenísimo que se reunía con los iraníes a escondidas poco más o menos para convertirlos, que el diputado Andrés “el cuervo” Larroque cayó en la falsa trama de rebote, que el piquetero y ex funcionario Luis D´Elía es un ingenuo enamorado de Irán que se dejó embaucar por mala gente como el dirigente argentino iraní Yussuf Khalil, otro que se inventa contactos y amigos para darse importancia...  

Fernando Esteche y Luis D´Elía, ambos imputados por Nisman

Fernando Esteche y D´Elía, ambos imputados por Nisman

El magistrado parece que sí advierte que el sujeto (Yussuf) es íntimo de Mohsen Rabbani, el ex consejero de Cultura de Irán en Buenos Aires y prófugo de la Justicia argentina, pero eso y nada es lo mismo. Dicho esto Rafecas considera, con la delicadeza que merece tratar al colega muerto, que su querella era un disparate que “ni puede ser formulado seriamente ante una corte judicial”.
En ese delirio adjudicado a Nisman hay que interpretar -según Rafecas- que el hombre patinaba al asegurar que Argentina prometía la caída de las “alertas rojas” de los prófugos del atentado, a cambio del dichoso pacto/Memorándum. El mismísimo secretario general de Interpol, Ronald Noble, que habla de Timerman -en un mail- como otro santo (aunque sea judío), lo niega. Por cierto, de las ocho “alertas rojas” que dictó Interpol contra los prófugos iraníes, el organismo, por su cuenta y sin la intervención de ningún juez, las dio todas de baja pese a las insistencia del juez Canicova Corral. Posteriormente, daría de alta otras que son las vigentes.
Imagen del fiscal Alberto Nisman

Imagen del fiscal Alberto Nisman

El perfil, grotesco, de Alberto Nisman y su querella, extraído de la resolución del juez Rafecas donde describe una “orfandad probatoria reinante” resulta más ofensivo para el difunto fiscal general en las formas que en el fondo , sobre el que, ahora, deberá pronunciarse la Cámara Federal. 
La querella más importante que se haya presentado contra un presidente en ejercicio el juez Rafecas la despachó en tiempo récord.
Se incorporó el lunes a su despacho y resolvió el jueves. Se supone que, en ese lapso, pudo escuchar cerca de un millar de grabaciones, un fenómeno digno del Guinnes. Sorprende que, con esa velocidad y grado de certeza, desestimará las 48 medidas que solicitó el fiscal Gerardo Pollicita –heredero de la causa de Nisman – para tratar de aclarar las cosas con una investigación más exhaustiva que permita desentrañar la verdad o falsedad de la acusación.
Rafecas, en sus 63 páginas de resolución, dice que “el delito nunca se cometió” y advierte que “ensayar así una hipótesis de delito de encubrimiento, realmente, carece de todo asidero”. Traducido al cristiano se me ocurre un símil. Quizás, sería como si los atracadores de un banco hacen un butrón (agujero), llegan hasta la bóveda y cuando la van a abrir descubren que el cajero (su cómplice) les había dado una clave falsa. Como no les pillan con las manos en la masa (en la plata) no hubo delito.
En fin que Daniel Rafecas, como un rayo, le dio carpetazo a la querella de Nisman/Pollicita, la firmó, selló y mandó habilitar “la feria” judicial para que todo el mundo se entere pero se olvidó que el jueves no era fiesta, salvo para la Presidenta.