jueves, 18 de septiembre de 2014
En el nombre del padre o de la madre


josé valesPor José VALES

“Todo  crece desde el pie”, una obviedad que sólo el uruguayo Alfredo Zitarroza, era capaz de transformar en arte. Y desde el pie crece también la ambición de los padres por manejar la vida de sus hijos. La tendencia se manifiesta casi desde la elección del nombre, cuando se bautiza a un hijo con el homónimo paterno. Entre este grupo de gentes la tentación aumenta cuando los padres son políticos y convierten su interés personal en cuestión de Estado.

Entre ellos, los políticos, no sólo aparecen los que repiten sus nombres en sus hijos. Los Gaviria, los Galán, los Uribe y los Santos en Colombia llevan diferentes nombres de pila que sus padres. Pero en Chile, Ricardo Lagos, exitoso presidente en el periodo 2001-2006, busca prolongar hoy su influencia con críticas a su gobierno, el de Michelle Bachelet, para posicionar mejor a su hijo Ricardo Lagos, senador y ex hombre de confianza de la presidenta en su anterior gobierno, 2006-2010.

Ricardo Lagos Weber

Ricardo Lagos Weber

Hay herencias más nobles para dejarle a un hijo, pero ninguna mejor que ver a un hijo convertido en médico si el padre, en definitiva, fue médico. En la política latinoamericana, ejemplos no faltan. José “Pepe” Figueres Ferrer fue presidente de Costa Rica en tres ocasiones (1948-1949, 1953-1958 y 1970 -1974) y su hijo José Figueres Olsen lo fue también entre 1994-1998, sin poder repetir los grandes logros de papá. 

Ahí, en Uruguay,  está Luis Alberto Lacalle Pou, intentando la proeza de repetir los logros de su padre, Luis Alberto Lacalle, en 1990, ante un Frente Amplio que está pagando cierto desgaste del poder y un Tabaré Vázquez, que se vio obligado a dejar de hacer la plancha para sudar su candidatura.

Sin olvidar a Keiko y Kenji Fujimori, siempre eternos candidatos a algo en Perú, el último grito de la moda en materia de hijos que pretenden heredar el capital político de sus padres, lo viene a dar Máximo Kirchner, al que los argentinos, terminaron por conocerle la voz.

Keiko y Kenji Fujimori

Keiko y Kenji Fujimori

Siempre en las sombras de papa y mamá, siempre en la patagónica Río Gallegos administrando bienes, a Máximo le quedó un tiempo para fundar La Cámpora, una agrupación juvenil armada con jóvenes llegados de otras corrientes ideológicas y que hoy puebla ministerios y secretarías en todo el Gobierno.

El sábado pasado la agrupación realizó un acto de fe kirchnerista y el único orador fue el hijo mayor del matrimonio del poder. No le aportó mucho a la historia, sólo ratificar que en materia política todo queda en familia. No en la familia peronista como viene ocurriendo desde hace casi 70 años, sino en la familia Kirchner.  Su rauda aparición eclipsó a los incipientes candidatos del kirchnerismo y advirtió que mamá, retendrá todo el poder posible después del 10 de diciembre de 2015, fin de su mandato. De paso, su nombre ya está siendo medido para ver si al menos supera el 80 por ciento de imagen negativa que tiene La Cámpora en las encuestas.

En un comienzo se había pensado en él como candidato a la alcaldía de Río Gallegos, en su gélida Santa Cruz natal, pero los números no cierran. No llega al 10 por cien. Si la figura no prospera en el laboratorio de datos, al menos la aparición en público de Máximo, cuyas referencias más sólidas y sesudas, fueron a su padre y a su madre, amén de haber advertido que “no hay apellidos milagrosos”, demuestra como el kirchnerismo busca seguir acotando el margen para la acción política.

Máximo Kirchner

Máximo Kirchner

Ya no alcanza con el peronismo para tomar las grandes decisiones del país. Basta con una sobremesa familiar, en el comedor de la casa en El Calafate. Y no es todo, faltan 15 meses de gobierno y aquella promesa de la presidenta, “Vamos por más”, sigue vigente.