Por José VALES

El Papa Francisco asegura que se siente usado por los políticos argentinos, pero nunca dejó de recibirlos desde que era obispo de Buenos Aires. Los chilenos descubren que la corrupción existe y está, también entre ellos, y los brasileños se dieron cuenta, que el Partido de los Trabajadores (PT) es vulnerable a la presión de la calle. Justo, lo que mejor y más hizo durante los años del final de la dictadura y el recordado “empeachment” contra Fernando Collor de Mello (1992). Todo parece estar dado vuelta en Sudamérica, salvo el largo camino hacia la autodestrucción que viene transitando Nicolás Maduro, al mando del chavismo en Venezuela, y Cristina Kirchner, en su retirada del poder en Argentina.

Así como vamos, los poderes totales de los que se hizo el presidente venezolano y las nuevas evidencias de relaciones comerciales entre la familia Kirchner y su empresario de cabecera, Cristóbal López, aparece como lo único normal en la región.

El diputado Andrés Larroque le entrega una camiseta de La Cámpora al Papa Francisco en el Vaticano

Sorprendió el Papa, en su entrevista con la televisión mexicana, con esas declaraciones, porque si algo era Jorge Bergoglio y lo sigue siendo ahora, es un hombre que ama la política. Sólo basta referirse a su participación en el acercamiento entre Washington y La Habana, para entender su esencia. Habrá que hurgar en la memoria de los bien informados en Argentina para recordar que solía reunirse con Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño y favorito para reemplazar a Cristina Kirchner en las elecciones de octubre próximo, cuando residía en esta ciudad o bien la forma en que ayudó a la presidenta argentina a sobrellevar los últimos años de gestión, después de haber sido insultado en todas las formas por el gobierno argentino.

Sí, a Bergoglio le gusta la política y es un religioso, que profesa con el ejemplo con aquello de “poner la otra mejilla”. Por eso cuesta creer que se haya dejado usar ya que era consciente dónde se estaba metiendo y volver a reafirmar lo que ya es conocido de sobra. Que Enrique Santos Discépolo, además de compositor de tangos, fue una suerte de Nostradamus de las Pampas, con aquello de “ver llorar la biblia junto a un calefón….”

En Chile el 73.6 % de los que respondieron una encuesta realizada por la Universidad Católica Silva Henríquez, sostiene que la corrupción está en todos los niveles de la Administración pública. Esto en el país que ostenta la posición de ser el menos corrupto de América Latina. Afectada, la presidenta Michelle Bachelet, adopta “un paquete de medidas anticorrupción”, casi en paralelo con el “pacote” (“paquete en Portugués) que una, herida de gravedad en su popularidad y en su legitimidad, Dilma Rousseff, va anunciar en los próximos días.

La presidenta de Chile, atraviesa un momento delicado

Es la segunda vez que Dilma va detrás de los acontecimientos en las calles. En el 2013, las protestas la obligaron a presentar un acuerdo de cinco puntos para cambiar al país, incluso en materia anticorrupción, con el que logró frenar la bronca. Y ahora, anuncia que anunciará cuando dos millones de personas pidieron su salida del gobierno a tan sólo dos meses de haber comenzado su segundo mandato. Lo que nadie se pregunta todavía es, ¿Cuál es la relación de la jefa de Estado con su jefe político, Luiz Inácio Lula Da Silva? El ex presidente viene guardando un llamativo silencio a lo largo de la crisis, afectada por la investigación en Petrobras y por la devaluación de la moneda, amén del ajuste fiscal que golpea los bolsillos de la clase media.

El caso Petrobras salpica a Luiz Ignacio Da Silva y a la presidenta Dilma Rousseff

En Venezuela, Maduro se hizo de todos los poderes aduciendo que Estados Unidos viene a por él, después de que Barack Obama, se “equivocara” al decir que Venezuela representa una amenaza para la seguridad de su país. Tal vez quiso decir que la administración Maduro es una amenaza para los venezolanos. No obstante quedó todo de ese tamaño y dentro de los cánones “normales” en el derrotero de autodestrucción de ese país.

Lo mismo en Argentina. “la Jefa” sufre los embates de la Justicia con nuevas revelaciones sobre su fortuna, sus alquileres, sus presuntas irregularidades en las empresas hoteleras que administra su hijo” Máximo (“El osito” para ella), al tiempo que el caso Nisman se sigue embarrando y Macri logra sumar a los radicales a sus filas en pos de una presidencia que parece, ahora, un poco más cerca, para la derecha.

Un acuerdo que reduce las posibilidades de los otros peronistas pero que, al calor de los acuerdos entre el kirchnerismo y el macrismo en la ciudad de Buenos Aires, a la presidenta no le disgustaría tanto. Ella podrá mantener un discurso pseudo-progresista con un hombre como Macri en la presidencia.

En ese hipotético escenario, todo será negociable. Hasta los apodos que la jefa de Estado y el jefe de Gobierno supieron ganarse en boca de sus detractores en estos años. “Bonnie Parker”, ella, “Fredo, el hijo menos listo de Don Corleone”, él. Es obvio, La Argentina y su viejo Karma de hacerlo todo, cada día un poco peor, no puede darse el lujo de aspirar, al menos, a un Michael Corleone, para regir sus destinos.