jueves, 11 de septiembre de 2014
Bolivia, emigrar con la comida en las maletas

Comida de maletas
Ignacio PeralesPor Ignacio PERALES, para SudAméricaHoy (SAH)

Los sabores de la tierra son los primeros que extrañan emigrantes  sin distinción de banderas. En el caso de los bolivianos, la nostalgia se hace mayor frente a la dificultad de encontrar buena parte de los productos e ingredientes propios en otros países. La nostalgia encuentra consuelo en los viajes de vacaciones y las visitas de nuevos compatriotas que aprovechan para echar en sus maletas una jugosa -o no tanto- representación de sus alimentos, bebidas, licores o algunas de las centenares variedades de «papas» a las que están acostumbrados los paladares andinos. A este ir y venir con las alforjas llenas de comida se ha dado en llamar el «mercado de la nostalgia», según expresión del viceministro boliviano de Desarrollo Rural y Agropecuario, Víctor Hugo Vázquez.
El fenómeno no es menor y se ha traducido en una subida de las exportaciones de productos como la quinua, el singani (licor de uvas) o el chuño y la tunta, dos tipos de papas deshidratadas o arrugadas, de uso cotidiano en la mesa boliviana.chuño
“La comida es un nexo muy fuerte en los países de origen. Es ahí donde surge la idea de los mercados nostálgicos o comercio nostálgico”, analiza el investigador de la Universidad Mayor de San Andrés Alfonso Hinojosa, a la agencia Efe. Por su parte, el profesor de Psicología de la Universidad de Aquino Bolivia, René Estenssoro, sostiene que, más allá de la alimentación, la comida también tiene una connotación psicológica de pertenencia a una comunidad o pueblo, algo que cobra especial significación cuando se vive en el extranjero. “La manera en que se generan estos alimentos, como la producción del chuño (que se deshidrata) en el frío del invierno, ya dicta algo de la cultura altiplánica”, observa.
Cuando una persona está lejos de su país, añade, “lo primero que extraña es la comida, porque es un factor de comunicación con su cultura”. Según datos oficiales del Gobierno boliviano, las exportaciones de productos agropecuarios crecieron un 1,14 % entre enero y julio de este año, con respecto al mismo periodo del 2013, y se prevé que en 2014 la producción de papa con el mismo fin suba casi un 25 %.
La exportación de productos como la cerveza de malta boliviana o la quinua, entre otros, generó el año pasado ingresos por valor de 146,4 millones de dólares y en el primer semestre del 2014  ya suman 123,4 millones.
Otros de los productos apreciados en el mercado boliviano de la nostalgia son el singani, un licor de uva fermentada similar al pisco peruano, la oca (un tubérculo andino), la carne de llama deshilachada y tostada conocida como “charque”, o la cañahua, un grano parecido a la quinua que se cultiva en el altiplano.
El mercado de la nostalgia no se puede permitir el lujo de fletar contenedores pero se abre espacio en el equipaje de los bolivianos o en encomiendas enviadas por correo desde Bolivia.

Tunta

Tunta

Este escenario nuevo y su crecimiento ha llevado al Gobierno boliviano a tratar de buscar  una forma de regular este tipo de comercio para facilitar a los emigrantes el acceso a los productos de su país. “Hemos solicitado a las instancias correspondientes, que se pueda legalizar esta exportación para que las personas no tengan que llevar a escondidas los alimentos ya que en ocasiones tienen problemas”, comenta el viceministro boliviano de Desarrollo Rural y Agropecuario, Víctor Hugo Vázquez.
Según Vázquez, “formalizar” estas exportaciones impulsará el “mercado de la nostalgia” y abrirá nuevas vías de exportación a los productos bolivianos.
Para el investigador Alfonso Hinojosa, el hecho de que este mercado no esté aún regulado no significa que peligre: “Es un mercado cautivo que siempre ha existido, pero sin duda ha crecido en los últimos tiempos”.
Países como Argentina y Brasil, donde han surgido mercados de comida exclusivamente boliviana o España, donde la alta demanda ha provocado la apertura de tiendas de productos latinoamericanos con una variada oferta son buen ejemplo. “Lastimosamente, -ironiza el investigador- uno de los productos más demandados es la cerveza. Pese a tener un costo más elevado que el de una cerveza local española es más consumida y reproduce incluso los niveles de embriaguez vistos en Bolivia”.
Sobre la hoja de coca, que en Bolivia tiene milenarios usos medicinales y culturales, señala que allí donde hay bolivianos “siempre la hacen llegar de alguna forma” aunque el comercio de esa planta es ilegal, por contener el alcaloide base para la fabricación de cocaína.

Ensalada con hojas de quirquiña

Ensalada con hojas de quirquiña

La boliviana Ingrid Susana Averanga Catunta, que residió durante unos años en Londres, añoró la comida de su país durante su estancia en el extranjero. En aquella etapa agudizo el ingenio, el olfato y el paladar para encontrar ingredientes de repuesto como, por citar uno, la quirquiña una hierba empleada en una salsa típica llamada llajua que nunca falta en las mesas bolivianas. “Un boliviano debe conformarse con productos similares como el locoto (ají o chile) molido de los mejicanos, o salsa picante” pero, garantiza, «no es lo mismo comer con llajua que con ketchup picante”.