sábado, 27 de junio de 2020
«Tras apaleada, corneada», por Luli DELGADO

Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy

Mientras la OMS centra su preocupación en el crecimiento del contagio y víctimas fatales en América Latina, la prensa local registra escandalosos negocios en varios países de la región.

Veamos algunos:

La Contraloría ecuatoriana abrió una investigación en dos hospitales de Guayaquil por la presunta compra de bolsas para cadáveres sobrevaloradas en doce veces su valor de mercado.

La Policía Federal y el Ministerio Público del Brasil investigan irregularidades por más de 400 millones de dólares por ventiladores adquiridos en varios estados del país.

Algo semejante ocurrió en Bolivia, por lo que fue relevado de su cargo Marcelo Navajas, Ministro de Salud. Además del sobreprecio, los equipos presentaron fallas en su funcionamiento.

En Lima, el Jefe de Policía y el Ministro del Interior renunciaron tras verificarse la dotación de máscaras y guantes dañados a los agentes de policía.

El sistema hospitalario federal de México devolvió un lote de ventiladores, que además de defectuosos, habían sido comprados por un valor casi al doble del precio de mercado.

Y claro, en la lista también entra Venezuela, pero aquí se haría necesaria una enciclopedia de crímenes de corrupción.

No se trata de ladrones de gallina. Estamos hablando de muchísimo dinero y de altos miembros de los gobiernos, involucrados en operaciones irregulares que han costado la salud de millares de latinoamericanos.

¿Es que no hay límite a la rapacidad de estos truhanes? Todo gasto público pareciera ser una oportunidad para forrarse su bolsillo. Tampoco importaría el pelaje de los políticos de turno. Se va uno por ladrón y entra el próximo.

En Los villanos del virus en Latinoamérica, un amplio reportaje de The New York Times se denuncia lo que podría catalogarse de crímenes imperdonables, que sin duda han contribuido a agravar la ya atribulada situación sanitaria en estos países, además de frustrar las esperanzas de la población en sus políticos.

«Pobre América Latina, tras de apaleada, corneada¨, hubiera dicho mi mamá…