El carnaval del 2016 tal vez sea uno de los que más está llevando multitudes a las calles en años. Con la popularización reciente de los carnavales de calle a lo largo del país y la devaluación del real, que ha obligado a buena parte a quedarse en Brasil, la mayor fiesta brasileña vive su auge. Incluso São Paulo, antiguamente llamado «cementerio del samba», este mes ha convocado tanta gente como los famosos festejos de Río, Recife y Salvador.
«No, esa foto no es de Salvador, es del centro de São Paulo», celebraban muchos paulistas en sus redes sociales al referirse a una imagen en la que la habitual gris capital paulista se veía desbordada de colores y alegría como nunca.
¿Y el zika dónde está? El zika está por todos lados en los carnavales brasileños, donde el mosquito Aedes Aegypti, el vector de la epidemia que asusta al mundo, se ha vuelto uno de los principales disfraces entre los bailarines, que no pierden ni el humor ni un carnaval.
En las tiendas de alquiler y de venta de disfraces, el Aedes Aegypti es la sensación y en las calles están en todas partes. Hay mosquitos y mosquitas de colores, disfraces de repelente, de spray de insecticida, mosquiteros, cazadores de mosquitos, médicos y enfermera contra el zika por todos los estados del país, incluso en Pernambuco, donde la epidemia de zika y de microcefalia lideran de lejos el número de casos. Para alimentar la ironía, «zika» es una jerga brasileña que significa «problema».
Por eso en el carnaval el zika ataca especialmente a los políticos, que son el principal blanco de la catarsis. La presidenta Dilma Rousseff se volvió por estos días Dilma Zika, y su archienemigo político Eduardo Cunha, en el carnaval se llama Chikun Cunha, así como la fiebre Chikuncunya, que también es transmitida por el mismo zancudo. Y el opositor, Aécio Neves, se llama Aécio Aegypt hasta el miércoles de ceniza, cuando se acaba la celebración.
Las fiestas populares están a su vez, sordas a todas las recomendaciones médicas que piden evitar aglomeraciones, los locales más propicios para el contagio que supuestamente habría llegado en otro gran evento, el Mundial 2014.
¿Pero cómo obedecer recomendaciones médicas como estas durante el carnaval? Es como el pedido a las embarazadas de que usen medias largas y se cubran completamente en medio del tórrido verano tropical. ¿Cómo obedecer a los investigadores aguafiestas que un día antes de la juerga avisan que el zika puede contagiarse por la saliva…? ¿Estar en medio del carnaval y no darse un beso? Se preguntaban la mayoría de los fiesteros, con toda razón.
¿Pero qué les pasa a estos brasileños que no obedecen una recomendación médica, mientras los turistas de fuera deciden si vienen o no a Brasil, si vienen o no a las Olimpiadas en agosto? ¿Pero no están los brasileños en medio de una crisis económica sin precedentes? ¿Qué celebran? Sí, la situación es seria, pero en Brasil, zika es zika, crisis es crisis, y carnaval es carnaval! Y si la vida se va a acabar, que te pille celebrando.