lunes, 30 de octubre de 2017
«Cabros de mierda», la dictadura del recuerdo de Pinochet


Roma. Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy

La rememoración de un episodio de la resistencia a la
dictadura pinochetiana forma el núcleo narrativo de “Cabros de mierda”, de Gonzalo Justiniano que representa a Chile en la duodécima Fiesta del Cine de Roma.
El film, que desde hace siete semanas ocupa con éxito la cartelera cinematográfica de su país, cuenta la historia de Gladys (una extraordinaria Nathalia Aragonese, prodigio de belleza y gracia que sabe infundir en su personaje), una resistente a la dictadura que recibe en su casa a un joven gringo sacerdote evangelista en misión solidaria (un Daniel Contesse con convincente acento americano).
“Yo no quería describir la situación histórica y política de mi país
porque pienso que es algo archisabido y que se ha contado muchas veces, sino
transmitir las emociones de una pequeña comunidad que lucha con los pocos
medios a su disposición por el retorno de la democracia”, declara Justiniano
a SudAméricaHoy.
“Lo que me propuse fue hablar de gente común y corriente y de la vida
cotidiana para contar la gran historia, esa que todos saben pero vista desde
el punto de vista de las víctimas”, agrega Justiniano que utilizó para el
film parte del material filmado, por él mismo, en 1983 para una televisión
francesa.
“Yo vivía en París en ese momento y precisaban uno que estuviese
enterado de la situación en Chile para filmar material para un programa”,
añade el cineasta que con su primer film de ficción, “Los hijos de la
guerra fría” ganó en 1986 el premio del Forum del Cine Joven del Festival
de Berlín y el del mejor director en Cartagena de ese año.
“Estuve cuatro días filmando y me volví a París pero vine otras veces
hasta que la policía me detuvo, secuestró parte del material filmado y tuve
que exiliarme en Francia”, cuenta Justiniano.
“Chile es un país traumatizado por la memoria, con una parte de la
población que quisiera olvidar y dejar atrás al pasado – añade el director- pero eso no es posible porque los ecos de la dictadura, que no fue solo
militar sino también cívica, porque en ella participaron activamente muchos
civiles, aún persisten, considerando que seguimos regidos por una
constitución que, si bien retocada en democracia, sigue llevando la firma de
Pinochet”.
“Yo vengo de una familia donde hay de todo – asegura la actriz Nathalia
Aragonese, verdadero descubrimiento de la película – Por parte de mi padre,
son todos de derecha mientras mi abuelo materno fue asesinado por la policía. Me peleo con todos pero todos vinieron a ver la película”.
“Y es por eso que acepté asumir este rol tan importante – agrega –
porque afronta un período que es parte de la conciencia colectiva de mi
país, un rol al que traté de infundir humanidad sin hacer de él un
personaje arquetípico”.
Daniel Contesse, por su parte, declara que “Chile es un país fracturado
con una herida que corre el riesgo de supurar y pudrirse si no se la limpia y
se la cauteriza”.
Y agrega: “Yo nací en 1994 cuando la dictadura era un recuerdo pero un
recuerdo todavía muy presente. Mi personaje es el de un observador que
desconoce la realidad que tiene delante pero que quiere comprenderla y, con la cámara en mano, tal vez intervenir en ella o por lo menos registrarla”.
“Y lo que registra con ella es lo que filmó y fotografió Gonzalo en su
momento y por eso siento que en el film yo soy los ojos del director”,
concluyó.