lunes, 14 de abril de 2014
Papel quemado, por José Vales
Foto. Sebastian SILVA (Efe)

Foto. Sebastian SILVA (Efe)

sudamericahoy-columnistas-jose-vales-bioPor José VALES, para SudAméricaHoy (SAH)

Una cosa es la política en los papeles, los proyectos y
las intenciones y otra muy distinta es la realidad. De todo eso y de
algunas cosas más se construyen por estas horas las reflexiones de la
presidenta Michelle Bachelet, quien después de un regreso rutilante al
poder, sufrió el peor primer mes en el gobierno que haya tenido que
soportar gobernante alguno en Sudamérica desde la recuperación de la
democracia en la región.

Un terremoto en el norte del país, como si el destino -en su versión
más trágica- se empeñara en atar lo que fue su salida del poder en el
2010 con un tsunami, y su retorno a La Moneda. Ahora, un voraz
incendio que enluta a Valparaíso, el puerto más importante del país
que se cobró 12 vidas y que ya obligó a la mandataria a suspender su
visita oficial a la Argentina. Dos desgracias que empañan y demoran la
agenda de cambios.

No sólo a Bachelet se le quemaron los papeles por estas horas. A Dilma
Rousseff no la asalta la desgracia pero si una cadena de temas pendientes
propios o heredados de la era Lula, que amenazan con traerle más de un
dolor de cabeza de aquí a las elecciones de octubre, cuando busca la
reelección.

El estancamiento económico, la inflación de más de un 6 %, la demora
en las obras para un mundial -donde se llevan gastados mucho más de lo
previsto-, y para los Juegos Olímpicos del 2016, y los detalles que
surgen de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) por el
desfalco en la petrolera Petrobras, generan incertidumbre en el
entorno presidencial. Hasta el ex presidente, Luiz Inácio Lula Da
Silva, debió salir el pasado miércoles, en una reunión con blogueros,
a desmentir su candidatura a la presidencial. Una movida realizada tan
sólo seis meses antes de los comicios, por el político que mejor mide
en las encuestas, sólo puede transmitir debilidad hacia el interior de
un Partido de Gobierno, el PT, que no aparece unido detrás de
Rousseff.

Como la economía brasileña, Rousseff aparece estancada en las
encuestas. La salva, por ahora, que ni Aecio Neves, del Partido
Socialdemócrata Brasileño (PSDB) ni el socialista Eduardo Campos,
logran despegar de sus plataformas del 16 y 14 por ciento,
respectivamente. En ese contexto, nadie sabe qué podría pasar si en
las próximas semanas, a medida que se acerque la fecha del pitazo inicial
del mundial de fútbol, vuelven a desatarse las protestas, como las de
julio pasado, contra todo lo que huela a política. Incluso la
presidenta.

Del milagro económico brasileño ya no se habla. Los pobres y la
infraestructura siguen en el mismo lugar que deja al país como uno de
los más desiguales del planeta. El responsable de haber generado esa
corriente de optimismo, no sólo dentro de las fronteras del gigante
Sudamericano sino en el mundo, está ahora desmintiendo su regreso al
Palacio del Planalto y tratando de manejar los hilos de la política,
para que lo poco o mucho que se lograra en los últimos años no se vaya
por la borda. Lula sostiene a Rousseff, pero por primera vez en la
historia democrática brasileña, hay un líder, Lula (y su eterno
teflón) obligado a sostener a la presidente que él ungió, pero que a
la vez tiene enfrente dos candidatos opositores que no le desagradan
como el caso de Neves (con quien negoció una y mil veces) y con el
propio Campos, al que siempre sintió como un compañero.

Por eso el panorama para Rousseff y el PT no está claro aún. Por eso
un sector del partido insistirá hasta el 15 de agosto (fecha límite
para la inscripción de candidaturas) con el regreso presidencial de
Lula. Para entonces ya se habrán apagado las cenizas del mundial y
podrá verse si el humor social está para prolongar un carnaval
desatado por el sexto título de la verdeamarelha o para gritar otra
vez “Basta Ja” (“Basta ya”).

Todo mientras en Venezuela, todos esperan que la apertura del diálogo
termine por quemar de una buena vez los papeles que proyectan la
protesta y la brutal represión del gobierno.