lunes, 18 de junio de 2018
Duque y sus promesas de «unidad y reconciliación»

Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy

Iván Duque  (Centro Democrático) ganó, con diez millones de votos, como un caballero y Gustavo Petro, pese a sus más de ocho millones, perdió como un mal jugador de timba. El presidente electo asumió la victoria con una mano tendida a todos los colombianos, no olvidó sus promesas y se comprometió a gobernar, sin odios ni rencores. “Hoy no hay ciudadanos vencidos. Quiero ser el Presidente que le dé el mismo amor a los que votaron por mí y a los que no lo hicieron o votaron en blanco”, prometió.

La polarización que vive Colombia o la “grieta” que dirían los argentinos, no puede profundizarse. Luque, de 41 años, dio su palabra de trabajar para que eso no ocurra: “Pasaremos -insistió- la página de los agravios. No reconozco enemigos en Colombia. No mantendré odios hacia ningún colombiano. No existen venganzas ni represalias, se trata de mirar hacia el futuro por el bien de todos los colombianos”.

Una asignatura pendiente sacudirá, sin duda, las buenas intenciones del delfín de Alvaro Uribe. Aunque anunció que no echará por tierra los acuerdos de paz con las FARC, implementados, por cierto, en contra del referéndum que promovió, para no respetar, Juan Manuel Santos, confirmó que hará correcciones a los renglones torcidos que, prácticamente, premiaron a la guerrilla más vieja del continente. En simultáneo, Luque se comprometió a esforzarse para que los ex guerrilleros encuentren espacio y acomodo en una sociedad que se cansó de vivir en guerra. 

El presidente electo (54 por ciento de los votos frente al 42 por ciento)  aseguró que buscará soluciones a la tierra y se enfocará en lograr cultivos rentables que vayan desterrando a los restos de la guerrilla que todavía prefiere mantenerse en el lucrativo negocio del narcotráfico. El sucesor de Santos rindió homenaje a la primera mujer vicepresidenta de Colombia que le acompañó en la fórmula, Marta Lucía Ramírez, Sin olvida los temas de Sanidad, Educación y hasta Cultura (patito feo de los gobiernos conservadores). Luque agradeció el apoyo de los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana y esbozó algo muy parecido a un plan de Gobierno.

Sin un papel en la mano el joven presidente no dejó escapar sus anuncios de bajada de impuestos para dar un respiro a la clase media, su empeño en terminar con las desigualdades históricas, su afán por logra la “justicia social” y, una y otra vez, empeñó su palabra en “no odiar” a ningún colombiano.

La llamada a la unidad  y la reconciliación fue insistente como también el reconocimiento a las víctimas y a sus derechos de justicia. No se apreció en la intervención de Iván Luque ánimo revanchista sino todo lo contrario. Lástima que el perdedor actuará, exactamente, del modo contrario. Gustavo Petro, por si había dudas, lo dejo bien claro cuando advirtió que no volverá al Senado, «a hacer lo mismo de hace cuatro años», sino  “a dirigir un pueblo que debe ser movilizado”. El ex guerrillero del M-19 y destituido alcalde de Bogotá, añadió “Volvemos al Senado no a ver como se negocian los articulitos sino para recorrer las plazas públicas”. Dicho de otro modo, a tomar la calle.

El desprecio de Petro o las ofensas a los que no le votaron (los trató de votos comprados) difícilmente le sumarán adeptos pese a haber realizado una elección sin precedente  para la izquierda gracias a los, “8 millones de abejitas libres y poco domadas que construyeron este resultado”. En su discurso, más cerca de la barricada que de la resignación, anticipó una oposición que hará difícil cerrar esa brecha social. Dicho esto, el derecho al pataleo es libre, como las elecciones y el voto de los colombianos que siguen sin fiarse de él.