miércoles, 11 de junio de 2014
Zuluaga, el heredero de Uribe y la mano dura contra las FARC

Jaime Ortega Carrascal
Bogotá, 11 jun (EFE).- El economista Óscar Iván Zuluaga, de origen conservador y que muestra los dientes a las FARC, es el azote del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, al que arrebató el primer puesto en las presidenciales del 25 de mayo y con quien disputará el domingo una segunda vuelta arropado por el uribismo.
Nacido el 3 de febrero de 1959 en Pensilvania, un pueblo de agricultores del departamento de Caldas, en el Eje Cafetero, este político, de 55 años y con aire provinciano, tiene ahora como gran rival a Santos, su antiguo colega como ministro durante el Gobierno de Álvaro Uribe.
En la primera vuelta, contra todo pronóstico, Zuluaga, candidato del Centro Democrático, se impuso con el 29,25 % de los votos contra el 25,69 % de Santos, una ventaja que espera conservar en las elecciones de este 15 de junio para convertirse en presidente y devolver al uribismo a la Casa de Nariño, sede del Gobierno.
La idea de ser presidente rondó su cabeza por primera vez en la infancia inspirado en las lecturas sobre el exprimer ministro británico Winston Churchill que les recomendaba el padre Sergio, un fraile agustino que fue su profesor de historia en el Liceo de Cervantes de Bogotá, pero su carrera la inició por la economía y la vida académica.
Segundo de cuatro hermanos, Zuluaga, ya graduado como economista por la Universidad Javeriana de Bogotá y con un máster en Finanzas Públicas de la Universidad de Exeter (Reino Unido), entró tarde en la política, a los 29 años.
Y lo hizo desde abajo, como concejal de su pueblo (1988-1990) para después ser durante dos años alcalde de Pensilvania.
En esa época estaba recién casado con Martha Ligia Martínez, una administradora de empresas con la que tiene tres hijos: David, Esteban y Juliana.
Zuluaga, que se define a sí mismo como un hombre «tranquilo, moderado, decente y ecuánime», es aficionado al fútbol, a las historietas de Tintín, a las películas de acción, en especial las de James Bond, y al baile, esto último por seguirle el ritmo a su esposa, nacida en la caribeña Barranquilla.
Tras un paréntesis de varios años que dedicó a la empresa privada en la siderúrgica Acesco, de la cual es accionista su familia materna, dio el salto de la política de provincia a la nacional en 2002 como senador por Caldas.
Para entonces, ya había empezado a tejer una amistad con su padrino político, Álvaro Uribe, un senador liberal a quien conoció en sus años como alcalde de Pensilvania y con quien compartía la preocupación por el crecimiento de la actividad guerrillera en la zona cafetera.
Esa amistad fue decisiva en su vida personal y en su carrera política, es la que le colocó hoy en la disputa de la Presidencia, un objetivo que hace sólo unos meses parecía destinado al fracaso por su falta de carisma y mala posición en las encuestas, pues su candidatura tardó en despegar.
Antes de situarse en la parrilla de salida para la Presidencia, fue senador (2002-2006) y después Uribe lo nombró ministro de Hacienda, cargo que ocupó hasta el final de su gobierno, el 7 de agosto de 2010.
Por sortear la crisis mundial sin sobresaltos para la economía colombiana, en 2009 fue reconocido como el mejor ministro de Hacienda de América Latina por la revista Emerging Markets, del grupo Euromoney.
Ha sido fiel escudero de Uribe desde que estaba en el poder y también después, como opositor al Gobierno de Santos, lo que le valió la nominación presidencial por el Centro Democrático.
Zuluaga ayudó a fundar este movimiento político, igual que en 2005 hizo durante la creación del Partido de la U, del que se separó cuando quedó en manos de Santos.
Tachado de «títere» de Uribe por Santos, Zuluaga se defiende con el argumento de que es un hombre de carácter y que una vez en la Presidencia será él quien mande y no su padrino político, ahora senador electo.
Como abanderado del uribismo, defiende un endurecimiento de las condiciones a las FARC para continuar los diálogos que desde noviembre de 2012 se llevan a cabo en Cuba para poner fin a medio siglo de conflicto armado interno.
En la primera vuelta, su campaña fue empañada por su vinculación con un pirata informático acusado por la Fiscalía de acceder ilegalmente a información reservada con el fin de sabotear el proceso de paz.
Sin embargo, ese escándalo, lejos de restarle puntos, aumentó su popularidad hasta alzarle con el mayor número de votos.