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Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy
No son pocos los ex presidentes sudamericanos entre las cuerdas de la justicia o en prisión. Los casos de Luiz Inacio Lula Da Silva, Alejandro Toledo, y Ollanta Humala, entre otros, son recientes y en todos ellos, la corrupción fue el detonante de su infortunio. La orden de detención internacional que pesa sobre Rafael Correa se debe a otro asunto, a unas causas que están más cerca del terrorismo de Estado (aunque se tratara de un caso aislado) que a la ambición desmedida del hombre que concentró todo el poder durante la larga década pasada.
A Correa le atribuyen ser el autor intelectual, del secuestro en Colombia de un adversario político que una vez fue de los suyos. Se trata del ex asambleista Fernando Balda que el 13 de agosto del 2012, fue abordado en Bogotá por un grupo de hombres que le metieron por la fuerza en un vehículo. Testigos de cargo fueron varios taxistas que avisaron a la Policía e incluso siguieron al automóvil. Los cinco captores, hoy condenados, fueron atrapados, confesaron ser agentes de inteligencia ecuatorianos y aseguraron que cumplían órdenes. Allí empezó la historia del juicio que mantiene al ex presidente que acuño la frase “la larga noche neoliberal” y se enfrentó a periodistas y medios de comunicación con una ira que nada tenía que envidiar a la del matrimonio Kirchner contra el grupo Clarín.
El fiscal general Paúl Pérez solicitó a la jueza Daniella Camacho, la prisión preventiva de Correa porque el ex presidente no cumplió con la orden de presentarse en la Corte Nacional de Quito. Por su cuenta y riesgo acudió al Consulado de Bruselas, a sabiendas de que el acto no tenía la validez requerida y sirvió en bandeja la decisión para pedir la orden de arresto a Interpol.
Como era de esperar, el acusado -y sus seguidores- resucita la muletilla de «perseguido político» mientras se atrinchera en Bélgica, país natal de su mujer y poco amigo de extradiciones cuando se trata de políticos, ex miembros de la disuelta banda terrorista ETA o ex dirigentes regionales golpistas como el separatista Carles Puigdemont. Correa lo sabe y lo recuerda, «es un país tan garantista» advierte recostado en un sillón.
El Gobierno belga y su justicia se encuentran, una vez más, en una situación indeseable. Las acusaciones a Rafael Correa son gravísimas y si el ex presidente insiste, como todo parece indicar, en no regresar a Quito, la imagen del país, una vez más, quedará tocada. Correa puede lograr quedarse en su actual refugio europeo (Abdalá Bucaram eligió Panamá, Gustavo Noboa República Dominicana…) y convertirse en eterno prófugo pero también, si vuelve puede demostrar que es inocente. Y si lo es, entonces, soñar con volver al poder.