jueves, 5 de junio de 2014
Rafael Correa y la reelección indefinida


“Entiendo bien que mi vida ya no es mía: es de mi pueblo y de mi patria y estaré donde me exija el momento histórico”

clara riverosPor Clara RIVEROS, para SudAméricaHoy

Los “monarcas elegidos” no tienen por qué ser impopulares, lo que no quiere decir que no sean autoritarios. Tomás Linn escribió hace un año que “las «monarquías elegidas» de América Latina, si bien son autoritarias, prepotentes, desprecian las libertades ciudadanas y se apoyan en figuras despóticas y caudillescas, han sido elegidas por la vasta mayoría de sus poblaciones”. Así las cosas, Chávez, Correa, Maduro, Kirchner, Morales y Ortega eran legítimos porque fueron votados por las mayorías, «pero ahí se acaban los ingredientes democráticos. No hay espacio para la opinión minoritaria discrepante, venga de la oposición política o de empresarios, artistas, agricultores o escritores. La libertad de prensa tambalea. La autoridad se centra en la figura del presidente y se acorralan las instituciones, en especial al Poder Judicial, que en una democracia genuina acotan tanto poder”.

El pasado 24 de mayo el presidente ecuatoriano Rafael Correa presentó su informe anual ante la Asamblea Nacional, ese día anunció su apoyo a la reelección indefinida de funcionarios elegidos por voto popular y solicitó a los legisladores de su partido, Alianza País, que se enmiende la Constitución de la República y de esa forma pueda legalizarse la reelección indefinida de todos los cargos de elección popular, “mi posición sincera siempre fue contraria a la reelección, pero después de una profunda reflexión y teniendo claro que algunas veces solo puede elegirse el mal menor he decidido apoyar estas iniciativas”.

Una vez que se haga la enmienda constitucional tendrá que ser el pueblo ecuatoriano el “que con toda libertad elija la continuidad o alternancia de sus dirigentes” y precisó que su decisión sobre una nueva candidatura presidencial la tomará en función de lo que decida Alianza País. Correa acudió a las conocidas y emblemáticas teorías conspirativas para legitimar su cambio de parecer, «sabemos que con la complicidad de ciertos medios de comunicación, de algunos gobiernos locales, de la derecha nacional e internacional y de la supuesta extrema izquierda de siempre, se nos prepara un golpe suave al estilo del que está sufriendo Venezuela hace más de 100 días».

A la semana siguiente el mandatario profundizó sus planteamientos, cuestionando que la alternancia en el poder sea necesaria para la democracia, aquello es “pura teoría burguesa”, enfatizó, y volvió a referirse a la posibilidad de presentarse a la reelección para un cuarto periodo en 2017, considerando que, ese es un recurso extremo ante el avance de la derecha y de la restauración conservadora. “La alternancia la decide el pueblo en las urnas (…) vendrán tiempos difíciles, hay una restauración conservadora”, porque “esas fuerzas de derechas, conservadoras, que estaban aturdidas, dispersas, ahora ya se han unido nuevamente, con estrategias de poder, con instrumentos poderosísimos como por ejemplo la prensa, que está peor que nunca, desinformando”, desafió a los posibles contendores, “nos vemos en el 2017 y la revolución volverá a triunfar”.Rafael Correa

Lo anterior ha suscitado comentarios de toda índole, sean críticos, justificativos o de respaldo. No obstante y pese a que el presidente lo contempla como último recurso, no es un despropósito leer entre líneas sus consideraciones para aproximar que Correa tiene la intención de quedarse un tiempo más en el poder. En primer lugar porque no hay un líder visible en su colectividad más allá del que encarna Correa, en segunda instancia, por la relativa facilidad con la que el oficialismo puede dar trámite al proyecto de enmienda constitucional si se atiende al hecho de que son mayoría en el Legislativo; y finalmente, por la eventual reconfiguración de fuerzas políticas de oposición, como él mismo ha enfatizado, valga recordar la molestia que le causó al mandatario que sus candidatos perdieran en las elecciones para ocupar las alcaldías de Quito y Guayaquil, las dos ciudades más importantes del país, a fines de febrero del presente año.

El papel desempeñado por Correa al frente del gobierno de Ecuador en los últimos siete años, produce tanto admiración como crítica, quienes lo destacan incluso hablan del “milagro ecuatoriano”, me permito mencionar algunas cifras y datos presentados en la Editorial de la revista Dinero a comienzos de febrero de este año, vinculan los logros de Rafael Correa a la economía, competitividad, infraestructura, modernización e innovación y a la educación con calidad. La intervención de 7.000 kilómetros de carreteras con una inversión de más de US$5.000 millones tiene encandilados a diferentes sectores dentro y fuera del país, en Colombia hay quienes envidian la suerte del vecino país y es que hay que reconocer que Ecuador cuenta hoy con puentes, autopistas de ocho carriles y una red de nuevos puertos con tecnología de vanguardia, pero no sólo eso, también se invirtió en hidroeléctricas, en la reconstrucción de aeropuertos y en la primera línea del Metro de Quito que transportará 400.000 pasajeros al día. La inversión en obras públicas representa 13% del Producto Interno Bruto del país.

Los logros en educación también son evidenciables, el país ascendió 40 puestos en el ranking de competitividad global en lo que respecta a educación superior y ha tenido una inversión de 30 veces más a la de los últimos siete gobiernos. A diferencia de su homóloga argentina, Correa le apuesta a la educación pero el criterio más que cantidad tiene que ver con calidad, se cerraron 14 universidades por baja calidad académica y se otorgaron becas a más de 5.000 estudiantes para que realicen estudios en las mejores universidades del mundo, se busca bajar la tasa de interés del crédito educativo de 12% a 4,6% y la eliminación de la deuda por mérito académico.

Se implementó el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión, lo que posibilita duplicar la matrícula de ciudadanos afrodescendientes, indígenas y de los sectores más pobres en  Ecuador. La CEPAL reconoció este importante logro, indicando que el Ecuador es el país con mayor participación de pobres en educación superior en América Latina (26%), por encima de Chile y Argentina. De igual manera la inversión en investigación y tecnología para este año alcanza los US$782 millones con lo que cuadruplica los recursos de los últimos años. El Foro Económico reconoció que Ecuador ha subido en materia de innovación más de 60 puestos en los últimos cinco años y destacó la iniciativa del proyecto Yachay, una ciudad dedicada a la investigación y a la innovación tecnológica, proyecto para el que se está incorporando a profesionales altamente cualificados.

Algunos analistas señalan que para que todo esto haya sido posible, el presidente Correa tuvo que  hipotecar el país a China, cosa que no ha sido desmentida en rigor, pero las objeciones a sus formas, medios y métodos no paran ahí, las críticas al mandatario plantean el desmantelamiento institucional que ha sufrido el país a partir de su intervención al Poder Judicial en 2012, mediante la creación de un “consejo de transición” integrado por miembros elegidos por el propio presidente de la República, ese consejo reemplazó al Consejo de la Judicatura que era el órgano independiente encargado de seleccionar, destituir y ascender a los jueces.

Los alcances del presidente también llegaron a dominar en el Poder Legislativo, a partir de la Constitución de 2008, tiene la opción de archivar durante un año cualquier proyecto de ley que no sea de su complacencia; además, puede llegar a disolver el Congreso si considera que este obstruye el plan nacional de desarrollo. El avance sobre las instituciones no termina ahí, hizo lo necesario para cambiar las reglas de juego y asegurar su permanencia en el poder, se estableció en la Constitución de 2008 la posibilidad de dos periodos presidenciales consecutivos. Correa cumple actualmente su tercer mandato.

Instancias y organismos dentro y fuera del país han llamado la atención sobre los excesos del presidente ecuatoriano, las leyes han sido modificadas para castigar a opositores, para silenciar las protestas, ahora mediante Decreto puede intervenir y disolver asociaciones civiles a su acomodo y conveniencia, y la joya de la corona, la Ley de Comunicación, que ha sido considerada aún por simpatizantes como restrictiva, interviene en los contenidos de los medios y quiérase o no, a través de ésta el presidente ha venido silenciando y amedrentando a medios y periodistas.

Por ejemplo y muy reciente, resulta la figura legal del “linchamiento mediático” que permite sancionar a quien critique y divulgue información que afecte a funcionarios públicos, siendo ésta la más polémica pero no la única disposición adversa de la ley que ha causado gran malestar y preocupación por atentar contra la libertad de prensa en el país. El Gobierno controla el 90% de la pantalla de televisión, ha acumulado más de 30 medios que maneja de forma directa, entre estaciones de TV, emisoras de radio, periódicos, revistas, agencias noticiosas, portales de noticias y al igual que en Argentina, la pauta oficial se convirtió en un sistema de premios y castigos, cada aparición en público es una oportunidad de oro para despacharse en contra de los medios de comunicación y de los periodistas que critiquen su gestión, por lo que se infiere que la dichosa democratización de la palabra, también allí y mucho más, está condenada al fracaso por no decir censura, en parte porque la ley en sí misma es problemática, pero además porque el órgano encargado de la aplicación está a merced del Ejecutivo.

Analistas han llegado a cuestionar los éxitos de la gestión de Correa al considerar que otros países también alcanzaron importantes logros en la disminución de la pobreza y la desigualdad sin sacrificar la institucionalidad y además que las políticas y planes al ser sustentados tanto en medidas asistencialistas, como en el enorme gasto público y en los precios favorables de las materias primas, indican que la fiesta va a terminar en algún momento, lo que contrasta por ejemplo, con el hecho de que es un país que recibe una baja Inversión Extranjera Directa respecto a otros países como Chile, Brasil, Perú o Colombia.

El presidente le sale al paso a sus críticos argumentando que lo atacan por su carácter progresista. Si bien aquí se han destacado sus logros, hay que decir que es motivo de gran preocupación su talante autoritario y que en sus ideas permite dudar de tan mentado progresismo, más bien, se percibe a un gobernante con denotada confesionalidad e ideología conservadora, nada tan conservador como aferrarse al poder de la forma en que lo está haciendo, pero si no es suficiente baste sólo recordar su reacción del año pasado cuando llegó a amenazar con dejar su partido y renunciar si  votaban en el Congreso la despenalización del aborto o cuando se ha referido en rechazo de la «absurda» y «peligrosísima» ideología de género. Según él, novelerías que destruyen la familia convencional y tradicional, que sigue siendo y que seguirá, en su sentir, siendo la base de “nuestra sociedad”.