viernes, 4 de agosto de 2017
Brexit, tan lejos y tan cerca

Por Alberto BARRETO (Tiempo)

Por Cecilia PONCE RIVERA

¡Qué lejano se ve el desarrollo del Brexit a la pompa y al dominio de la Inglaterra de los desfiles con carroza flanqueados por los tradicionales sombreros reales Busby!. Nada más distante a la realidad. El Reino Unido (RU) se encuentra frente a un maratón contra reloj y no hace gala de hallarse en las mejores condiciones. Antes del 19 de marzo del 2019, deberá renegociar por lo menos 759 tratados, excluyendo 110 con la Organización de Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio. Son más de 160 países, con los que tendrán que coordinarse citas entre ministerios y delegaciones, así como determinar en qué momento y con quién deberán llevarse a cabo conversaciones para alcanzar los efectos deseados. Los problemas no son solo burocráticos, de logística y económicos; la partida además de de recursos , requiere talento, inteligencia, instinto e incluso suerte.

Según un estudio del Financial Times elaborado a finales de mayo, se estaría hablando de 295 tratados bilaterales, muchos de los cuales, aunque se encuentran fuera del espectro de la Unión Europea (UE), hacen referencia a ella, aúnados a 202 acuerdos de cooperación regulatoria– que van desde acuerdos antimonopolios hasta el intercambio de información-, 69 tratados sobre pesca, 65 sobre transporte y servicios aéreos, 49 referentes a aduanas, 45 de energía (nuclear, petrolera, etc.) y 34 relativos a la agricultura. La lluvia de tareas es de tal magnitud que más de uno en Ascot estaría tentado en convertir los suntuosos sombreros en pamelas para cubrirse de la tempestad.
Aún y así y además de haber perdido la mayoría en el parlamento británico, la retórica de Theresa May sigue haciendo gala del puritanismo británico, aquél que hace creer que probablemente algo bueno se esconda en aquello que no es placentero. Por ende, el Brexit sigue siendo la oportunidad-por lo menos así lo hacen creer los brexiters- de demostrar el poderío inglés, en el que vale siempre más la acción que la introspección.
Siguiendo el ejemplo de May, que en febrero pasado negoció un acuerdo comercial (a confirmarse post- Brexit) con Turquía de más de 100 millones de libras esterlinas para la fabricación de sistemas de seguridad para aviones de combate; la semana pasada, los 3 mosqueteros, Boris Johnson, Ministro de Asuntos Exteriores, David Davis, Ministro del Interior encargado del Brexit, y Liam Fox, Secretario de Comercio Internacional-todos ellos promotores del Brexit- despegaron con rumbo a Australia, a Alemania y a América del Norte correspondientemente, con la misma encomienda: llevar a cabo reuniones interministeriales, rondas de negociaciones y lo que sea necesario para preparar el terreno a los acuerdos comerciales que podrán concretarse únicamente después de la salida efectiva del Reino Unido (RU) de la UE.
En los EE.UU, Liam Fox, se reunió durante dos días con el Secretario de Comercio Wilbur Ross y el Representante de Comercio de los EE.UU, Robert Lighthizer para discutir el acuerdo que May viene trabajando desde hace meses y que tiene a muchos en el Reino Unido con el alma en vilo, sobre todo en el sector agropecuario, debido a las presiones de Washington por incluir dicho rubro en el acuerdo. La preocupación ha incitado una campaña en el Reino Unido para impedir que se introduzcan en el mercado británico pollos lavados en cloro o carne roja infestada de hormonas para darle apariencia de frescura, cuya importación hasta ahora ha estado inhibida como resultado de los lineamientos de salud dictados por la UE. El hecho de que las restricciones dictadas por Bruselas, que ayer junto a la política migratoria eran bandera del Brexit, se hallen hoy convertidas en la base de “la resistencia”, constituye un obstáculo más en la ya de por si complicada agenda de May. Por su parte Buckingham, quien supuestamente estaría recibiendo con bomba y platillo este verano a Trump se mantiene en silencio y a la expectativa. No por nada Her Majesty, Elisabeth II, sigue siendo a sus 91 años la Reina de Inglaterra.
Posterior a Washington, Liam Fox viajó a la Ciudad de México para reunirse con el Secretario de Economía, Ildelfonso Guajardo Villarreal, con el objetivo de concretar un tratado de libre comercio entre México y el Reino Unido, el cual se busca, sea una réplica del tratado de libre comercio que México y la UE están por cerrar a finales de año, además de que, según declaraciones del Ministro de Comercio Exterior británico se extienda dicho tratado al comercio electrónico.
Y es que a pesar de los problemas de pobreza extrema, violencia e inseguridad, México continua siendo muy atractivo para los inversionistas extranjeros al ser la 15ª economía más importante en el mundo(a finales de este año según el FMI pasará a la posición número 16), la segunda en Latinoamérica, después de Brasil y el quinto mercado más importante para la UE. Tan solo el año pasado el volumen del comercio con la UE alcanzó los $53 mil millones de Euros (Reuters 27.07.2017), mientras que el mercado bilateral con Alemania pasó los $16 mil millones de Euros (DW 09.06.2017) y a $4.600 millones de dólares respecto al Reino Unido (CNBC Economy 26.07.2017).
El intercambio de productos de México con el Reino Unido va desde alimentos, partes de motores, químicos, gasolina (excepto combustible para aviones) y servicios financieros hasta concesiones en infraestructura, donde los contratos públicos otorgados a constructoras inglesas alcanzan los $52 millones de dólares, cifra que se espera, aumente en los próximos años, según el vocero del Departamento de Comercio Internacional británico. Igualmente de acuerdo a las afirmaciones de Paul Hollingsworth, economista británico de Capital Economics en entrevista con la cadena norteamericana CNBC el pasado 26 de julio, México consume el 8% del total de las exportaciones de Whisky del RU. A su vez, México exporta al RU principalmente motores para vehículos, oro en bruto y cerveza de malta.
Para ambas partes, las oportunidades se dan en varios rangos. Del lado mexicano aunque es un hecho que el Tratado de Libre Comercio (TLC ), ha posicionado a México en un lugar predominante, en industrias como la automotrizo -existen 1900 empresas con participación alemana registradas en México, la mayoría respecto a dicha industria-, es también verdad que al estar su economía fuertemente ligada al TLC, el país ha quedado vulnerable respecto otros sectores como el agropecuario. Lo anterior, aunado a la llegada de Trump a la Casa Blanca, ha hecho imperativo que México busque alternativas en nuevos mercados . Asimismo siendo que el 80% de las exportaciones mexicanas van a los EE.UU., la diversificación de mercados más allá de ser una prioridad, se ha convertido en estrategia de supervivencia.
Por su parte el interés británico está precisamente enfocado en el área automotriz, en el de energía (principalmente respecto a la explotación/extracción de petróleo y gas)  y en el de defensa y seguridad, así como en servicios financieros. Además está la cereza del pastel , a la que los ingleses no le quitan los ojos de encima: el aeropuerto de la ciudad de México, que se espera acomode a más de 68 millones de pasajeros por año hasta llegar a los 125 millones, convirtiéndose en el mayor proyecto de infraestructura en Latinoamérica.
Liam Fox es un hábil negociador, quien conoce el trabajo de su homólogo mexicano, el cual, sabe, equivale a la suma del de los tres mosqueteros británicos. Está enterado de que además de de ser uno de los arquitectos del TLC es también un hombre discreto y de mucha experiencia; de los pocos a quien la inestabilidad y los ataques del presidente estadounidense no le roban el sueño. A Fox, no le es ajeno el hecho de que si en agosto darán comienzan formalmente las rondas de negociaciones del TLC es en gran parte por las gestiones audaces y certeras del Secretario de Economía mexicano. Por su parte, Ildefonso Guajardo Villarreal, a quien el british accent no impresiona, sabe que el Reino Unido se encuentra en aprietos y que aunque Theresa May aún pretenda debatirse entre un soft o un hard Brexit, en realidad la salida de la UE se vislumbra será very, very hard. Igualmente que el Reino Unido, aunque el equipo de May presuma lo contrario, ha perdido cualquier influencia en la UE. Que no será hasta marzo del 2019, cuando después de que se resuelvan situaciones como el estatus de los expatriados de los países miembros y el pago de cualquier deuda pendiente con la UE, que el Reino Unido estará en posición para hacer valer su firma respeto a cualquier acuerdo pactado. También es probable que, las críticas que el laborista Barry Gardiner, ha propinado a Fox cuando declaró “nunca le confíes al zorro tu gallinero”, lo lleven a actuar con juicio y cautela. Así, resulta fácil imaginar que el pasado 27 de julio, Guajardo Villareal, haya abierto las puertas de sus oficinas para recibir a su homólogo, Liam Fox con una tasa de Earl Grey tea humeante en la mano y un cortés pero a la vez prudente, oh dear!