viernes, 9 de septiembre de 2016
Con el enemigo en casa

FedericoPor Federico PONCE ROJAS

El Estado concebido por juristas, politólogos y estudiosos de las ciencias políticas, desaparece en un laberinto de contradicciones cuando se vuelve naciones y estás pretenden ser Estados sin estructura ni fundamento (Estado Islámico).
Las amenazas al Estado a nivel internacional son cumplidas como una Hidra, baste citar el fenómeno criminal del terrorismo, del que ya hemos escrito recientemente.
Hermann Heller, jurista y politólogo alemán, principal representante de la «Teoría del Estado» nos deja el aprendizaje de conceptos como Estado y Nación y define al primero como, “una unidad de dominación, independiente en lo exterior e interior, que actúa de modo continuo, con medios de poder propio y claramente delimitado en lo personal y territorial”.
En México ya en 1928 la Escuela Libre de Derecho, dividía la asignatura del Derecho Constitucional en dos cursos: el primero que estudiaba Ciencia Política y el segundo en el quinto año, Derecho Constitucional como tal. El objetivo de este programa buscaba que la Ciencia Política diera al futuro Constitucionalista ideas fundamentales que le facilitaran la comprensión de la Ley Suprema.
La cátedra a cargo de Don Emilio Rabasa, enseñaba que la característica de la idea de gobierno, reside en una voluntad que manda y en otras voluntades que están sometidas a este mandato.
La mala política mina al Estado y así por ejemplo escuchamos constantemente decir a los políticos,la mala frase: «Estado de Derecho» (no podría ser Estado sin orden jurídico) se puede afirmar entonces que donde hay gobierno, existe Constitución y esto supone el conjunto de normas que lo forman, vamos! todo Estado tiene un orden jurídico como tal.
La judicialización de procesos políticos o la politización de la justicia como queremos verlo, deja en el ánimo de los pueblos un profundo sentimiento de injusticia, la sociedad se lastima fuertemente cuando se perturban los principios del derecho.
En Brasil el juicio político a Dilma Roussef, país en crisis económica y corrupción, Juegos Olímpicos celebrados con el rechazo popular; polarizó aún más a la sociedad.
En Colombia la división social se da a la luz del proceso de paz, y así hay quienes lo rechazan y muchos más que lo aprueban.
Venezuela sufre opresión y miseria, el pueblo se vuelca en las calles pidiendo la salida de Maduro, mientras el Estado se diluye en un remolino de injusticia social.
En México la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) continúa con manifestaciones violentas y cese de actividades y las pocas que reanuda lo hace con amago al gobierno, al comercio, a la sociedad en general.
La imprudente visita de Trump a México, le sirvió a este sujeto para reforzar su campaña de odio y división, provocó rupturas y encono social, el repudio fue total y absoluto de los mexicanos, los ataques al presidente Peña por actos abusivos y egoístas de este individuo fracturaron la estructura gubernamental.
El presidente Peña asumió su plena responsabilidad por tales sucesos y, en un acto público en Zacatecas señaló: “ya entenderán mis decisiones, al tiempo…”
Luis Videgaray quien fue desde el inicio de la administración Secretario de Hacienda y Crédito Público y su equipo cercano, dimitieron en un momento de turbulencia económica en el que la presentación del presupuesto público para el próximo ejercicio, por parte del ejecutivo a los diputados, está en el límite del plazo; la opinión pública lo hace responsable de la tan desafortunada visita.
José Antonio Meade, seguramente sacará «al buey de la barranca» al frente de la cartera de Hacienda, que ya conoce y en la que se desempeñó eficazmente.
La canciller Ruiz Massieu tiene enfrente una enorme tarea para rescatar la maltrecha diplomacia mexicana.
En el resto del mundo, el Estado no está mejor y se derrumba bajo presiones bélicas, fanatismos religiosos, terrorismo, migraciones y tráfico de personas, delincuencia organizada, ambiciosas transnacionales que se hunden y no respetan las leyes internas de los países donde operan, sistemas de justicia y de seguridad pública rebasados, fuerzas militares en franca derrota, partidos políticos en los que nadie cree, gobiernos impotentes que negocian los regímenes jurídicos para su inaplicación, etc.
En este panorama no podemos ignorar al político alemán Heller quien en su momento señaló: . “La opinión pública arraigada en principios y doctrinas constituye uno de los más sustanciales vínculos de la unidad estatal”. Puntualiza que “la enorme importancia de la opinión pública consiste en que, en virtud de su aprobación o desaprobación, asegura aquellas reglas convencionales que son la base de la conexión social y de la unidad estatal”. Agrega: “la opinión pública ha venido a tomar sobre sí, en muchos aspectos, la función que en la Edad Media cumplía la disciplina eclesiástica, de velar por la moral social y especialmente la política, tareas que nunca hubieran podido llegar a convertir en realidad los preceptos jurídicos por sí solos”.
La opinión pública es un campo de batalla de las ideas, considera Heller y argumenta: “Para la exteriorización de la opinión pública se utilizan todos los medios de expresión usuales entre los hombres. Pero como esa expresión busca siempre causar impresión, combatir o ganar, todos esos medios de expresión se hallan sometidos a las leyes de la agitación, de la lucha y del engaño”.
¿Qué organización cabal, política y social cumplirá entonces en el futuro inmediato, con la consecución del bien común?