sábado, 25 de abril de 2020
«El virus de la violencia doméstica», por Luli DELGADO

Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy

A criterio de quien nunca ha sido maltratado, la violencia doméstica resulta inadmisible. Tal vez lo encerramos en la cápsula de costumbres anacrónicas de culturas ajenas, y ya, pasamos la página.

Pero no. Es un fenómeno que coexiste con nuestra cotidianidad y que ahora, con el desgaste del confinamiento, aflora con más fuerza.

Según un reportaje de CNN, en Estados Unidos, donde actualmente más del 96% del país está en cuarentena, las situaciones de agresión han recrudecido.

En varios países de Europa y América Latina los maltratos derivados del confinamiento también han aumentado considerablemente.

Tanto, que el Jefe de la ONU, Antonio Gutiérrez, solicitó a los países tomar medidas de combate al ¨horrible aumento global de la violencia doméstica¨ dirigido a mujeres y niñas.

Este tipo de maltraro no surge a raíz de la pandemia, pero sí se potencia, y el círculo vicioso parecería semejante en muchos casos: aumento de tensiones que llevan a agresiones verbales, que a su vez dan lugar a agresiones físicas, para posteriormente disolverse en una suerte de ¨luna de miel¨ que se prolonga hasta el próximo aumento de tensiones, donde el ciclo comienza a repetirse.

Pero nada es tan blanco ni tan negro.

Es muy importante señalar, que la agresión doméstica no se limita a lo físico. También puede ser emocional, social, sexual, financiera, o persecutoria. Y aquí, entonces, al pecado se le acaba la exclusividad de género. Los hombres también pueden ser agredidos.

Son los múltiples tonos del infierno, que les da por florecer sin tregua cuando nos ponen entre la espada y la pared. Somos demasiado complicados a veces.